«Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia». Nelson Mandela
Por Carlo Lara
Recibir una ayuda social en la República Dominicana en especial aquellas que son de temporadas como es el caso del “Bono Navideño“ se ha convertido en una de las actividades más humillantes, denigrantes y burlescas para los hombres y mujeres de esta nación.
Sin importar el gobierno de turno, esos programas de ayuda social se han caracterizado por ser excluyentes e inductivos en beneficio de particulares y sus ambiciones personales y políticas.
Recordemos aquellos años de los gobiernos del Dr. Joaquín Balaguer, en donde recibir una famosa caja de Navidad se convertía en una odisea difícil y odisea en donde las personas prácticamente amanecían al frente de aquella famosa casa ubicada en la Máximo Gómez No. 25.
Como olvidar esas penosas escenas de niños, jóvenes, hombres, mujeres y envejecientes discapacitados en el suelo dándose empujones, siendo maltratados y vociferando todo tipo de palabras e improperios solo por llegar primero a recibir una miserable caja de Navidad.
Hablemos un poco del origen de esta práctica clientelista, denigrante e irrespetuosa a la dignidad humana, denominada por la clase política dominante “ayuda social”.
Al escudriñar en algunas fuentes del pasado reciente, encontramos la motivación del presidente Balaguer para iniciar dicha práctica en sus gobiernos a partir del 1966.
Todo se remonta a la década de los años sesenta durante la administración del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, quien puso en marcha un programa de ayuda económica y social destinado a los países de América Latina, el cual recibió el nombre de “Alianza para el Progreso”, una estrategia orientada a disminuir la pobreza en los países de Latinoamérica a través de donaciones, dádivas a esos gobiernos.
Este plan del gobierno de los Estados Unidos, en procura de afianzar su hegemonía en los países de Latinoamérica, muchos de ellos bajo la influencia de gobiernos comunistas, sembró la semilla del clientelismo en países como la República Dominicana la cual dio comienzo a lo que hoy denominamos la cultura del dao.
Tal programa no solo dejó raíces en estos países, sino que además fue imitado en su totalidad por el Dr. Joaquín Balaguer que en sus años de gobierno patentizó la cultura de la dádiva a través de los programas sociales, no solo para luchar en contra de las ramificaciones comunistas, sino también, lograr imponerse electoralmente ante sus adversarios, utilizando el hambre y la necesidad de los más pobres en fechas claves como las fiestas de Navidad, día de Reyes, celebración de las Madres, en donde se repartían; alimentos, medicamentos, juguetes entre otras dádivas que permitieron crear grandes masas de apoyo a sus proyectos electorales.
Lamentable con la llegada del Dr. Leonel Fernández, en el año 1996; Hipólito Mejía en el 2000 y el Lic. Danilo Medina en el 2012; tal práctica denigrante, humillante continúo y se afianzó.
Llegamos al gobierno del Lic. Luis Abinader Corona, quién obtuvo la presidencia en el año 2020 enarbolando la famosa frase “El Cambio”, al parecer no hicieron caso a tan importante lema, pues ese mismo programa puesto en marcha por los Estados Unidos, continúa su imitación intacta, pese a algunas modificaciones de forma no de fondo. Nos referimos al “Bono Navideño”.
Es lamentable, triste ver a un hijo del Dr. José Francisco Peña Gómez, hombre correcto, humano, líder, amigo de los amigos, defensor de la dignidad humana, un luchador de sus orígenes, cómo es el caso de Tony Peña Guaba, encargado del Gabinete de Políticas Sociales del Gobierno del presidente Luis Abinader, presentarse en un hospital público a repartir tarjeta de Bono Navideño con valor de RD$1,500.00 pesos, recursos del Estado Dominicano sin control y verificación de quién necesita esos recursos, como si se tratara de recursos propios, acto que evidencia que es la continuación del programa de Kennedy e imitado por el Balaguerismo.
Definitivamente, la entrega del Bono Navideño ha sido un completo desorden, el simple hecho de que políticos, empresarios, y personas de un extracto social adinerado aparezcan como beneficiados es más que suficiente para que el presidente de la república Lic. Luis Abinader ordenara parar la entrega de esta tarjeta con motivo a la Navidad.
A todo esto debemos sumarle la burla y humillación por la que están pasando las personas pobres al ir a los puestos de entrega y prácticamente amanecer parados para recibir el dichoso bono, el cual representa un monto insignificante con la relación al costo de la canasta básica familiar, la cual supera según el propio Banco Central los 40 mil pesos mensuales.
Es propicio en este punto hacernos varias preguntas: ¿Qué pasó con el Sistema Único de Beneficiarios (SIUBEN)? quien debería ser garante de depurar quien necesita la ayuda y quién no. ¿Qué pasó con el programa Supérate el cual una de sus funciones es buscar la mejora y calidad de vida de las familias en situación de pobreza y vulnerabilidad social, además de tener a cargo la entrega de las tarjetas?
Es triste, lamentable y penoso ver a mi pueblo sometido a tal bajeza económica, lo correcto sería que en estos tiempos el gobierno dominicano debería apostar por crear las condiciones para que los jóvenes tengan más oportunidad, por aumentar los empleos, enfatizar en una educación de calidad y en disminuir los niveles de pobreza basándose en la generación de riquezas no de dádivas que solo han provocado a través de los tiempos humillar y burlarse de la miseria de los más pobres.