• El equipazo de Flick exhibió descaro en un segundo tiempo aplastante para largarse en lo alto de LaLiga con seis puntos de renta sobre el Madrid y demostrar una vez más al mundo que el talento de La Masia es interminable.
Por Julio Guzmán Acosta
El Santiago Bernabéu se convirtió en un escenario de gloria para el FC Barcelona, que en la noche de ayer sábado arrasó al Real Madrid con un contundente 0-4 en el Clásico más esperado de la temporada. En un duelo que evocó los mejores tiempos del fútbol culé, los jóvenes talentos de La Masia, encabezados por un Lamine Yamal que apenas tenía dos años cuando se vivió el histórico 2-6 en la casa blanca, deslumbraron y demostraron que el legado de la cantera sigue tan vivo como siempre.
Ante 78,192 espectadores, el equipo dirigido por Hansi Flick mostró un despliegue de juego y ambición que dejó sin aliento a la afición local. A pesar del miedo escénico que puede generar un estadio como el Bernabéu, el Barça salió decidido a imponer su estilo, dominando el partido. Lewandowski, el veterano goleador polaco, abrió la cuenta con dos goles en un abrir y cerrar de ojos, poniendo fin a la resistencia del Madrid.
El encuentro comenzó con un Madrid temeroso y precavido, que a pesar de contar con jugadores como Vinicius y Mbappé en su ataque, no logró concretar sus oportunidades. La férrea defensa culé, liderada por Iñaki Peña, quien se desempeñó como un auténtico líbero, frustró una y otra vez los intentos merengues de marcar, incluso cuando el VAR anuló un gol de Mbappé por fuera de juego.
El primer tiempo fue un juego de tanteo, donde el Barça apenas logró inquietar el área de Lunin. Sin embargo, la magia se desató en la segunda parte. Una modificación táctica de Flick al inicio del segundo tiempo cambió el rumbo del partido. Con la entrada de De Jong, el Barça tomó el control del medio campo y rápidamente encontró el camino hacia el gol. Un pase magistral de Casadó dejó a Lewandowski solo frente al portero, y el polaco no perdonó. En cuestión de minutos, el Bernabéu se silenció, incapaz de digerir la embestida culé.
Pero el espectáculo no terminó ahí. El joven Lamine Yamal, quien ya había sido objeto de admiración en su debut internacional, selló su nombre en la historia del Clásico con un gol espectacular, poniendo el 0-3 en el marcador. Su potente disparo a la escuadra dejó a los aficionados madridistas en estado de shock, mientras que los culés celebraban con fervor. Raphinha, que también tuvo una actuación destacada, cerró la cuenta con un cuarto gol que desató la locura entre los 500 aficionados culés que se dieron cita en la capital de España.
El Real Madrid, a pesar de sus esfuerzos por reaccionar, se vio superado en todos los aspectos; el plan de Ancelotti no funcionó y la presión alta del Barça resultó ser letal. La defensa madridista, que había sido considerada impenetrable, sucumbió ante la valentía y el talento de una generación de futbolistas que, aunque jóvenes, mostraron una madurez y calidad dignas de los grandes.
Este resultado no solo dejó al equipo de Ancelotti tocado, sino que también reavivó la llama del barcelonismo, que comienza a soñar con un futuro prometedor a la sombra de estos jóvenes prodigios. A medida que el equipo regresa a casa, el eco de “Viva la vida” resuena en sus corazones, mientras se preparan para seguir escribiendo su propia historia, una historia que, sin duda, estará marcada por el resurgimiento de un Barça que vuelve a brillar en el firmamento del fútbol mundial.