Umbral

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2 de agosto de 2024

Abinader, guardián del servilismo

LILIAN OVIEDO   Cómodo, e incluso rentable, resulta repetir el estribillo de los medios al servicio del capitalismo y proclamar que María Corina Machado, con la careta de Edmundo González, ganó las elecciones en Venezuela. Sin embargo, como dice Bertolt Brecht al poner voz a Galileo Galilei, “el pensar es uno de los más grandes placeres de la raza humana”. Es irresistible la tentación de afirmar que la derecha venezolana sabía quiénes serían movilizados a votar y cómo se sacaría la cuenta del sufragio, y se torna difícil no preguntar por qué fueron insuficientes los cuantiosos recursos de que disponía ese sector para que sus dirigentes evitaran el alegado fraude. Ese grupo neofascista financiado y asesorado por Estados Unidos y por una parte del desencajado liderazgo europeo intenta readaptar a la nueva situación el quehacer conspirativo formando un gobierno paralelo para presentar como ilegítimo el que salió de las urnas y como legítima la agresión. El experimento con Juan Guaidó no tuvo éxito, y ahora lo reeditan con figuras de mayor proyección. La retención en centros imperialistas de recursos venezolanos y el apoyo logístico a grupos fascistoides dentro de Venezuela serían `oficializados` con la complicidad del poder mediático, pagado para no percibir el olor a sangre. Las declaraciones de Laura Richardson desde la jefatura del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, son elocuentes: “¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el triángulo de litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile… Tienes los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro…”, dice la generala. Pero el poder mediático trabaja para restar importancia a estas manifestaciones, porque tiene el encargo de despojar a los seres humanos de la facultad de pensar. El propio Brecht, en la primera mitad del siglo pasado, expresó que, más allá de discutir sobre la utilización de la radio para difundir el arte o del arte para hacer mejor la radio, hay que plantearse cómo utilizar el arte y la radio. Hoy, se impone buscar recursos para salvar el raciocinio ante el ataque directo de un poder mediático con medios de mucho mayor alcance que la radio. La Organización de Estados Americanos, OEA, ha tenido que bajar el tono a la denuncia de su secretario general, el desacreditado Luis Almagro, porque no puede minimizar el costo político de caminar descaradamente junto al fascismo y el neofascismo. Gobernantes como Gabriel Boric y Lula Da Silva mostraron sus sucios compromisos respondiendo de manera oportuna a la exigencia imperialista, pero esto solo sirve para mostrar como falaz la calificación de revolucionarios, izquierdistas y progresistas que el poder mediático insiste en imponerles. El momento es de definición. GUARDIANES DE LA INJUSTICIA Desde República Dominicana, hay que decir que el presidente Luis Abinader, quien el pasado lunes expresó que se propone convertirse en un guardián de la democracia, es, en realidad, un cancerbero del autoritarismo, porque preside un gobierno de élite que impulsa códigos misóginos y atrasados y ejerce una política exterior marcada por el entreguismo y por los dictados del neofascismo. ¿Qué puede esperarse de quien ha planteado en los foros internacionales que es pertinente y necesaria una ocupación en Haití? No le importa sumarse a la iniciativa que encabeza formalmente el ridículo Javier Milei, y se dejó colocar entre los solicitantes de una reunión en la OEA para rechazar el resultado de las elecciones en Venezuela. Abinader, como los presidentes de Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, solicitantes de esa reunión, no necesita presentación. Es conocido su compromiso en el accionar contra la autodeterminación de los pueblos y en la preservación del atraso político. Vergüenza debe causar a Lula el comunicado en el cual Milei le agradece la iniciativa de resguardar la embajada de Argentina en Venezuela ante las amenazas de “el dictador Maduro”. Entre politiqueros gobernantes y no gobernantes que forman un grupo de falsos progresistas, renegados que se mueven entre el disfraz y el descaro y traidores culpables de vender lo no vendible, hay que llamar la atención sobre el proyecto de fortalecer a la derecha en América Latina. Las sanciones contra Cuba y contra Venezuela, que seudoanalistas de los medios pretenden presentar como intrascendentes (quieren decir que es inocuo el neocolonialismo), son sanciones contra los pueblos, contra los anhelos de libertad y los proyectos de autodeterminación, y esa realidad es el marco de la agresión. Los episodios tienen protagonistas diversos con denominaciones clasificables, pero son solo episodios. El Brecht que no pierde vigencia, advierte: “En el momento de marchar, muchos no saben/ que su enemigo marcha al frente de ellos/ la voz que les manda /es la voz de su enemigo. /Quien habla del enemigo/ él mismo es enemigo”. ¿Hay mejor definición para el proyecto de María Corina Machado, sus manejadores y sus subalternos en Venezuela y para los gobernantes entreguistas? ¿La hay para los medios que forman el coro de la infamia colonialista? El ejercicio de pensar, además de humanamente placentero, es políticamente imprescindible… Eso sí, genera el deber de señalar con el dedo al enemigo y de despojarlo de sus disfraces.

