Umbral

9 de octubre de 2024

Julio Guamán

La tragedia del patriotismo malentendido en la migración haitiana en la República Dominicana

Julio Guzmán Acosta   La actual situación migratoria entre Haití y la República Dominicana pone al descubierto no solo la complejidad de nuestras relaciones bilaterales, sino también el peligro latente de un nacionalismo mal entendido. La reciente estrategia del gobierno del presidente Luis Abinader, que apunta a deportar semanalmente a diez mil haitianos indocumentados, ha desatado una serie de reacciones adversas en la sociedad. El nacionalismo, invocado por algunos sectores bajo una fachada de patriotismo, se ha convertido en una herramienta para promover la intolerancia y la violencia en lugar de la unidad y el respeto. Según ha dicho el gobierno las deportaciones se realizarán respetando los derechos humanos y la dignidad de las personas; sin embargo, las denuncias sobre abusos y violaciones de derechos son alarmantes. En la primera semana de ejecución de estas medidas, más de 9,100 personas fueron deportadas, muchas de ellas con residencia regular en el país, lo que plantea serias dudas sobre la eficacia y humanidad de esa decisión. Cada deportación representa una vida, una historia, un ser humano que puede o no estar en condiciones de regresar a un país que enfrenta enormes dificultades. Al mismo tiempo, la cantidad de haitianos en República Dominicana se ha convertido en un tema de discusión polarizada, con estimaciones que oscilan entre los 500 mil y los dos o tres millones. Esta confusión no solo refleja una falta de rigor sobre eso datos, sino también un clima de miedo y desconfianza alimentado por discursos que pintan a los migrantes haitianos como amenazas en lugar de vecinos. Aquí es donde se hace evidente la necesidad de una discusión más informada y matizada sobre quiénes son realmente estos individuos que tanto tememos o despreciamos. En el contexto de estas tensiones, han surgido grupos de ultraderecha que han tomado la delantera en una especie de caza de brujas contra los ciudadanos haitianos. Estos promotores del odio, disfrazados de defensores de la patria, están propagando campañas de intolerancia que ni siquiera son sostenibles en un país que ha sido históricamente un crisol de culturas. Exigen, prácticamente, que los dominicanos rompan lazos con los haitianos, incitando al boicot de servicios y a la persecución directa. La reciente amenaza a las oficinas del Movimiento Sociocultural para los Trabajadores Haitianos (MOSCTHA) es solo un ejemplo más de cómo aquellos que invocan un patriotismo tergiversado están dispuestos a traspasar los límites de la ley y de la moralidad. El papel del gobierno en esta situación es fundamental. La responsabilidad de garantizar el orden público y el respeto por la dignidad de todos los seres humanos en el territorio nacional recae en el estado. La violencia y el acoso, como si fueran una extensión de la política migratoria, no son aceptables. La falta de acción por parte del Ministerio de Interior y Policía podría interpretarse como un abandono de su deber, o un apoyo implícito y permitiendo así que grupos fascistas y racistas usurpen la autoridad del Estado. La respuesta debe ser firme y eficaz; no solo para proteger a aquellos que son objeto de odio, sino también para preservar la imagen y el carácter de una nación que se ha enorgullecido de su diversidad. Es imperativo que se combatan las inseguridades y el temor propagado por estos grupos extremistas. La historia nos ha enseñado que el nacionalismo extremista puede ser una trampa mortal. Las similitudes con los movimientos racistas y xenófobos que condujeron a atrocidades inimaginables en el pasado son innegables. Si no se manejan adecuadamente, estas provocaciones pueden desembocar en una tragedia que afecte no solo a los haitianos en nuestro territorio, sino a la República Dominicana en su conjunto. La solución a la migración haitiana no radica en políticas de deportación masiva, que sólo perpetúan el sufrimiento y la desconfianza. En lugar de eso, el gobierno y la sociedad deben trabajar en conjunto para establecer un marco regulador que considere la dignidad humana, la historia compartida y la necesidad de una convivencia armoniosa. La verdadera defensa de la patria debe ir de la mano con el respeto por los derechos humanos y la construcción de un país inclusivo, donde los valoremos por su humanidad en lugar de ser vistos como una amenaza. En conclusión, es esencial que repensemos lo que significa ser patriota en el contexto actual. El llamado a proteger nuestra nación no puede llevarse a cabo a expensas de la dignidad de otros. La historia del pueblo dominicano está intrínsecamente ligada a la de nuestros vecinos haitianos, y al final del día, todos compartimos este terreno. La política de la división, el odio y el temor solo nos aleja de la posibilidad de construir un futuro más justo y solidario, uno donde el verdadero patriotismo sea abrazar la diversidad y reconocer los derechos de todos, sin importar su origen.

