Por Freddy González
“Primero vinieron por los socialistas, y no dije nada, porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y no dije nada, porque no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y no dije nada, porque no era judío; luego vinieron por mí, y no quedó nadie que hablara por mí”.
Martin Niemöller
Todos los días, cada hora y cada minuto desde su llegada al gobierno de los EE. UU., el presidente Donald Trump sorprende a la colectividad mundial anunciando medidas que parecen absurdas y descabelladas, pero que en realidad no lo son y nadie dice nada.
Su propósito de hacer de su país una gran nación en crecimiento y en expansión en detrimento de otros no importa sea al norte o al sur de su país, es un plan imperial fríamente calculado, pero nadie dice nada.
Puede ser no sólo ocupando el canal de Panamá sino también engulléndola entera, comprando u ocupando manos militares a Groenlandia, pero nadie dice nada.
Ocupando cualquier parte de Europa, Asia, África y sobre todo del medio oriente rico en petróleo y otros minerales indispensables para el desarrollo de las industrias, especialmente la bélica, pero nadie dice nada.
En sus planes políticos confluyen dos concepciones imperialistas y expansionistas, El Destino Manifiesto y El Espacio Vital, ambos de oscuros recuerdos para la humanidad, el primero por el despojo de la mitad del territorio de su vecino México y el segundo por haber conducido a una conflagración mundial con saldo de más de 60 millones de pérdidas humanas sin contar las enormes pérdidas materiales, pero nadie dice nada.
Ante el genocidio del ejército sionista de más de 50 mil ciudadanos palestinos, de los cuales el 80% unos 40 mil, son mujeres, niños y ancianos, nadie dice nada.
Trump acaba autorizar el envío a Israel de la bomba MOAB, de alto poder destructivo, para seguir usándola en su política de exterminio del pueblo palestino, pero todos callan por temor a represalias.
Dice que está dispuesto a apoyar a sus aliados Sionistas a que” Desatan el infierno” en lo que queda de la ya destruida franja de Gaza, si Hamas no accede a sus dictámenes, y todos hacen silencio.
Se abroga el derecho de decir: que los palestinos de Gaza no tendrían derecho a regresar en virtud de su plan de “propiedad” estadounidense del territorio devastado por la guerra, y la comunidad internacional lo contempla sin inmutarse.
Su última propuesta para solucionar la situación de la Franja de Gaza consistente en expatriar más de dos millones de palestinos de su país, lanzándolo a deambular por el mundo como mendigos sin techos, salud, alimentación y educación, pero nadie dice nada.
El nuevo faraón estadounidense dice que su país “tomará el control» de la Franja de Gaza y la construirá, convirtiéndola en la «Riviera de Oriente Medio»”. Ocupación que según él será a largo plazo, insistiendo en que es necesario el desplazamiento permanente de los gazatíes (ciudadanos de Gaza) fuera del enclave (de su territorio), y la comunidad internacional hace mutis frente a tal aberración.
Yo me pregunto: ¿qué derecho tiene Trump, que no sea el de la fuerza, a convertir un pueblo sedentario en nómada?
¿Quién lo ha nombrado juez para juzgar y decidir la suerte de lo que llaman gazatíes, a los que quiere ver fuera de ese enclave?; ¿Con quién pretende Trump repoblar su llamada “Rivera de Oriente Medio”?
Naturalmente que con sus socios los colonos israelíes.
Frente a los desmanes, abusos y arbitrariedades que a diario anuncia y comete Donald Trump, todos callan, unos por hacerse los graciosos con él y otros por miedo a desatar la ira del autoproclamado amo del mundo.
Solo que ese silencio cómplice nos traerá consecuencias de las que todos nos lamentaremos, y cuando caiga el telón de esta obra tragedia ya nadie podrá decir nada, porque nadie quedará para protestar y defender los derechos de millones de ciudadanos en todo el mundo.
Así de simple.