Con la serie empatada 1-1, Indiana Pacers y Oklahoma City Thunder se preparan para disputar dos partidos en territorio de los Pacers, en un duelo donde la profundidad, la agresividad y el apoyo local serán determinantes para definir quién toma la delantera hacia las Finales de la NBA.
Por Alejandro Fernández G.
En el escenario vibrante de estas Finales, el tiempo parece haberse detenido para los Indiana Pacers, un equipo que, pese a ser subestimado, se mantiene firme y decidido a escribir su propia historia. Frente a un Oklahoma City Thunder que llegó como el mejor de la temporada regular y favorito declarado, los Pacers han respondido con la valentía de quien sabe que el camino no será sencillo, pero que la batalla está lejos de definirse.
La serie, que llegó a un empate de 1-1, refleja la intensidad y la paridad entre dos conjuntos que, si bien muestran estilos distintos, han dejado claro que el trofeo no descansará en manos fáciles. La defensa sofocante del Thunder ha puesto a prueba la maquinaria ofensiva de Indiana, provocando pérdidas y desafiando la fluidez que este equipo suele exhibir. Sin embargo, lejos de ser una debilidad, esta presión ha revelado la fortaleza colectiva de los Pacers, que no dependen de una sola estrella, sino de un esfuerzo coral donde cada jugador aporta su fuerza.
Tyrese Haliburton, eje y alma del equipo, ha sido objeto de críticas tras un partido con cinco pérdidas, pero su valor trasciende las estadísticas. Su presencia en cancha marca la diferencia, y su agresividad será clave para que Indiana imponga su ritmo en casa. La profundidad de la plantilla, aunque puesta a prueba por la banca del Thunder, sigue siendo un activo que Rick Carlisle sabe aprovechar con inteligencia y paciencia.
El regreso a Indiana representa un punto de inflexión. La familiaridad del Gainbridge Fieldhouse y el aliento de una afición entregada pueden inclinar la balanza en favor de los Pacers. En este escenario, el aporte de jugadores como Bennedict Mathurin y la influencia decisiva de Pascal Siakam, quien enfrenta un emparejamiento favorable, deberán ser capitalizados para atacar la pintura y romper la férrea defensa rival.
Es cierto que el Thunder marcó el ritmo en los dos primeros encuentros, imponiéndose con amplias diferencias. Pero no se puede ignorar la gesta del Pacers al “robar” un partido en territorio adverso, una señal clara de que este equipo no solo está presente, sino que conduce la serie en actitud y convicción.
La pregunta que queda flotando es inevitable: ¿quién se atreve a dar por vencidos a los Pacers en el último cuarto, después de lo mostrado en estos playoffs? La respuesta es tan clara como el eco de las gradas de Indiana: nadie debería subestimar a un equipo que ha demostrado, con hechos, que está en el asiento del conductor.
Así, con la serie igualada y la batalla trasladándose a un terreno donde los Pacers sueñan con hacerse fuertes, el espectáculo está servido. El desenlace de esta historia aún está por escribirse, pero una cosa es segura: la lucha será intensa, y los Pacers, lejos de ser espectadores, aspiran a ser protagonistas absolutos.
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