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Que sería de Venezuela

RAFAEL CHALJUB MEJIA   Aun en el ambiente de plaza sitiada en que tiene que vivir, la Venezuela bolivariana acaba de celebrar sus elecciones. Cada partido hizo campaña libremente, eligió sus candidatos y se expresó por todos los medios. Todo aquel que participó fue porque aceptó competir bajo las reglas del sistema electoral venezolano, regidas por un Consejo Nacional Electoral en el cual la oposición está oficialmente representada. Todos prometieron que aceptarían los resultados. Menos el grupo de María Corina Machado, que llevaba a Edmundo González como candidato presidencial. Estos, desde muchos días antes de las votaciones empezaron a hablar de fraude. Se desató una campaña mediática que hizo aparecer a los ojos de medio mundo como que la oposición tenía el triunfo en las manos y el presidente Nicolás Maduro estaba derrotado. Ahora se comprobó otra vez la influencia abrumadora de ese poder mediático. Aunque el gobierno garantizó la campaña y el voto en plena libertad, a Maduro lo han hecho aparecer como el peor de los dictadores. Increíblemente, esa campaña ha hecho su efecto también en nuestro pueblo hasta el punto de que, si las elecciones no fueran en Venezuela sino aquí, los resultados estarían en veremos. Como se ha repetido, esa campaña pretendía sentar las bases para desconocer los resultados, desatar la violencia, echar a pique la paz civil y crear las condiciones para que la intervención de fuerzas extranjeras les regalara a los derrotados el poder que no conquistaron con los votos. Y como esas fuerzas internacionales también estaban al acecho, a los primeros gritos de fraude entraron en acción, en nombre de la “democracia”. Y quiénes son esos tales: Edmundo González cómplice activo de los grupos paramilitares en Centroamérica en los años ochenta; Corina Machado, inhabilitada legalmente por traición a la patria, después de pedir reiteradamente a Estados Unidos que invada militarme a Venezuela; el gobierno de Biden, fruto del más traumático proceso electoral de toda la historia norteamericana; la OEA, con el inefable Almagro a la cabeza; siete gobiernos de América, entre los cuales, inadmisiblemente, innecesariamente, está el gobierno de nuestro país, criticablemente alineado con ese concierto de fuerzas reaccionarias; hablan de “democracia” en Venezuela, los que reconocieron a Juan Guaidó, cuando, sin elecciones, tan solo con el voto suyo, se eligió y se proclamó presidente. Los que, como Javier Milei respaldan las atrocidades de Israel contra los palestinos. Que sería de Venezuela si semejantes fuerzas internacionales y locales, lograran sus propósitos.

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El contexto de la actual crisis en Venezuela