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Deportaciones masivas, debido proceso y contexto

Hay una exacerbación del antihaitianismo en los medios de comunicación que refuerza el racismo en la sociedad dominicana, acoso a directores y comunicadores de medios y de fabulación sobre la cantidad y consecuencias de la inmigración haitiana.  César Pérez   Se dice que los gobiernos dominicanos no han podido establecer una coherente y eficaz política migratoria frente a Haití. Los hechos confirman ese aserto y la reciente decisión de iniciar un proceso de deportaciones masivas de nacionales de ese país, real o supuestamente indocumentados, constituye un ejemplo. En una fatídica semana, marcada por escandalosas denuncias de corrupción que de alguna manera tocan organismos de seguridad nacional, del incremento de la campaña de odio y de amenazas a quienes se oponen a esa y otras expresiones del ultranacionalismo cerril que se expande en el país, el gobierno anuncia un incierto plan para efectuar 10000 deportaciones semanales, sin que se sepa por qué y de dónde se saca ese número. Esa operación se anuncia y se inicia sin que haya evidencia de cambios relativos al debido proceso en la práctica de las redadas y transportación de reales y supuestos indocumentados, en las que las extorsiones para dejarlos libres, el robo de sus dineros y bienes y sin que sea manifiesta sanción alguna a los agentes que participan de esos operativos por los abusos y robos cometidos en esa casa del terror que es la cárcel ambulante denominada Camiona. Tampoco se conoce el desmantelamiento de la estructura delictiva que operaba en las actividades de despojo y de extorsión a los apresados; ni por qué se militariza la dirección de migración cuyas consecuencias podrían ser de acentuación del irrespeto a los derechos humanos. Y, quizás lo más importante, se recurre a esa medida sin haber avanzado prácticamente nada en el proceso de regularización iniciado con la Ley 169/14, promulgada para tratar de paliar los daños causado por la inconstitucional Sentencia 168/13. Se mantienen las trabas y maltratos contra los que buscan sus documentaciones en el plan de regularización. A 8 mil que se acogieron al plan se les otorgó residencia permanente y a los mayores de edad sus respectivas cédulas. Sin embargo, a pesar de decir “permanente”, esos documentos tenían fecha de vencimiento: el 2020 y las oficinas creadas para hacer efectiva la Ley se mantienen cerradas desde la pandemia, por lo cual a muchos se les vencieron esos documentos sin hasta ahora posibilidad de renovarlos. Se estima en 200 mil los nacidos antes del 2010 que fueron desnacionalizados por la Sentencia 168/13, de carácter retroactivo, que por diversas razones no pudieron acogerse a la Ley 169/14 y por su condición de “indocumentados” no pueden inscribir sus hijos en los centros educativos y estarían entre las víctimas de las redadas. Son cuestiones para tomarse en cuenta antes de tomar la medida de las deportaciones masivas. A ese propósito, recordemos la experiencia del abrupto cierre de la frontera que el tiempo demostró que era insostenible por su impacto negativo sobre la economía local, regional y binacional. La fuerza de los hechos lo fue abriendo paulatinamente. La razón se impuso a la fuerza. En este caso, los costes económicos (ya a la vista), humanos y para la imagen/país serán mayores. Fatigosamente, en la primera semana podría llegarse a los 10 mil deportados, pero a qué precio en términos de injusticias, errores, de personas apresadas y expulsadas en proceso de regularización, generalmente nacidos y criados en el país antes del 2010, de madres, padres o tutores que son obligados a abandonar bienes e hijos por culpa de las trabas burocráticas, injusticias e ilegalidad del sistema para regular su estatus. Se creará un clima de terror en una comunidad, cercenando sus derechos a la libre circulación para ir a sus trabajos, llevar sus hijos a los centros educativos y obligados a vivir recluidos. Constituye una tragedia enviar a una o a un grupo de personas a un sitio totalmente desconocido cuyas condiciones de vida además de deplorables son en extremo peligrosas, algo contrario a principios universales de las deportaciones. Todo Estado es soberano en su política migratoria, no se discute. Pero, en este caso, resulta inconducente ejecutarla en un contexto de exacerbación del antihaitianismo en los medios de comunicación que refuerza el racismo en la sociedad dominicana, de acoso a directores y comunicadores de medios y de fabulación sobre la cantidad y consecuencias de la inmigración haitiana. Las persecuciones indiscriminadas provocan estrés a la sociedad, son inhumanas y económicamente insostenible, y provoca diversas formas de violación de derechos. El contexto internacional es de exacerbación del ultranacionalismo, mediante el cual se construye una identidad basada en el odio, en el odio como pasión colectiva contra el no idéntico, parafraseando a U. Eco Cualquier identidad nacional construida sobre esa base indefectiblemente descansará en pilares corroídos. Finalmente, necesitamos buenas relaciones con Haití porque constituye una imprescindible fuente de mano de obra, ¿que debe ser controlada? Sin dudas, pero la lógica de nuestra economía y de la economía mundial determina su carácter imprescindible. Para bien de esas relaciones, el Estado dominicano debe renfocar el tema migratorio y de las deportaciones, retomar el plan de regularización iniciado con la Ley 169/14, reabrir las oficinas del Ministerio de Interior y Policía creadas para tal fin y entender que la inexistencia de infraestructuras, recursos humanos, protocolos, con una frontera porosa, insegura y antro de corrupción, las deportaciones masivas son inviables.

