Juan Núñez Batista ha sido alto dirigente Nacional de la ADP y en la actualidad es el secretario general de la Unión Clasista de Trabajadores (UCT)
Por Julio Guzmán Acosta
En un país donde la historia política ha estado marcada por el conflicto y la represión, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) emerge como un faro de esperanza y diálogo. Fundada el 13 de abril de 1970, esta organización sindical del magisterio en la educación preuniversitaria, ha sido un baluarte en la defensa de los derechos democráticos y la promoción de una educación de calidad. En sus 54 años de existencia, la ADP ha tejido una historia rica en luchas y logros, enfrentándose a gobiernos intolerantes y abogando por una educación inclusiva y accesible para todos.
El profesor Juan Núñez Batista, un ferviente defensor de la educación y miembro activo de la dirección nacional de la ADP, se dirige al nuevo Ministro de Educación, Dr. Luis Miguel De Camps, con un mensaje claro: el diálogo debe ser la base de la relación entre el Ministerio y la ADP. En su carta, Núñez recuerda cómo, en un contexto marcado por la represión, la ADP hizo eco de las voces de aquellos que clamaban por la apertura de las escuelas y la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), cerradas por decisiones gubernamentales. Esta lucha inicial por la libertad de expresión y el acceso a la educación sentó las bases de lo que la ADP representa hoy.
Los primeros años de la ADP fueron un desafío constante, enfrentándose a un sistema que negaba los derechos fundamentales de los ciudadanos. Sin embargo, la voluntad de dialogar y buscar soluciones se convirtió en el motor de la organización. Con el cambio de gobierno en 1978, la ADP pudo enfocar sus esfuerzos en la mejora de la educación preuniversitaria, un giro que marcó el inicio de un periodo de mayor tolerancia política. Este contexto permitió a la ADP desarrollar una agenda educativa más ambiciosa, siempre buscando la calidad que la sociedad dominicana merece.
A través de nueve congresos ordinarios y un extraordinario, la ADP ha mantenido una visión clara: analizar la educación y presentar propuestas que impulsen su mejora. A pesar de haber enfrentado errores, la organización ha sabido mantener su compromiso con el pueblo dominicano, defendiendo inquebrantablemente los intereses de los profesores y, por ende, de los estudiantes. Núñez destaca que la ADP es un patrimonio de la clase trabajadora y del movimiento social, y cualquier intento de desacreditarla a través de campañas difamatorias o judicialización no contribuirá al desarrollo de una educación de calidad.

El diálogo, como bien señala Núñez, es un proceso que requiere la disposición de ambas partes. La ADP ha tratado de abordar problemas locales y nacionales de manera constructiva, antes de optar por movilizaciones o paros docentes. Esta posición refleja la disposición de la organización para encontrar soluciones a través del entendimiento mutuo. La firma del Acuerdo con el Ministerio de Educación (MINERD) es un claro ejemplo de su compromiso por establecer mesas de diálogo que permitan construir un sistema educativo más colaborativo.
El reto ahora recae sobre el nuevo Ministro de Educación. Núñez invita a De Camps a replicar el ambiente de diálogo constructivo que ha fomentado en el Ministerio de Trabajo. La experiencia del Ministro en la promoción del entendimiento y la cooperación puede ser clave para establecer una relación fructífera con la ADP. En un contexto donde la confrontación ha sido la norma, la invitación a dialogar y cumplir los acuerdos debe ser el nuevo norte.
La crónica de la ADP es, en esencia, una crónica de esperanza. En un país que ha visto demasiadas luchas y divisiones, el camino hacia una educación de calidad puede y debe construirse sobre la base del diálogo. Solo así se podrá responder a las necesidades de todos los dominicanos, creando un futuro educativo donde el compromiso y la colaboración sean los pilares fundamentales. La ADP está lista, y el llamado está hecho. Ahora, corresponde a las autoridades escuchar y actuar en consecuencia.