JULIO GUZMAN ACOSTA En un contexto de elecciones cruciales para el futuro de Europa, los ciudadanos se enfrentan a la decisión de dejar su destino en manos de los nuevos autoritarismos de derechas, surgidos al calor del descredito de las políticas aplicadas desde las instituciones europeas, que no centran su accionar en beneficio de las grandes mayorías. En este escenario, Alberto Núñez Feijóo, líder de los populares españoles, se encuentra nuevamente en una encrucijada personal, y en vez de central los debates en los problemas que afectan a los ciudadanos españoles y europeos, ha preferido situar el debate en política nacional. La pregunta clave es: ¿Qué necesidad había de plantear estos comicios como un plebiscito sobre Pedro Sánchez en lugar de abordar los grandes temas europeos? Europa, que tanto ha significado para España en términos de bienestar, progreso y civilización, ha sido ignorada en el debate político. Feijóo, en su afán por acceder al poder tras la derrota del 23 de julio de 2023, ha optado por simplificar el discurso político, evitando temas complejos como la migración, el cambio climático o la IA. En lugar de ello, ha centrado su campaña en el caso de Begoña Gómez, aprovechando el apoyo de ciertos sectores de la judicatura y abandonando la épica de la victoria que parecía asegurada hace solo un mes y que, según los últimos sondeos, el PSOE de Pedro Sánchez ha levantado el vuelo, situándose en empate técnico. El giro hacia un discurso carente de profundidad ideológica ha permitido que las pocas formulaciones políticas de Feijóo pudieran ser asumibles por un dirigente de Vox, como si hubiera desaparecido la diferencia entre ambos partidos, uno (Vox) de ultraderecha y el otro (PP) hasta hoy liberal y de una derecha moderada. Esto refleja una falta de compromiso con la defensa de un proyecto europeo de derecha democrática, en un momento en que la intolerancia, la violencia, el oscurantismo y el racismo requieren una condena unánime y una apuesta decidida por la justicia social y la igualdad. La situación de Feijóo no es única en Europa. La derecha clásica se enfrenta a una crisis de identidad, sucumbiendo al populismo ultra y dejando a la izquierda moderada (entiéndase PSOE) la defensa de valores que antes eran compartidos. La democracia, para funcionar, debe ser percibida como un sistema justo y alineado con los intereses individuales de los ciudadanos, independientemente de quién gane las elecciones. Feijóo ha contribuido a una crisis de reputación y confianza en los partidos políticos y las instituciones, atacando constantemente a un presidente que, a pesar de todo, sigue en pie. Pedro Sánchez, consciente de esa situación, se ha posicionado como un baluarte contra la ultraderecha y en defensa de los valores europeos, de integración, solidaridad, bienestar social, un papel que Feijóo le ha cedido inadvertidamente y que de seguro le costara muy caro, en su partido, el Partido Popular, y en sus aspiraciones presidenciales en España. El célebre Pérez Galdós en ‘Fortunata y Jacinta’ afirmó que “la inseguridad es la única cosa constante entre nosotros”. Esta incertidumbre se manifiesta en la pregunta sobre si podremos combatir la pulsión ultra que anida en Europa y si estamos preparados para los desafíos futuros. Lo que sí sabremos el lunes es si Feijóo habrá superado su encrucijada particular. Como escribió Álvaro Cunqueiro, en las encrucijadas gallegas, “el lobo ataca siempre por el camino de la izquierda y la peste y las ánimas en pena por el de la derecha”. Feijoo se enfrenta a un futuro incierto, donde le aguarda una figura madrileña que se mueve con soltura en un posible escenario trumpista. Esta situación plantea una reflexión crucial: la política debe ser un espacio para debates profundos sobre temas que afectan a todos los ciudadanos, o una lucha de poder simplificada, que olvida a los ciudadanos, a España, Europa y el mundo, con sus problemas y desafíos. Europa merece un liderazgo que aborde la actualidad y sus desafíos con seriedad y visión, algo que parece haber faltado en esta campaña y que el líder de los populares españoles, Alberto Núñez Feijóo, se ha encargado de sacarlos del debate y en su lugar situar a la esposa del presidente del gobierno español, Begoña Gómez, como el centro de sus críticas y no la confrontación sobre las políticas europeas. El lunes sabremos si le ha funcionado su táctica o si nueva vez los ciudadanos le han dado la espalda.