Por Thiago Zorrilla Acosta
Hola Fiebruses. Cuando decidí aventurarme a empezar esta saga de viajes, nunca imaginé que estos me llevarían a tantos destinos del mundo, cada uno con sus características únicas que brindan grandes e inolvidables experiencias a un grupo selecto que valora lo que hago junto a mi socio Marcelo Molina para traerles recuerdos imborrables. Este año por primera vez visitamos Mendoza, meca del vino en Argentina, para vivir tres días de maridajes y experiencias culinarias únicas.
El viaje inició en Buenos Aires, la gran capital con aires de europeos que encanta enamora y trae historias de nostalgia, alegrías, amor y desamor. Hicimos un maravilloso tour visitando los lugares más icónicos de la capital, sus teatros, disfrutamos de su gastronomía, de su tango en las calles y también en teatros donde se mezcla las distintas corrientes de este sensual baile que enamora, y naturalmente jugamos dos maravillosas rondas de golf en los campos Pilar GC y Buenos Aires GC.
De Baires volamos a Mendoza y conocimos la ciudad de las acequias, para luego dirigirnos al Valle de UCO, zona de vinos en donde nos esperaban grandes experiencias. La Posada Salentein, ubicada a metros de los viñedos de su reconocida bodega (No. 18 del mundo), fue la sede de nuestro recorrido enológico. Una vetusta edificación que alberga las líneas de producción y añejamiento de donde salen esos néctares que nos alegran la vida.
Luego fuimos a ver el Sunset a Las Bodegas Gimenez Riili, culminando el día en nuestra posada. Al día siguiente fuimos a la Bodega Alfa Crux, en la cual, aparte de la experiencia de vinos, tuvimos un almuerzo de 6 pasos maridado con los distintos vinos y añadas de la producción. Una delicatessen al paladar que disfrutamos a más no poder. Al día siguiente salimos a San Carlos de Bariloche a disfrutar de sus preciosos paisajes con lagos, montañas nevadas, las hermosas plantas de retama que embellecen las rutas que nos llevaron a nuestra casa por los próximos 4 días, el Arelauquen Lodge, un hotel boutique que con su pequeño y coqueto lobby enamora y cautiva hasta al más frío de los mortales.
Esos días en Bariloche los pasamos a ritmo de 2 rondas de golf (una en el Llao Llao GC y el Arelauquen GC), visitas al Cerro Campanario, Tour Circuito Chico, Cervecería Patagonia, y nuestra excursión marquee navegando en el Lago Nahuel Huapi hasta llegar a un lugar privado en donde tuvimos nuestro almuerzo, bailes y vinos incluidos. El viaje concluye con una cena única en la casa de mi hermano Gustavo Colombo, en la cual además tenemos música en vivo y bailarines de tango.
El regreso a la capital es el cierre, pero volveré en 2025 a “mi buenos Aires querido” (como dice Gardel en su tango), y estoy seguro me disfrutaremos cada espacio y cada tiempo. El año próximo incluiremos a Calafate con sus glaciares, y a la mítica Ushuaia.