Por Servicios Umbral.com.do
San Juan, 2 de enero. – En su primer mensaje como gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González se comprometió a luchar por “la igualdad plena para todos los puertorriqueños”, una meta que, según ella, se alcanzará a través de la anexión de la isla a Estados Unidos. González, líder del Partido Nuevo Progresista (PNP), es una ferviente defensora de la estadidad, un estatus que convertiría a Puerto Rico en el 51º estado de la nación estadounidense.
Durante el acto de toma de posesión, celebrado frente al Capitolio, la nueva gobernadora afirmó: “La desigualdad que vive el pueblo de Puerto Rico la combatiré con toda mi fuerza”. Sin embargo, su enfoque ha generado preocupación en un sector significativo de la población puertorriqueña que ha mantenido una larga lucha contra lo que consideran una “vergonzosa anexión” a Estados Unidos.
Desde la colonización de la isla a finales del siglo XIX y su posterior conversión en un Estado Libre Asociado en 1952, muchos puertorriqueños han defendido su derecho a la autodeterminación y han rechazado la idea de convertirse en un estado de EE.UU. La historia está marcada por un fervoroso debate sobre el estatus político de Puerto Rico, donde se han llevado a cabo múltiples plebiscitos para decidir entre la estadidad, la independencia o el mantenimiento del actual estatus.
La promesa de González de luchar por la estadidad se produce en un contexto de tensiones políticas y sociales, donde muchos ciudadanos se preocupan por la pérdida de identidad cultural y la autonomía que podría conllevar la anexión.
Activistas y líderes independentistas han reaccionado con descontento ante las declaraciones de la gobernadora, argumentando que la búsqueda de la estadidad ignora el deseo de autogobierno y los derechos históricos del pueblo puertorriqueño.
Con las espectativas que González asume el cargo, el futuro político de Puerto Rico sigue siendo un tema divisivo, reflejando las complejidades de una isla que ha luchado por su lugar en el mundo y por su derecho a decidir su propio destino. La gobernadora, consciente de la polarización del tema, deberá navegar entre las expectativas de sus seguidores y las preocupaciones de aquellos que abogan por una mayor independencia y autonomía.