Precisiones SANTIAGO CASTRO VENTURA A propósito de la próxima visita del presidente colombiano Gustavo Petro a Santo Domingo, y ante su largo historial en las luchas sociales en defensa de los sectores populares en su país, es pertinente que recordemos los lazos de solidaridad de nuestros pueblos en momentos históricos que los derechos democráticos han pretendido ser cercenados de manera definitiva. En Santo Domingo residen muchos colombianos y latinoamericanos que en su mayoría realizan aportes al desarrollo social con su laboriosidad. En el pasado, colombianos ilustres no vacilaron en solidarizarse de modo militante con los dominicanos en medio de graves dificultades, mientras los reaccionarios de ambos países se vincularon para entorpecer el desarrollo democrático. En primer término es justo mencionar al ilustre literato José María Vargas Vila, quien participó activamente en las actividades políticas colombianas, sin descuidar su opinión sobre los problemas político-sociales de los pueblos vecinos. Aquí fue muy conocido por su labor literaria. Falleció en 1933 cuando apenas iniciaba la tiranía de Trujillo. La intelectualidad adicta al régimen para acortar su popularidad asumieron un concepto difamatorio enarbolado por sus enemigos políticos y lo tacharon de bohemio empedernido. Soslayando el militante político que en el pasado reciente había sido uno de los críticos de la primera intervención militar en Dominicana de los Estados Unidos. En su famoso libro Ante los bárbaros, publicado originalmente en su revista Némesis, cuestionaba los atropellos del Gobierno de Estados Unidos bajo la dirección de los presidentes Wilson y Roosevelt contra diversos países de América, entre ellos Dominicana intervenida militarmente desde 1916. Veamos algunos de sus comentarios: “Y ven que los alemanes poseen casi todo el Brasil, que los ingleses velan la hora de llegar al Orinoco, que los americanos han tomado a Nicaragua y Santo Domingo, y nuestros hombres de Estado, ríen, ríen y ríen ¡oh hilaridad sagrada!!”. En otro apartado sentenciaba: “Cuba es tierra suya, Puerto Rico, Panamá Santo Domingo son sus conquistas; nada detendrá a ese pueblo en su camino de invasión; nada, sino la Fuerza; […] Desde otro ámbito destacaba: “Ellos han invadido a México, aprisionado a Cuba, a Haití a Santo Domingo, conquistado a Puerto Rico, y despedazado a Colombia, y cometido el robo audaz de Panamá…”. (José María Vargas Vila. Ante los bárbaros. Ramón Palacio Viso, Editor. Barcelona, 1930. pp. 48,49,66, 107). Bruce J. Calder, historiador norteamericano, en su libro sobre la ocupación militar de 1916 explica la acogida de los colombianos a la campaña dominicana que exigía la evacuación de las tropas extranjeras: “Uno de los éxitos sobresalientes de la propaganda latinoamericana durante ese período fue la publicación de un discurso crítico de la intervención pronunciado por el notable jurista cubano Emilio Roig de Leuchenrig. El discurso, pronunciado ante la Sociedad Cubana de Derecho Internacional y enviado desde La Habana por cable, atrajo la atención generalizada en América Latina y Estados Unidos. Su publicación en Colombia proporcionó las municiones para una campaña pro-dominicana en el prominente diario El Tiempo y, eventualmente, para una condena de la intervención por el Congreso colombiano”. (Bruce J. Calder. El impacto de la intervención. La República Dominicana durante la ocupación norteamericana de 1916-1924. Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1989. p. 279). Durante el trujillato las fuerzas progresistas colombianas desde un principio objetaron esa horripilante tiranía. Los dominicanos perseguidos a muerte por Trujillo, entre las embajadas de primer orden para buscar refugio distinguieron las de México, Brasil y Colombia, en atención al repudio que recibía el tirano en esas sociedades y la garantía para los refugiados. Juan Ducoudray, de los líderes del exilio, relata que en 1945 después de permanecer dos semanas asilado junto a su hermano Félix Servio en la embajada de Colombia, en Santo Domingo: “Fuimos los primeros enemigos de la dictadura -junto con Pericles Franco y Manolo Lorenzo, quienes dos días antes de nuestra llegada viajaron a Bogotá- que pudieron salir al exterior por la vida del asilo diplomático”. (Juan Ducoudray. Réquiem por la utopía y otra saudades. Editora Nomara, S. A. Santo Domingo, 2000. p. 35” . A Manolo Lorenzo Carrasco, estudiante de término de medicina se le permitió asistir a las clases de su carrera para completar sus estudios en la Universidad de Colombia, pero desde aquí Trujillo no permitió que le enviaran su récord de notas. Fue uno de los héroes inmolados en la gesta del 14 de Junio. Viriato Fiallo reconocido líder y opositor interno a la tiranía, como parte de los atropellos que padeció en ocasiones debió procurar asilo en embajadas, como ocurrió en septiembre de 1947 cuando se refugió con su familia en la legación de Colombia. La embajada de Estados Unidos lo comunicó al Departamento de Estado, explicando que a las tres de la madrugada Viriato buscó amparo en el consulado colombiano, acompañado de siete miembros de su familia, incluyendo su esposa, dos hermanos e hijos, nuera y nieta. (Bernardo Vega. Los Estados Unidos y Trujillo. Colección de documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas Norteamericanas, Año 1947. Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1984. T. II pp. 726-727). Por la presencia en Bogotá de importantes líderes del exilio dominicano, Colombia se convirtió en un objetivo de Trujillo. Primero intentó persuadir a uno de los periodistas más famosos de la época para que le sirviera desde Bogotá, se trataba de Eduardo Santos, propietario del prestigioso diario El Tiempo, quien llegó a la presidencia de su país. Minerva Bernardino, espía internacional, trató de atraerlo de modo infructuoso al redil de colaboradores internacionales del “Jefe”, semejantes gestiones a cargo de Joaquín Balaguer también fracasaron. Intentaron conquistar a Alfonso López Michelsen y Alberto Lleras Camargo, importantes líderes que llegaron a ocupar la presidencia de Colombia. Balaguer fungía como embajador en ese país, durante el Gobierno de Eduardo Santos, llegó a enviar comunicaciones a la Cancillería, manifestando que en el periódico propiedad del presidente se insertaban artículos “difamatorios” contra Trujillo, además le imputaba proteger a ciudadanos antitrujillistas. (Mu-Kien Adriana Sang Ben. La política exterior dominicana 1884-1961. Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores. Santo Domingo, 2000. T. II pp. 42, 44). José Almoina Mateo, que fue secretario particular de Trujillo y luego su