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Organizaciones sociales y políticas dominicanas repudian deportación masiva de haitianos

Santo Domingo. Varias organizaciones políticas y sociales dominicanas repudiaron hoy la deportación masiva de haitianos por decisión del Gobierno de Luis Abinader y solicitaron que se detengan los abusos y agresiones por parte de agentes de Migración. JULIO GUZMÁN ACOSTA   En una declaracion hecha llegar a la redaccion de umbral.com.do, los firmantes exigieron el cese de esa medida discriminatoria y pidieron que los procesos migratorios se realicen de conformidad con los estándares de derechos humanos y las leyes nacionales e internacionales. El documento fue firmado por Solidaridad Dominicana con Haití, Partido Patria para Todos y Todas y el Movimiento Caamañista-MC: Narciso Isa Conde, Acción Afro-Dominicana, Partido Comunista del Trabajo y Fuerza de la Revolución. Asimismo, reclamaron una investigación exhaustiva de los casos de violencia y abuso con el fin de sancionar a los responsables, así como la devolución inmediata de la documentación confiscada o destruida a migrantes y a ciudadanos dominicanos de ascendencia haitiana. Instaron a las autoridades nacionales, además, a respetar y garantizar los derechos y la protección de los niños afectados por estas acciones. «Desde comunidades negras nos llega la información de que Migración penetra en los hogares, incluso de madrugada. También nos informan del terror de familias completas, que han tenido que abandonar sus casas y dormir hasta en los montes», advirtieron. Las organizaciones manifestaron que el gobernante Abinader «no ha tomado en cuenta a los dignos trabajadores haitianos que tienen hasta cinco y seis décadas residiendo en este país, ni a sus desnacionalizados hijos, nietos y bisnietos que hoy andan con miedo». De acuerdo con esas agrupaciones «hay denuncias de que a los efectivos de la Dirección General de Migración (DGM) no les importa que los haitianos detenidos estén legales, ya que como quiera los apresan y expulsan, quitándoles sus documentos». Expresaron que la migración no es invasión, sino un fenómeno mundial creciente que amerita contrarrestar sus causas, controlar sus flujos y regular los procesos y sus impactos, apegados a derechos inalienables y pactos internacionales firmados por el Estado dominicano. Pidieron el apoyo de organismos internacionales, como las agencias especializadas de las Naciones Unidas, para que observen de cerca la situación, ofrezcan asistencia técnica y humanitaria, y aseguren que Santo Domingo cumpla con el respeto a los Derechos Humanos. La semana pasada el Gobierno inició un operativo para la deportación masiva de ciudadanos de la nación fronteriza, en momentos en que Puerto Príncipe vive una de las mayores crisis de su historia en lo político, económico y social. En las jornadas de detención, que iniciaron el jueves último, participan las Fuerzas Armadas, el Ejército Nacional, la Fuerza Aérea, la Policía y el Ministerio Público, entre otros organismos. Cerca de ocho mil ciudadanos han sido devueltos desde el comienzo del operativo, de acuerdo con cifras manejadas la víspera por la DGM.

