Umbral

Opiniones

Cuando la música encubre la guerra: Eurovisión en tiempos de genocidio

Protesta por la participación de Israel en Eurovisión en Basilea, Suiza, la ciudad que acogió el certamen en 2025.

Por Julio Guzmán Acosta

Mientras Gaza arde bajo un fuego implacable, mientras la muerte y la destrucción arrasan con vidas inocentes, Europa aplaude. No a las víctimas, sino al verdugo. En medio de un espectáculo televisivo que se presenta como un canto a la paz y la hermandad entre pueblos, la realidad de una catástrofe humanitaria se oculta tras luces de neón y melodías coreografiadas. El contraste entre la devastación en la Franja de Gaza y el escenario de Eurovisión es tan brutal como desgarrador: mientras más de 53.000 palestinos han sido asesinados en apenas dieciocho meses, el certamen europeo continúa su desfile de glamour y espectáculo.

Gaza: la distopía retransmitida

La Franja de Gaza es hoy un territorio sitiado y desolado, un espacio donde la vida civilizada parece haber quedado atrás. La ofensiva israelí se ha caracterizado por la eliminación sistemática de familias enteras, la destrucción de infraestructuras vitales y el uso de la inanición como arma de guerra. Más de medio millón de personas están al borde de la hambruna debido al bloqueo israelí que impide la llegada de ayuda humanitaria. Entre ellos, 71 mil niños menores de cinco años sufren desnutrición aguda. Las imágenes que llegan desde Gaza son estremecedoras: hospitales convertidos en ruinas, convoyes de ayuda atacados, cuerpos sepultados bajo escombros humeantes.

En medio de esta tragedia, Israel mantiene una retórica de exterminio que no oculta, sino que difunde abiertamente. El llamado “hasta el final” del gobierno israelí resuena como una sentencia de muerte para una población que no encuentra refugio ni auxilio.

Leer Noticia  9 de mayo, un hito decisivo para la democracia y la libertad de los pueblos

Europa aplaude al verdugo

En este contexto, el escenario europeo se ha convertido en un espacio paradójico. Mientras 115 palestinos eran asesinados en un solo día, Israel subía al escenario de Eurovisión con una canción titulada “Un nuevo día amanecerá”. La letra “El dolor pasará, pero nosotros nos quedaremos” no suena como un himno de esperanza, sino como un mensaje de impunidad. La coreografía y luces que iluminan el festival contrastan con el sufrimiento real de quienes yacen bajo los escombros.

Eurovisión, que se presenta como un símbolo de paz entre naciones, se convierte así en una vitrina donde se exhibe una realidad distorsionada, dominada por la lógica del poder y la estética vacía. La música y el espectáculo sirven como cortina de humo que oculta crímenes y legitima la violencia.

Tensión en Basilea por la actuación de Israel en Eurovisión con lo cual se legitimó las matanzas en Gaza.

Un origen político con acento atlántico

Cabe recordar que Eurovisión no es un simple concurso musical. Fue creado en 1956 por la Unión Europea de Radiodifusión, en el contexto de la Guerra Fría, como un instrumento cultural del bloque occidental para promover valores de unidad, modernidad y libertad frente al socialismo soviético. Con apoyo tácito de la OTAN, el festival fue una herramienta de alineamiento ideológico y geopolítico.

Hoy, esa misma vitrina cultural permite que un Estado acusado de crímenes de guerra ocupe un lugar central en la escena europea, mientras las bombas siguen cayendo sobre Gaza. Esta contradicción no es casual; refleja las alianzas políticas y los intereses que priman sobre los valores éticos universales.

El doble rasero europeo

La hipocresía es evidente cuando se compara la exclusión de Rusia en la edición de 2022 por la invasión a Ucrania con la permisividad hacia Israel. La solidaridad europea se muestra intermitente y condicionada por afinidades geopolíticas. El “nunca más” que surgió tras los horrores del siglo XX se vuelve maleable y selectivo, aplicándose solo cuando conviene.

Leer Noticia  Abinader y Marco Rubio abordan en Washington la crisis haitiana y fortalecen cooperación bilateral

Los derechos humanos, en este contexto, se aplican con doble estándar. El agresor es aliado, lo que justifica su impunidad y la complicidad de quienes aplauden desde el otro lado del escenario.

Fascismo con purpurina

No se trata de una anomalía, sino de una lógica de poder que utiliza la cultura para blanquear la barbarie. El fascismo del siglo XXI no necesita símbolos tradicionales; su disfraz es el del entretenimiento, la música y el espectáculo. El horror, convenientemente iluminado y musicalizado, se vuelve digerible y hasta premiable.

Así, Europa se convierte en cómplice silenciosa de un genocidio, transformando la tragedia humana en un espectáculo que entretiene mientras destruye. Eurovisión, bajo las bombas, revela la fractura entre la ética y la estética, entre la justicia y el poder, entre la verdad y la propaganda.

Leer Noticia  Guerra de Ucrania: Lo no previsto por occidente del aislamiento a Rusia

Hola, 👋
Encantados de conocerte.

Regístrate para recibir contenido interesante en tu bandeja de entrada, cada mes.

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Si UMBRAL.COM.DO con el rigor periodístico que nos caracteriza puede publicar lo que los grandes medios no se atreven, con una línea editorial progresista y en defensa de la gente, es gracias al apoyo de nuestros socios y socias


cards

.

Deja un comentario

Noticias Relacionadas

Ultimas Noticias

Social Share Buttons and Icons powered by Ultimatelysocial
Scroll al inicio