Por Brendalis Reyes
Managua, Nicaragua – En un paso significativo y radical en su política exterior, el Gobierno de Nicaragua, bajo la dirección del presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, ha decidido romper relaciones diplomáticas con Israel, argumentando una postura de solidaridad con el pueblo palestino y en conmemoración de un año del conflicto en la región. El comunicado oficial emitido por el Ejecutivo nicaragüense denuncia lo que califica como un “brutal genocidio” perpetrado por el “Gobierno fascista y criminal de guerra de Israel” contra los palestinos.
La decisión fue comunicada en medio de la creciente tensión internacional y acompaña exigencias de la Asamblea Nacional de Nicaragua, que ayer aprobó de manera unánime una resolución que condena la agresión israelí. En esta sesión especial, celebrada en Managua y que contó con la presencia del canciller Valdrack Jaentschke, los legisladores sandinistas expresaron su firme rechazo a lo que consideran un acto de agresión sistemática y exterminio por parte del ejército israelí, declarando a Israel “enemigo de la humanidad”.
“En solidaridad permanente con el pueblo y Gobierno de Palestina, con los pueblos que sufren el martirio, la destrucción y la barbarie”, el Gobierno nicaragüense fundamenta su medida en un compromiso con el derecho internacional y las convenciones que deben regir las relaciones entre naciones. Nicaragua se presenta como ejemplo del apoyo a Palestina, lo que marca un notable énfasis en su política exterior y un alineamiento con otras naciones de la región que han tomado posturas similares.
El comunicado también extendió un mensaje de apoyo y condolencia a las familias israelíes que están en medio del conflicto, reconociendo que viven momentos difíciles “producto de la desmedida brutalidad y odio del Gobierno de Israel”. Esta dualidad en su mensaje indica un intento de balancear el apoyo a los palestinos con empatía hacia la población israelí, una estrategia que busca humanizar la postura del gobierno sandinista a pesar de su fuerte retórica contra el Estado israelí.
Desde hace un año, Nicaragua ha mantenido una postura proactiva en la condena del uso de la fuerza en el conflicto Israel-Palestina. Ortega ha reiterado públicamente la solidaridad con la causa palestina, condenando lo que ha denominado agravamiento de la situación en la región. La reciente decisión de romper relaciones diplomáticas con Israel puede ser vista como un fortalecimiento de esta posición, un intento explícito de alinearse con fuerzas que buscan la justicia para Palestina en la esfera internacional.
La reacción a esta decisión por parte de la comunidad internacional y el propio Estado de Israel será observada de cerca; las relaciones diplomáticas, particularmente en un mundo interconectado por desafíos económicos y políticos, son a menudo influenciadas por tales movimientos. Nicaragua, con esta ruptura, se posiciona firmemente en el mapa global como un defensor de lo que considera los derechos de los palestinos, pero también carga con el peso de las repercusiones que esta decisión pueda acarrear.
La Asamblea Nacional y el Gobierno nicaragüense han reconocido la gravedad del conflicto en el Medio Oriente, no solo a través de sus declaraciones sino también en el contexto geopolítico más amplio que abarca Siria, Líbano, Irán y Yemen, donde la violencia y la inestabilidad siguen siendo predominantes. En este sentido, su mensaje se amplía más allá de la cuestión palestina, alertando sobre los peligros que representa para la paz y la seguridad que se extienden a toda la región.
La ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, un acto que podría reconfigurar alianzas en la región, refuerza la imagen de Nicaragua como un actor clave en la defensa de los derechos humanos a nivel internacional. A medida que el conflicto israelí-palestino continúa evolucionando, la postura de Nicaragua no solo resonará en su propia población, sino que también tendrá implicaciones significativas en las dinámicas diplomáticas en América Latina y más allá. La firmeza con la que el Gobierno de Ortega ha abordado esta decisión puede abrir un nuevo capítulo en las relaciones exteriores del país, una narrativa centrada en la defensa de los derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos.