La decisión de The Guardian de desvincularse de X no es solo un acto de protesta, sino un llamado a la reflexión sobre el papel que juegan las redes sociales en la diseminación de información. La toxicidad de la plataforma ha comenzado a pasarle factura y medios tan importantes en el mundo como The Guardian, han decidido cerrar todas sus cuentas.
Por Julio Guzmán Acosta
En una decisión que ha impactado en el ecosistema mediático global, The Guardian, el prestigioso diario británico, ha decidido cerrar sus casi 80 cuentas en la red social X (anteriormente conocida como Twitter). Este anuncio, realizado el miércoles, no solo marca un hito en la relación entre los medios de comunicación y las plataformas digitales, sino que también pone de relieve las consecuencias de las mentiras y la desinformación que han proliferado en la red social bajo la dirección de Elon Musk.
Con cerca de 27 millones de seguidores, The Guardian ha sido una voz influyente en la construcción de la información nacional e internacional. Sin embargo, la decisión de abandonar la red social X de Elon Musk, se fundamenta en una creciente preocupación por el contenido “tóxico” que inunda la plataforma. En sus propias palabras, el diario ha estado considerando esta medida desde hace tiempo, citando el alarmante aumento de teorías de conspiración de extrema derecha y racismo que han encontrado un hogar en X. La gota que colmó el vaso fue el uso de la plataforma por parte de Musk para promover la candidatura presidencial de Donald Trump, un acto que ha sido interpretado como un intento de manipular el debate político en Estados Unidos.
Desde que Musk adquirió Twitter en 2022 por la asombrosa suma de 44.000 millones de dólares, la plataforma ha visto un resurgimiento de figuras que habían sido vetadas por su contenido incendiario. Personajes como Alex Jones, conocido por sus teorías conspirativas sobre los atentados del 11-S, y Andrew Tate, cuyas opiniones misóginas han capturado la atención de millones de jóvenes, han vuelto a tener voz en un espacio que antes se consideraba un refugio para el discurso responsable. La reincorporación de Trump, tras una encuesta que permitió su regreso, ha sido un claro ejemplo de cómo la plataforma ha cambiado bajo la nueva dirección de Musk, quien se autodenomina un defensor radical de la libertad de expresión.
Sin embargo, esta libertad ha tenido un costo. La capacidad de X para difundir desinformación y fomentar la agitación ha superado con creces la de los medios tradicionales para guiar el debate público. The Guardian no es el único en reconocer esta realidad; otros medios e instituciones, como NPR, la radio pública nacional estadounidense, decidió suspender sus cuentas en X en abril del año pasado. También lo hizo la televisión pública estadounidense PBS, han tomado decisiones similares al considerar que los riesgos asociados con la plataforma superan sus beneficios.
La decisión de The Guardian de desvincularse de X no es solo un acto de protesta, sino un llamado a la reflexión sobre el papel que juegan las redes sociales en la diseminación de información. La toxicidad de la plataforma ha comenzado a pasarle factura y medios tan importantes en el mundo como The Guardian, han decidido cerrar todas sus cuentas. La red social, que alguna vez fue un espacio para el intercambio de ideas y la construcción de comunidades, se ha convertido en un terreno fértil para la desinformación y la polarización.
Seguro que en los próximos días más instituciones se alejarán de X, queda la pregunta: ¿qué futuro le espera a una plataforma que ha permitido que las mentiras se propaguen sin control? La decisión de The Guardian es un claro indicativo de que el periodismo de calidad no puede coexistir con un entorno tóxico. La lucha por la verdad y la integridad informativa continúa, y cada vez más voces se levantan para exigir un cambio en la forma en que consumimos y compartimos información en la era digital.