• La Habana, una de las zonas más castigadas por los vientos y aguaceros del huracan Rafael, amaneció con un cielo nuboso pero pocas lluvias
Por Julio Guzmán Acosta
La Habana amaneció este jueves con un cielo gris y un aire de incertidumbre, mientras el huracán Rafael se alejaba de Cuba, dejando a su paso un rastro de destrucción y un apagón nacional que ha sumido a gran parte del país en la oscuridad. La capital, una de las zonas más golpeadas por los vientos y las lluvias, se despertó con la resaca de una noche de furia, donde los árboles caídos y los postes eléctricos tirados por el suelo eran el triste paisaje que se veía a cada paso.
José Ignacio Dimas, un residente de Centro Habana, llegó a su hogar después de una larga guardia en la universidad, solo para encontrarse con un desastre. “Se cayó toda la pared frontal del edificio, la que da a la calle”, relató con voz entrecortada. “Yo sabía que la construcción estaba mal, pero nunca pensé que esto pasaría”. Su preocupación se extendía más allá de su hogar; en el barrio, sus vecinos habían sido evacuados, pero él no sabía a dónde habían ido, y los teléfonos, como muchas cosas en la isla, no funcionaban.
La preocupación en La Habana no es solo por el impacto inmediato del huracán, sino por el estado crítico de la infraestructura habitacional. En lugares como La Habana Vieja y Centro Habana, el deterioro es mucha importancia, y las autoridades han estado en alerta. El gobierno informó que alrededor de 50,000 personas fueron protegidas en la capital, y miles más en otras provincias, ante el riesgo de inundaciones y el mal estado de sus viviendas.
A pesar de la magnitud del desastre, hasta el momento no se han reportado heridos ni fallecidos, lo que es un alivio en medio de la calamidad. Sin embargo, la carretera de La Habana a Batabanó estaba prácticamente intransitable, con postes y cables caídos que complicaban aún más la situación.
Rafael tocó tierra como un huracán de categoría 3, y su paso dejó claro que la fragilidad del sistema eléctrico cubano es un problema persistente. La Unión Eléctrica (UNE) había informado de una desconexión del sistema que dejó a toda la isla sin electricidad, un indicativo de la vulnerabilidad de la infraestructura del país. El ingeniero Lázaro Guerra, director de Energía Eléctrica del Ministerio de Energía y Minas, anunció que el servicio se había restablecido parcialmente en el oriente, pero que en el occidente tardaría más en reanudarse.
Mientras tanto, la UNE instó a la población a no tocar los cables caídos y a reportar cualquier afectación que observaran. La situación se complica aún más cuando se recuerda que hace apenas dos semanas, otro ciclón, Oscar, había dejado su huella en el oriente del país, causando muertes y daños materiales significativos.
La Habana, con su espíritu resiliente, comienza a levantarse de las cenizas que dejó Rafael. Los cubanos, acostumbrados a enfrentar adversidades, se unen en la reconstrucción de sus vidas y su ciudad. Con cada árbol que se levanta y cada poste que se repara, la esperanza de un nuevo amanecer se hace más fuerte. La lucha por la recuperación apenas comienza, pero la determinación del pueblo cubano es inquebrantable a pesar del bloqueo criminal de los Estados Unidos, que una vez más ha desoído la resolución de la ONU, que les pidieron 187 países que lo levantara.