Venezuela no tan en lontananza…
En la actualidad venezolana al morir el magnífico mandatario Hugo Chávez, fue reemplazado por un gran dirigente Nicolás Maduro, este también ha enfrentado a esos poderosos adversarios, que en definitiva quieren retomar los grandes beneficios que obtenían del rico suelo de ese país. Ese es el quid del asunto. Precisiones SANTIAGO CASTRO VENTURA Con los vecinos del frente (Venezuela y Colombia) nunca el Mar Caribe nos ha podido aislar. Una larga interacción histórica ha normado la preocupación de nuestros pueblos por sus problemas particulares, aun por encima en no pocas ocasiones de las voluntades de los gobernantes de turno. Por eso, sentimos y debatimos de manera tan intensa, los acibarados momentos que hoy inquietan a Venezuela. Esa relación viene desde cuando el Libertador Bolívar buscó refugio donde los vecinos terrestres, y en su retorno glorioso a la lucha en Tierra Firme permaneció con sus barcos varios días en la Bahía de Ocoa, mientras las autoridades españolas locales sentían temor por su presencia frente a Baní. Siguiendo por la deslustrada participación en Caracas de Núñez de Cáceres en la conspiración de «La Cosiata», originada por las contradicciones secesionistas entre Páez y Santander, en detrimento de La Colombia que sustentaba Bolívar. Ya formada la República de Venezuela, Páez involucrado en las luchas intestinas que se desarrollaban a partir del Gobierno de los Monagas, entabló vínculos con el tirano criollo Pedro Santana (a quien llamó “liberal”), llegando a solicitarle el préstamo de una corbeta para sus actividades insurgentes. Juan Pablo Duarte, antípoda de Núñez de Cáceres, escoge a Venezuela como la tierra que le permite residir sin claudicar ante sus ideas anticolonialistas. Cuando la monarquía española presionó a un Gobierno venezolano para que le interrogara como conspirador durante la Guerra Restauradora, el tribunal no pudo comprobar las imputaciones. Recibió Santo Domingo, a la familia venezolana Baralt Pérez hasta 1821, entre ellos un adolescente que luego sería el ilustre intelectual Rafael María Baralt, primer hispanoamericano en ocupar un sillón de la Real Academia Española de la Lengua. Fue el intermediario legal para que España reconociera la existencia de la República Dominicana en 1854 . Además a la hora de su muerte, donó su rica biblioteca al país, con la que se inició la exterminada Biblioteca Pública de la zona colonial. Cuando fue trasladada al local de la antigua Normal la sala principal era conocida como Baralt, los estudiantes que asistíamos a ese desaparecido templo de la cultura, ignorábamos que ahí estaban los libros donados por el honorable intelectual venezolano-dominicano. Gregorio Luperón en 1872 mientras luchaba contra los intentos de Báez de anexar el país a los Estados Unidos, solicitó ayuda al presidente venezolano Antonio Guzmán Blanco y su homólogo colombiano Manuel Murillo, ambos se comprometieron a respaldarlo. Luperón buscó otras alternativas porque los trámites burocráticos se prolongaron. Guzmán Blanco tenía graves dificultades con una insurrección en El Apure. Evitando la represión de la tiranía de Juan Vicente Gómez (instalada a partir de 1908), llegaron a Dominicana no pocos ciudadanos venezolanos, entre ellos destacados intelectuales como Horacio Blanco Fombona (hermano del ya famoso Rufino, quien fue representante consular dominicano) y Manuel Flores Cabrera. Fombona fue el periodista atrevido que publicó la foto de Cayo Báez en su revista Letras, por encima de la censura impuesta por las autoridades norteamericanas de ocupación. Imagen fotográfica del campesino torturado que conmovió no solo a los dominicanos, sino a muchos países de América, acción por la que fue enviado a la cárcel y deportado, no podemos soslayar que el tirano Gómez protestó ante las autoridades exógenas por el apresamiento de su adversario, en su condición de ciudadano venezolano. Tras su regreso al país Fombona en su revista Bahoruco se mantuvo distante del trujillato y fue ubicado entre los disientes de la tiranía, cuando hurgamos en las páginas de la revista no encontramos loas al “Jefe” como este impuso a los medios de comunicación. Manuel Flores Cabrera, editorialista del Listín Diario, por sus vínculos con el movimiento nacionalista junto a Américo Lugo y Fabio Fiallo, también fue apresado y deportado. Luego en la víspera del trujillato, llegó otro grupo de exiliados venezolanos, entre ellos los jóvenes Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Betancourt fue atropellado en 1929 por el delincuente Petan Trujillo, quien mandó a azotarlo prevalido del poder de su hermano, quien entonces era jefe de la Policía Nacional. Desde ese momento conoció Betancourt la voracidad de la familia Trujillo y cuando asumió la presidencia de Venezuela por primera vez en 1945, se convirtió en aliado primordial de los exiliados dominicanos, contribuyendo de manera significativa en los preparativos de la fallida expedición antitrujillista de Cayo Confites. Betancourt y sus aliados fueron desplazados del poder en Venezuela, pero la junta militar que le sucedió encabezada por el general Carlos Delgado Chalbaud, persistió en su rechazó a la tiranía criolla. Entonces, Trujillo envió al sicario venezolano Rafael Simón Urbina para resolver ese inconveniente, este matón el 13 de noviembre de 1950 dirigió el magnicidio contra Carlos Delgado Chalbaud para favorecer el ascenso de Marcos Pérez Jiménez, aliado de Trujillo. Como suele ocurrir en estos casos, Urbina fue sacrificado de inmediato para que no hablara. El aparato propagandístico del “Jefe” trató de imputar como responsable del crimen de Estado a Rómulo Betancourt, actividad a cargo de su embajador en Washington. Pese a la tiranía de Pérez Jimenes, Caracas se convirtió en uno de los bastiones del exilio dominicano. Cada año conmemoraban la primera invasión patriótica contra Trujillo, la de Luperón que llegó el 19 de junio de 1949. Muchos ciudadanos venezolanos se integraron de modo militante en la lucha contra la tiranía trujillista, entre ellos un destacado núcleo de renombrados intelectuales, cabe resaltar al estadista y novelista Rómulo Gallegos, el poeta y orador grandilocuente Andrés Eloy Blanco y Miguel Otero Silva, insigne periodista y literato. Andrés Eloy Blanco célebre autor del poema «Píntame angelitos negros», presidía el Comité venezolano de solidaridad con los dominicanos, no desperdiciaba la más mínima oportunidad para denunciar los desmanes de Trujillo. Exiliado durante la tiranía de Pérez Jiménez, fue asesinado en
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