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Israel intensifica ataques contra Gaza con especial interés en el norte

Ramala, 9 oct (Prensa Latina) Al menos 16 palestinos murieron y decenas resultaron heridos hoy tras nuevos bombardeos israelíes contra diversas zonas de la Franja de Gaza, donde el Ejército intensificó sus operaciones terrestres, en especial el norte. PRENSA LATINA   Fuentes médicas informaron que nueve miembros de una familia perdieron la vida tras ser atacada una vivienda en el barrio de Shujaiya, en la septentrional ciudad de Gaza. Otras tres personas fallecieron en un incidente similar ocurrido en el campamento de refugiados de Nuseirat, centro del enclave costero, y cuatro más en el vecino campamento de refugiados de Bureij. Como parte de sus operaciones en el norte del territorio, ayer el Ejército ordenó la evacuación forzosa del hospital Kamal Adwan en un plazo de 24 horas, lo cual provocó protestas internacionales. Televisoras regionales mostraron imágenes de intensos disparos de artillería y vehículos blindados israelíes en los alrededores de ese centro médico. Según diversas fuentes, la víspera los militares destruyeron en el campamento de refugiados de Jabalia la única panadería que aún funcionaba en el norte de Gaza. Hay reportes de numerosos cadáveres en las calles de esa localidad, pero es imposible recogerlos por la negativa de las Fuerzas Armadas a permitir el ingreso de socorristas y de la Sociedad de la Media Luna Roja. Anoche la Defensa Civil gazatí denunció el asedio israelí contra la región septentrional y los ataques masivos ejecutados desde la pasada semana, en especial contra Jabalia y las ciudades de Gaza, Beit Lahia y Beit Hanon. El pasado mes, la Corporación de Radiodifusión Kan reveló que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, estudió un proyecto para desplazar por la fuerza a la población palestina del norte de la Franja. Según la fuente, durante una reunión a puerta cerrada del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa en la Knesset (Parlamento), Netanyahu dijo que el plan era muy lógico. Es una de las iniciativas que estamos considerando, pero hay muchas otras para desmantelar el control civil del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), afirmó el político derechista. El proyecto es conocido como el Plan del General porque fue elaborado por altos cargos del Ejército retirados, entre ellos Giora Eiland, exjefe del Consejo de Seguridad Nacional. Muchos ministros israelíes y miembros de la Knesset apoyaron públicamente en los últimos meses el restablecimiento de colonias en el enclave costero, a lo que se opone la ONU y la comunidad internacional. El diario Haaretz reveló en agosto que Netanyahu planea mantener al Ejército en la Franja tras finalizar el conflicto y comenzar la colonización judía en el norte. “La ocupación (de Gaza) es el objetivo por el que Netanyahu está luchando, incluso a costa de la muerte de los restantes secuestrados (israelíes) y con el riesgo de una guerra regional”, afirmó en un artículo Aluf Benn, editor jefe del periódico.

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