La Literatura es arte, pero también artificio; es ficción y realidad; es creatividad y singularidad. Realmente la Literatura es tantas cosas que a veces no podemos recordar, pero siempre deja sus huellas imperecederas en el paso de la historia, por eso nos permite hacer una conversación en el tiempo. Obras como “Don Quijote de la Mancha” no solo nos regala experiencia magistral, sino que también proyecta fragmentos de la vida del autor. A través de la locura del Caballero Andante y la sensatez de su fiel escudero, se filtra la esencia de un autor que, como el Quijote, enfrentó gigantes disfrazados de molinos y luchó contra las adversidades con el poder de la imaginación.
Miguel de Cervantes Saavedra nos dejó conocer aspectos de su vida a través de sus esta obra dejando huellas de su experiencia, como en el capítulo 40 “Donde se prosigue la historia del Cautivo” se nos cuenta sobre soldados que luego de la batalla de Lepanto estaban recluidos en un baño en Argel. En el desarrollo de esta historia se dice lo siguiente: “Sólo libró bien con él un soldado español llamado tal de Saavedra, el cual, con haber hecho cosas que quedarán en la memoria de aquellas gentes por muchos años, y todas por alcanzar libertad, jamás le dio palo, ni se lo mandó dar, ni le dijo mala palabra” la mención del apellido Saavedra, como el del autor de la obra, no se da por casualidad, sino más bien por intención propia, ya que resulta que al regresar a España después de participar en la Batalla de Lepanto (1571) y en otras campañas mediterráneas contra los turcos, el soldado Miguel de Cervantes fue capturado por piratas turcoberberiscos y llevado cautivo a la ciudad de Argel, en el norte de África. Así incorporó en su obra detalles de esta experiencia traumática, utilizando la ficción como un medio para narrar, desde una perspectiva simbólica y literaria, los años de sufrimiento y resistencia que vivió en cautiverio. La referencia al apellido Saavedra no solo actúa como un eco de su identidad, sino también como un recordatorio de las hazañas que, según los registros históricos y su propio relato, lo convirtieron en un personaje admirado incluso por sus captores.
Continuando con la exploración del Quijote como reflejo de la vida de Cervantes, surge una pregunta que muchos nos hemos planteado durante la lectura y análisis de esta obra: ¿por qué incluir a un narrador árabe llamado Cide Hamete Benengeli? La respuesta radica en la experiencia de Cervantes en Argel, donde tuvo contacto directo con la cultura musulmana. Este conocimiento, combinado con su inigualable creatividad, dio lugar a la creación de un personaje profundamente auténtico y original, que enriquece la narrativa del Quijote y añade una dimensión cultural fascinante.
Otro reflejo de Cervantes en Don Quijote es su familiaridad con los libros de caballerías, un género que marcó tanto al autor como a su protagonista. Entre estos, destaca Amadís de Gaula, la obra más mencionada por don Quijote a lo largo de la novela. Aunque en el texto se critica y satiriza este tipo de literatura, el profundo conocimiento que Cervantes tenía del género le permitió no solo parodiarlo con maestría, sino también rendirle un peculiar homenaje. Esta dualidad revela cómo el autor, al igual que don Quijote, se debatía entre la fascinación por los ideales caballerescos y la necesidad de cuestionarlos desde una perspectiva crítica y renovadora.
Un aspecto sumamente fascinante de esta obra, especialmente en el segundo libro, es la conciencia de los personajes sobre su existencia dentro de una narrativa. Además, se enfrentan a una versión apócrifa de su historia, lo que añade una capa metaficción única y refuerza la innovación literaria de Cervantes. Entonces, un punto esencial para que se desarrolle de la manera debida este aspecto es el prólogo del segundo libro, donde Cervantes habla de la versión apócrifa del Quijote, misma que, según una teoría, se le adjudica a Jerónimo de Pasamonte, enemigo de Cervantes que utiliza el seudónimo de Alonso de Avellaneda.
Jerónimo de Pasamonte, fue un soldado que participó en la batalla de Lepanto mencionada previamente, escribió más tarde un libro en el que se atribuía un rol heroico a sí mismo. Inspirado en este personaje histórico, Cervantes creó, en el primer libro, a Ginés de Pasamonte, un galeote liberado por don Quijote. Sin embargo, la representación de Ginés es una caricatura burlesca: un ladrón, embustero y traicionero, muy alejado de la imagen heroica que Jerónimo proyectaba de sí mismo.
Avellaneda, en el prólogo de su Quijote apócrifo, utilizó este espacio para lanzar ataques contra Cervantes, escribiendo: “él tomó por tales [medios] el ofender a mí y, particularmente, a quien tan justamente celebran las naciones más extranjeras y la nuestra debe tanto”. En respuesta, Cervantes aprovechó el extenso prólogo de la segunda parte de Don Quijote como un medio de expresión personal, aunque dejó claro que no buscaba venganzas ni disputas directas contra el otro autor. Además, aseguró que su versión concluiría con la muerte y el entierro de don Quijote, con el fin de impedir la creación de futuras continuaciones apócrifas. Esta postura se refuerza en el capítulo 59, donde aparece un personaje llamado Jerónimo es encontrado leyendo la versión apócrifa, y don Quijote, consciente de su existencia, lo confronta, declarando que él es el verdadero protagonista y que la obra que lee es falsa.
En Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes no solo creó una obra inmortal de la literatura universal, sino también un espejo en el que reflejó fragmentos de su propia vida y tiempo. A través de los sueños y desvaríos del caballero andante, de las referencias veladas a su cautiverio y de la sátira hacia los libros de caballerías, Cervantes hiló una narrativa que trasciende la ficción para dialogar con su realidad personal.
Bibliografía
De Cervantes, M. (1605). Don Quijote de la Mancha.
Eisenberg, D. (s.f.). Cervantes y Don Quijote. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Recuperado de:
https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cervantes-y-don-quijote-0/html/ffcf21ae-82b1- 11df-acc7-002185ce6064_1.html#inicio
Jímenez, A. (2004). Cervantes versus Pasamonte («avellaneda»): crónica de una venganza literaria. Recuperado de:
https://www.um.es/tonosdigital/znum8/portada/tritonos/CervantesPasamonte.htm#:~:text=Y %20P%C3%A9rez%20L%C3%B3pez%20recuerda%20que,2000%3A%20pr%C3%B3logo %2C%20196).
______________________________________________
La autora del artículo es estudiante de la Licenciatura en Lengua Española y Literatura en el Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña, recinto Félix Evaristo Mejía de Santo Domingo.
202210155@issu.edu.do