  FELIPE CIPRIAN   Durante el mes de campaña electoral en Venezuela, la oposición contó con un Estado Mayor extranjero que desde casi todas partes bombardeó al mundo sembrando la idea de que “Maduro” estaba derrotado y el 28 de julio se acababa el chavismo. Fue una campaña bestial, costosísima, que empleó todas las plataformas de difusión masiva para crear una burbuja de derrota electoral para Maduro. Clavaron como reflejo condicionado de que la única forma de Maduro quedarse en el poder era mediante un fraude. La oposición sacó de un baúl oxidado a un viejo servidor de los intereses norteamericanos en Centro y Sur América para colocarlo como candidato presidencial, dado que la señora Corina está impedida de ejercer función pública por decisión de la justicia. El señor Edmundo fue a una campaña en la que era llevado en andas y aun así cuando intentaba hablar a sus seguidores, se goteaba por los lados. Ser candidato-monigote de los intereses foráneos fue un insulto a la inteligencia de los venezolanos y un atropello a los nietos y bisnietos de Edmundo por asignarle una tarea a este anciano que no estaba en capacidad de sacar adelante. Quien vio las más grandes cadenas televisivas de Estados Unidos, Europa, y los grupos oligárquicos con medios en América Latina, tiene que haber llegado a la conclusión de que las elecciones de Venezuela representaban un asalto estratégico político mundial. Las reservas petroleras Teniendo las reservas de combustibles y otros minerales más grandes del mundo a una distancia de 3,300 kilómetros de Washington, el complejo militar-industrial de Estados Unidos ha estado dispuesto a desalojar al chavismo del poder desde el año 2002 cuando perpetró el primer golpe de Estado y el secuestro del presidente Hugo Chávez, que fue deshecho en horas por las grandes masas del pueblo y reinstalado el gobernante en el poder. De ahí en adelante, lo que siguió fue una amalgama de combinada de acciones políticas, sociales, económicas y militares para acabar con las instituciones de Venezuela y robarse su riqueza material. Así vinieron los intentos de despojar al Estado de Pedevesa, luego los sabotajes a todo el aparato productivo, la energía, todo combinado con ataques terroristas, intentos de magnicidio, hostigamiento militar por aire, mar y tierra de tropas del Comando Sur de Estados Unidos. Eso no bastó, en los años de gobierno de Maduro, Estados Unidos y la Unión Europea sometieron al pueblo venezolano a las más crueles sanciones financieras, comerciales y diplomáticas, buscando expresamente crear una situación de desabastecimiento, parálisis de la producción y el empleo, crisis en los servicios sanitarios, con la intención de provocar el colapso del gobierno. El resultado fue sumir al pueblo venezolano en una crisis económica y social muy cruel para crear el caldo de cultivo necesario para un levantamiento popular, desestabilizar al gobierno para que los norteamericanos y europeos saltar sobre Venezuela para volver a saquearla. En esas condiciones, millones de venezolanos salieron de su país y se refugiaron en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, México, Estados Unidos, España, República Dominicana, Panamá y otros destinos. Naturalmente, las políticas y acciones que provocaron el éxodo masivo fueron sin duda las acciones desestabilizadoras desde el extranjero, pero la burbuja mediática supo presentarlas como el resultado de la incompetencia de Maduro, el chavismo, el socialismo y toda la jerga simplista y selectiva. Quienes golpearon a Venezuela con todo tipo de agresiones y amenazas, luego culparon a sus víctimas (Maduro) de provocar la crisis por incompetencia. El pico de Trump Esta agenda injerencista tomó un auge inusitado con la llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos, en enero de 2017, quien fijó la meta de tumbar al gobierno de Maduro y destruir el chavismo para apropiarse del petróleo. Con ese propósito afinó planes de agresión militar que sus generales desestimaron por locos. La Venezuela del nuevo milenio no es el Panamá ni Granada de 1983 que Estados Unidos invadió y sometió con poca resistencia. Chávez picó adelante con tiempo y modernizó las Fuerzas Armadas, las equipó, adiestró y alineó con su proyecto político, convirtiéndolas en un hueso duro de roer, a lo que se agrega la asistencia rusa, china e iraní para su armamento y apoyo político. Ante la evidencia de que atacar militarmente a Venezuela era una locura, la política de Trump se alineó con la doctrina del golpe constitucional. Aprovecharon la mayoría opositora en la Asamblea Nacional, eligieron a Juan Guidó su presidente y este desconoció la autoridad de Maduro y se autoproclamó “presidente legítimo de Venezuela”, lo que fue reconocido en forma simultánea por Estados Unidos, los gobiernos europeos y un grupo de peleles latinoamericanos, incluido el dominicano encabezado por Danilo Medina. Ironías de la vida: Guaidó aceptaba la resolución de la autoridad electoral que lo declaraba diputado, pero desaprobaba –en las mismas elecciones- el triunfo de Maduro. Con Trump en un tono muy agresivo detrás del petróleo de Venezuela y Guaidó como el idiota “presidente” que no controlaba ni un pincel escolar en el territorio, los venezolanos tuvieron que soportar una nueva oleada de golpes terroristas, intento de matar a Maduro con una serie de atentados, incluida una invasión mercenaria procedente de la Colombia de Duque y Uribe, que fue desarticulada al poner un pie en tierra. El chavismo fue derrotando una por una esas agresiones en su territorio pero poco pudo hacer contra las sanciones, secuestro y robo de bienes como los de CITGO en Estados Unidos, ocupación de su embajada en Washington, retención de dinero de reserva en Londres, robo de un avión en Argentina, impedimento de importar insumos y medicinas para combatir el Covid-19, entre otras. Bajo la presión de esa guerra compleja por parte de imperios tan poderosos y su cohorte de gobiernos serviles latinoamericanos, Venezuela apenas pudo sobrevivir, registrando una inflación galopante y un comercio disminuido por las sanciones. La cosa cambió En febrero de 2022 Rusia lanzó una operación militar especial en Ucrania para desarmar a los nazis y frenar la expansión de la OTAN hacia sus

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Candidatos a la presidencia de Venezuela acuden ante Sala Electoral del TSJ

Caracas, 2 ago (Prensa Latina) Los candidatos electorales que participaron en los comicios presidenciales en Venezuela deberán acudir hoy a la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para iniciar el proceso de investigación y certificar los resultados del 28 de julio. PRENSA LATINA   Este paso respondió a la decisión adoptada la víspera por el TSJ que decidió asumir el recurso contencioso electoral presentado por el ciudadano presidente Nicolás Maduro el pasado miércoles ante esa instancia. La titular del máximo órgano judicial venezolano, Caryslia Beatriz Rodríguez, presentó el dictamen en el cual citó para mañana (hoy) a los candidatos que participaron en los comicios presidenciales del 28 de julio. Los convocados son los ciudadanos Nicolás Maduro, Luis Martínez, Edmundo González, Daniel Ceballos, Antonio Ecarri, Benjamín Rausseo, Enrique Márquez, José Brito, Javier Bertuchi, y Claudio Fermín. Todos deberán comparecer este viernes a las 14:00 hora local a la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, señaló Rodríguez. Con este paso se “admite, avoca e inicia el proceso de investigación y verificación para certificar de manera irrestricta los resultados del proceso electoral realizado el 28 de julio”, subrayó. La Sala Electoral del TSJ de la República Bolivariana asumió el compromiso con la paz y la democracia, en procura del orden constitucional de la República, para garantizar la voluntad de los electores y reciban “una efectiva y oportuna tutela judicial”. El reelecto gobernante acudió el miércoles al máximo órgano judicial del país para presentar un recurso de amparo ante la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia con el objetivo de esclarecer y detener los ataques que sufre el país. Maduro solicitó se active un contencioso electoral y manifestó su disposición de ser convocado, interrogado, investigado en todas sus partes, por dicha instancia como candidato presidencial ganador de las elecciones. Expresó que el recurso de amparo por la paz del país está contenido en la Carta Magna, en la Ley Orgánica de Procesos Electorales y Ley Orgánica del TSJ, a fin de que se dirima este ataque contra el proceso electoral e intento de golpe de Estado. El gobernante denunció que para ello se utilizó el proceso electoral del 28 de julio en el cual resultó vencedor con el 51,20 por ciento de los votos, y se “aclare todo lo que haya que aclarar sobre estos ataques y el proceso”. El jefe de Estado manifestó que Venezuela tiene instituciones fuertes y recurría a la Sala Electoral ante la guerra sicológica en redes y medios, con el objetivo de que el TSJ, en su facultad, cite a todas las instituciones de los Poderes del Estado. También a todos los candidatos presidenciales inscritos, a los 38 partidos y “coteje completamente” las agresiones a centros electorales, sedes del Consejo Nacional Electoral quemadas y destruidas y el ataque cibernético a esta última instancia que afectó la transmisión de datos.

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