Umbral

Ciento treinta años después

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Por Freddy González 

“…al ideal cubano, que lo es antillano, me he entregado entero a amarlo y defenderlo, sacrificando todo cuanto los hombres podemos disfrutar…”. 

Máximo Gómez 

El próximo 25 del corriente mes de marzo se cumplirán ciento treinta (130) años de la firma del famoso Manifiesto de Montecristi, entre el Apóstol de la Independencia de Cuba, José Julián Martí Pérez (José Martí) y el general Máximo Gómez Báez (Máximo Gómez), de nacionalidad dominicana. 

Martí, político y poeta, fundador del Partido Revolucionario Cubano para su independencia del yugo colonial español; Gómez, militar dominicano forjado en las luchas por la consolidación de nuestra independencia ante las constantes incursiones de las tropas haitianas que buscaban recuperar nuestro territorio. 

En los Inicio de La Guerra de los Diez Años (1868 1878), llamada también, la Gran Guerra, Martí era un imberbe con apenas 15 de edad, condición que no impidió que manifestará su abierta simpatía con la causa Revolucionaria. 

Gómez ya era un experimentado soldado dominicano, diestro en el uso de la lanza y el machete, probado en la Batalla de Santomé en Juan de la Maguana, librada el 22 de diciembre de 1855 contra el ejército haitiano, comandado por el Emperador, Faustin Solouque y el ejército dominicano al mando del general, José María Cabral. 

Gómez, había llegado a Cuba con los reductos del diezmado Ejército Español, derrotado por el ejército liderado por Gregorio Luperón y demás líderes restauradores, donde abandonó las filas del ejército colonial, para integrarse en cuerpo y alma a las filas revolucionarias en la Guerra de los Diez Años, por lo que, en reconocimiento a su condición de estratega militar, su valentía y arrojo en los combates contra el Ejército Colonial Español, fue nombrado por el presidente Carlos Manuel Céspedes, General del Ejército de Liberación de Cuba. 

Dieciocho años después, de finalizada la guerra de los Diez Años, en los primeros meses del año 1895, José Martí decidido a dar continuidad a la inconclusa obra libertaria del Grito de Yara, de Céspedes y Maceo, reinicia nuevamente la lucha revolucionaria por la independencia de Cuba y dada la fama adquirida por el general Máximo Gómez, de estratega militar y diestro en el manejo del tenebroso machete, viene a Santo Domingo a pedirle un nuevo sacrificio para la causa de la independencia de su país, entregándole la siguiente carta: 

“El Partido Revolucionario Cubano viene hoy a rogar a usted que, repitiendo su sacrificio, ayude a la Revolución, como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar, dentro y fuera de la Isla, el Ejército Libertador. Agregando: “Yo ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres”. 

Con este preámbulo como telón de fondo, se firmó el 25 de marzo de 1895, El Manifiesto de Montecristi, para dar inicio a la lucha por la independencia de Cuba, uno de los últimos reductos del colonialismo español en las islas del Caribe y de toda América. 

En cuyo texto se destaca el carácter democrático, anti imperialista y anti esclavista del pensamiento de Martí, como lo evidencian estas reflexiones de algunos párrafos extraídos del referido manifiesto. 

“La revolución de independencia de Cuba, iniciada en Yara, ha entrado en un nuevo período de guerra. La guerra de independencia de Cuba no es sólo, para el bien y beneficio de Cuba y de América, sino para el beneficio del mundo mismo”.

 Agregando, 

“Los cubanos regresan a la guerra con individuos más educados y capaces, que están dispuestos a luchar, aun sabiendo los peligros que esta guerra representa, para ayudar a Cuba a convertirse en una nación independiente, libre de la intervención y los abusos del régimen español o de cualquier fuente exterior”.

Demostrando su naturaleza humana establecía; 

“Trataremos el respeto con respeto, el maltrato con maltrato, al acero con acero y la amistad con amistad”.

Y para no dejar duda de la naturaleza democrática y anti esclavista concluye afirmando:

“La revolución sabe y proclama que la raza negra debe tener los mismos derechos que cualquier otro individuo en Cuba; ya que ellos han demostrado su inteligencia y su virtud. Sobre los hombros del hombre negro, la república de Cuba ha marchado segura”. 

Sólo, Toussaint Louverture, Jean-Jacques Dessalines, tenían una posición semejante frente a la esclavitud a la que tenían, José Martí y los independentistas cubanos. 

Hoy al conmemorarse un nuevo aniversario de ese pacto histórico, que unió nuestros pueblos en la lucha común contra el colonialismo español, hoy que nuestro hermano pueblo de Cuba se ve sometido al más cruel de los asedio cometido contra pueblo alguno a lo largo de toda la historia de la humanidad, debemos al igual que Máximo Gómez, y teniendo como única recompensa la satisfacción del deber cumplido; unir nuestras voces en un coro que se escuche en los Cinco Continentes para gritar bien alto. “CUBA NO ESTÁ SOLA, FIN AL CRIMINAL BLOQUEO ECONÓMICO Y FINANCIERO, CON EL QUE PRETENDEN DOBLEGARLA”.

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