Por Julio Guzmán Acosta
La reciente visita del secretario de Estado estadounidense Marco Rubio a la República Dominicana ha dejado al descubierto una vez más la sumisión del gobierno de Luis Abinader y el PRM a los intereses de la administración de Estados Unidos. Este episodio, que podría parecer un simple acto de cortesía diplomática, en realidad es un reflejo de la política entreguista y dependiente que ha caracterizado al actual gobierno dominicano, especialmente en su relación con Washington.
Uno de los hechos más polémicos que han marcado esta visita es la entrega del avión venezolano retenido en el país a las autoridades estadounidenses. Este avión, que pertenece al Estado venezolano, fue confiscado bajo presiones de Estados Unidos, y su entrega no solo viola principios básicos de soberanía y derecho internacional, sino que también demuestra cómo el gobierno de Abinader actúa como un títere al servicio de los intereses geopolíticos de Donald Trump.
La administración de Abinader ha justificado esta acción bajo el argumento de que el avión estaba vinculado a actividades ilícitas, una narrativa que coincide con la retórica anti venezolana impulsada por Washington. Sin embargo, lo que no se dice es que esta entrega forma parte de una estrategia más amplia de injerencia y desestabilización contra Venezuela, en la que el gobierno dominicano ha decidido participar de manera activa siguiendo las órdenes de la Casa Blanca.
La visita de Marco Rubio, conocido por su postura dura contra los gobiernos progresistas de América Latina, no es casual. Rubio, uno de los arquitectos de la política exterior agresiva de Trump hacia la región, ha encontrado en el gobierno de Abinader un aliado dispuesto a seguir al pie de la letra las órdenes de Washington. Esta alianza no solo perjudica la imagen internacional de la República Dominicana, sino que también la convierte en cómplice de una política injerencista que busca socavar la soberanía de otros países.
Lo más preocupante de todo esto es la falta de autonomía que muestra el gobierno dominicano en su política exterior. En lugar de defender los intereses nacionales y promover una relación de respeto mutuo con otros países, Abinader ha optado por alinearse de manera incondicional con Estados Unidos, incluso cuando esto implica actuar en contra de principios básicos de soberanía y no intervención.
La entrega del avión venezolano es solo un ejemplo de esta política entreguista. Con esta acción, el gobierno dominicano no solo ha violado normas internacionales, sino que también ha sentado un precedente peligroso: el de permitir que su territorio sea utilizado como plataforma para la injerencia extranjera.
En un momento en que América Latina necesita líderes que defiendan la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, el gobierno de Luis Abinader ha decidido seguir el camino opuesto. La visita de Marco Rubio y la entrega del avión venezolano son una muestra clara de que, bajo la actual administración, la República Dominicana ha renunciado a su independencia política para convertirse en un peón al servicio de los intereses de Estados Unidos.
Es hora de que el pueblo dominicano tome conciencia de las consecuencias de esta política entreguista y exija un gobierno que defienda los intereses nacionales por encima de los intereses extranjeros. La soberanía no se negocia, y menos aún se entrega a cambio de favores políticos.