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Lamine Yamal, el joven desinhibido que liberó al Barça del miedo

El partido, intenso y crispado, comenzó con un ambiente tenso, marcado por un atropello masivo a las afueras del estadio y la amenaza latente de que el eterno rival pudiera reeditar un alirón tras dos años. El Espanyol, aunque con menor presión que en temporadas anteriores, aún lucha por su salvación, y puso sobre el campo toda su garra.

Por Julio Guzmán Acosta

En un parque de Mataró, Lamine Yamal pronunció una frase que lo acompañará para siempre: «Perdí el miedo». Y ese mismo miedo, el que a veces atenaza incluso a los más grandes, se lo quitó de encima al FC Barcelona en el derbi ante el Espanyol que coronó la temporada con el título de LaLiga.

No fue un acto heroico al estilo de un luchador callejero que desafía sin temor a los rivales, ni un choque directo contra la adversidad. No. Lo que hizo el desvergonzado adolescente fue una genialidad pura, una obra de talento superior. Un golazo con un disparo parabólico que se coló en la escuadra de manera magistral, ese tipo de gol que se convierte en marca de fábrica y que, aunque repetido, no pierde belleza ni mérito.

El Barça, liberado del «Complejo de Jonás» —ese miedo al éxito que a veces paraliza—, encontró en Yamal la chispa para romper la prudencia y encaminarse hacia la victoria. El joven delantero no solo abrió el marcador, sino que marcó en un partido importante, como él mismo ha declarado que suele hacer esta temporada. El derbi, con todo su peso emocional y la presión de sentenciar el título con anticipación, fue el escenario perfecto para que su zurda aterciopelada brillara.

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Por supuesto, no faltó la reacción de sus compañeros. Fermín se sumó a la carrera para rematar la faena y asegurar el alirón con un disparo cruzado en el minuto 90+5, en una jugada que desató la celebración final. Esta culminación fue acompañada por una curiosa ducha de aspersores activada por el Espanyol, más con intención de fastidiar que para evitar la fiesta azulgrana en el césped.

El partido, intenso y crispado, comenzó con un ambiente tenso, marcado por un atropello masivo a las afueras del estadio y la amenaza latente de que el eterno rival pudiera reeditar un alirón tras dos años. El Espanyol, aunque con menor presión que en temporadas anteriores, aún lucha por su salvación, y puso sobre el campo toda su garra.

El Barça, sin embargo, inició el encuentro con una cautela poco habitual, como si temiera verse obligado a remontar, a pesar de contar con una ventaja cómoda en la tabla. La primera parte estuvo dominada por un Espanyol que generó claras ocasiones y supo liberarse de la presión azulgrana con pases veloces hacia las bandas y apoyos de segunda línea, mientras que el Barça, con una defensa aún insegura por las ausencias de Cubarsí y Ferran Torres, parecía contenido.

El Barcelona no pudo celebrar el triunfo del partido y del campeonato de LaLiga en el estadio, porque El Español puso en funcionamiento los aspersores y así evitó la celebración de los jugadores y el cuerpo técnico del FCB.

Lewandowski, recuperado de una lesión que le mantuvo fuera de los terrenos de juegos varios partidos, intentó dar señales de vida pero sus disparos no encontraron puerta. Pedri fue la única nota de creatividad y peligro para los blaugranas, aunque fue minuciosamente marcado por la defensa periquita para neutralizar su influencia. El partido se volvió más físico, con interrupciones y fricciones habituales en los derbis, y el Barça tardó en encontrar su ritmo.

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Fue entonces cuando Lamine Yamal, hasta ese momento discreto, soltó las amarras y emergió con un gol que cambió el curso del encuentro y del campeonato. La genialidad del joven liberó al equipo, que empezó a mostrar una versión más fluida y confiada, con jugadores como Balde y Cubarsí aportando oficio y velocidad para controlar el juego hasta el pitido final.

Así, con la frescura de un talento precoz y la madurez de un equipo que supo aprovecharla, el FC Barcelona dio un paso más hacia el resurgir y la gloria, dejando atrás el miedo y celebrando otro título ( y ya son tres esta temporada),   que lleva el sello inconfundible de Hansi Flick y un equipo formado casi en su totalidad por jugadores jovenes, muchos de los cuales han sido formado en las categorías inferiores del FC Barcelona.

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