Lo que comprobamos con la llegada de la Navidad es lo que vivimos en todo el curso del año, que lo divertido y bullicioso es exclusivo de una minoría de la sociedad, mientras que para la mayor parte de ella es tristeza.
Por Ramón A. (Negro) Veras
1.- La mayoría de mis connacionales se comportan contentos con motivo de la llegada de la Navidad, satisfacción que se transmite por tradición de generación en generación.
2.- En lo más profundo de su alma, mis coterráneos no tienen motivación de alegría para hacer de la Navidad una conmemoración, más allá de su contenido de fiesta por el nacimiento de Jesucristo.
3.- Para una mujer o un hombre sensible y consciente de la realidad de nuestro país, es un contrasentido estar de fiesta en el mes de diciembre ante el penoso cuadro que pinta la República Dominicana.
4.- ¿Quién ha dicho que es para hacer delicias, estar de regocijo, motivar risa, alborozarse ni mucho menos estar de júbilo navideño, al ver a la gente de nuestro pueblo al galope en procura de recibir una funda o una caja con alimentos?
5.- En lugar de alegrarse, es para entristecerse saber que la mayoría de nuestro pueblo está a merced de la voluntad política de otro para darle sentido de celebración a la Navidad.
6.- Resulta difícil de aceptar de buenas ganas que la gente del pueblo tenga que esperar el cálculo politiquero para disfrutar la fiesta del nacimiento de Jesucristo.
7.- Lo que comprobamos con la llegada de la Navidad es lo que vivimos en todo el curso del año, que lo divertido y bullicioso es exclusivo de una minoría de la sociedad, mientras que para la mayor parte de ella es tristeza.
8.- Los dueños del poder quieren que la Navidad sea aceptada por la mayoría de la gente de aquí, como que vive jubilosa, plácida, próspera y bienaventurada, y no infeliz, desventurosa.
9.- Si analizamos la existencia azarosa de la generalidad de nuestros conciudadanos, debemos de reconocer que muchos de los que tenemos segura una vida material y cultural somos responsables de su penosa condición.
10.- Como vive aquí la gente del pueblo de a pie, no es para generar pena, sino indignación acompañada de acción colectiva. No es cuestión de compungirse ante la indigencia, sino actuar para eliminar la causa que hace posible tanta afrenta social que entristece.
11.- Entre nosotros, algunas personas aceptan que para siempre, por los siglos, in saecula saeculorum, la mayoría va a permanecer arrastrándose por una dádiva navideña politiquera.
12.- Las dominicanas y los dominicanos que creemos en la verdad, sin mucho pensar debemos admitir que el pueblo dominicano no merece ser mantenido como una cosa cualquiera que solo puede ser objeto de caridad de ocasión.
13.- Las fundas, las cajas, los bonos navideños y otras entregas de lástima al pueblo pobre, deben servir para poner de mil colores a los que creemos que merecemos tener un mejor país para todas y todos vivir con dignidad.
14.- Las entregas de donaciones navideñas a los marginados sociales, lo que hacen es retratar por entero a un gobierno que se mantiene bajo un régimen económico que es opresor de la mayoría de sus gobernados.
15.- Nuevamente las fiestas navideñas dejan ver en nuestro país a millones de mujeres y hombres pobres, mendigos, necesitados y miserables, que las clases dominantes convierten en vivos ejemplos de un ordenamiento económico contrario a la prédica de Jesucristo.
16.- La República Dominicana está regida por un sistema social, económico y político, contrario a la celebración del nacimiento de Jesucristo que, se supone, ofrece bienestar colectivo con abundancia para hacer una fiesta popular y no de minorías.