En un juicio histórico en Brasilia, el expresidente Jair Bolsonaro es acusado de liderar una organización criminal que buscó anular los resultados electorales de 2022 mediante un estado de sitio y la reanudación de comicios; testimonios clave, entre ellos el de su ex colaborador más cercano, revelan detalles de la conspiración y financiamiento ilícito, mientras la justicia brasileña avanza en la búsqueda de rendición de cuentas en uno de los capítulos más oscuros de la democracia nacional
Por Thiago Zorrilla Acosta
Brasilia – El ex presidente brasileño Jair Bolsonaro, figura emblemática de la ultraderecha latinoamericana, se encuentra en el epicentro de un proceso judicial sin precedentes que podría marcar un antes y un después en la defensa del Estado democrático en Brasil. Durante la jornada inicial del juicio en la Corte Suprema, su ex mano derecha, el teniente coronel Mauro Cid, confirmó la existencia de un plan para declarar un estado de sitio y convocar nuevas elecciones tras su derrota en 2022 frente a Luiz Inácio Lula da Silva.
La fiscalía acusa a Bolsonaro y a siete excolaboradores de encabezar una “organización criminal” con el propósito de desconocer los resultados electorales y evitar la investidura del mandatario izquierdista, un intento que, según el Ministerio Público, estuvo a punto de concretarse gracias a maniobras que incluían la prisión selectiva de autoridades y la creación de un controvertido “consejo electoral”.
Cid reveló que Bolsonaro no solo recibió y leyó el documento que delineaba dicha estrategia, sino que incluso “ajustó” el plan para que sólo él fuera encarcelado, un momento que provocó risas y comentarios irónicos en la sala del tribunal. Más grave aún fue la acusación sobre el financiamiento de una operación militar especial, cuyo propósito habría sido el asesinato de Lula, el juez relator Alexandre de Moraes y el vicepresidente Geraldo Alckmin, con dinero entregado en una caja de vino por el general Walter Braga Netto.
Mientras Cid declaraba con altibajos, respondiendo con dudas y negaciones, el exdirector de la Agencia Brasileña de Inteligencia y diputado Alexandre Ramagem negó haber difundido desinformación electoral y desvinculó a Bolsonaro de cualquier manipulación de datos para justificar el golpe.
El juicio, que se desarrolla en la misma sede del Supremo Tribunal Federal que fue vandalizada en enero de 2023 por seguidores bolsonaristas, es seguido con atención mundial y se transmite en vivo, evidenciando la gravedad de las acusaciones y la tensión política que atraviesa Brasil. Bolsonaro, que ha descalificado el proceso y mantiene su inocencia, afirmó con serenidad: “No tienen por qué condenarme, tengo la conciencia tranquila”.
Con interrogatorios previstos hasta el viernes y la posible incorporación de nuevos testigos, el caso promete ser un hito en la historia judicial brasileña, poniendo a prueba la fortaleza de las instituciones democráticas frente a quienes intentan subvertir el orden constitucional. En juego está no solo el destino del expresidente, sino la vigencia misma del Estado de derecho en una de las mayores democracias de América Latina.
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