Toques de queda en Los Ángeles y despliegue de la Guardia Nacional en Texas marcan la escalada de las manifestaciones
Por Julio Guzmán Acosta
Las protestas iniciadas en Los Ángeles contra las redadas migratorias del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) han trascendido la ciudad californiana para extenderse a varias grandes urbes de Estados Unidos, desatando una fuerte respuesta de las autoridades republicanas.
En Los Ángeles, epicentro original de las manifestaciones, se decretó el primer toque de queda desde el inicio de las protestas, en un esfuerzo por frenar los disturbios que incluyeron enfrentamientos con la policía y la quema de vehículos. La medida refleja la tensión creciente entre las autoridades locales, que consideran desproporcionada la política migratoria del Gobierno de Donald Trump, y el Ejecutivo federal, que ha respondido con un despliegue militar masivo.
En paralelo, ciudades como Nueva York, Chicago, Denver, Las Vegas, Atlanta, Filadelfia, Boston y Washington también han reportado manifestaciones, algunas con incidentes violentos, especialmente en las inmediaciones de las oficinas del ICE.
En Texas, el gobernador republicano Greg Abbott, aliado de Trump, ordenó el despliegue de la Guardia Nacional para contener las protestas previstas en ciudades clave como San Antonio, Houston, Dallas y Austin. Esta decisión convierte a Texas en el segundo estado con presencia militar ante las manifestaciones, a diferencia de California donde el despliegue fue rechazado por el gobierno estatal y municipal.
Las protestas, que comenzaron el pasado viernes en Los Ángeles, expresan la indignación de comunidades mayoritariamente latinas frente a las redadas y la política de deportaciones del Gobierno republicano. Frente a la escalada, Trump incluso amenazó con invocar la Ley de Insurrección, lo que facilitaría el uso del Ejército para controlar disturbios civiles en el país.
Mientras el Gobierno federal intensifica la presión, las manifestaciones programadas para los próximos días coincidirán con el desfile militar en Washington, organizado por Trump para celebrar los 250 años del Ejército y su cumpleaños 79, en un escenario marcado por la confrontación política y social.
La crisis migratoria y la respuesta represiva constituyen un nuevo capítulo en la polarización que atraviesa a Estados Unidos, con repercusiones profundas para la comunidad latina y los derechos civiles en el país.
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