Por Ramón Luna
Aunque mi escrito podría parecer exagerado; no lo es y sería una pena que lo que estoy pensando se haga realidad.
El escenario político y los pronunciamientos de los partidos de la oposición me recuerda esa época en la que había que inventar la información cuando no se producían hechos lamentables.
Los reporteros llegaban a los barrios y cuando no había nada que reportar le pagaban a los tigres para que crearan algún disturbio que justificara su traslado y les hiciera parecer competentes. Los susodichos quemaban neumáticos, amenazaban a los choferes y, si era necesario, rompían algún escaparate. Ese periodismo mediocre sin saberlo daba cumplimiento a lo dicho por Voltaire: Si Dios no existiera, habría que inventarlo.
El extremo de esta falta de escrúpulo lo materializó el presentador brasileño Wallace Zousa. Zousa pagaba a los sicarios para que ejecutaran a bagabundos, palomos y prostitutas en las favelas brasileñas. Es imperdonable que alguien llegara a ese extremo con el único propósito de transmitir el hecho como una exclusiva en su programa de televisión. Para algunos, como Zousa, el antiguo “rating”-ahora view-lo justifica todo.
Los resultados del proceso electoral del pasado mes de febrero y la hecatombe que pronostican las encuestas para las presidenciales y congresuales de mayo tiene a la oposición con ascuas en la cabeza.
Al esperpento de atribuir la derrota al uso de los recursos del estado, argumento para el que carecen de moral e insulta la inteligencia de la población, se sumaron excusas que parecen sacadas de una película de ficción.
Quienes hablaron de los hackers que entraron por el Aeropuerto del Higüero, la compra masiva de cédulas y el intercambio de votos por cocaína eran serios candidatos a humorista del año en los Premios Soberanos. Todo esto pasará a la historia como la más funesta de las estrategias políticas.
Muchos nos preguntamos si Leonel Antonio Fernández Reyna perdió los papeles, no imaginabamos al político más poderoso de los últimos 30 años haciendo tamaño ridículo. Su desconcertante comportamiento ha hecho añicos su legado y está destrozando la carrera de su hijo, como le sucede a quien caé entre las patas de los caballos.
Sabíamos que este proceso liquidaría la carrera de muchos activos de la política nacional y daría paso a una nueva generación dispuesta a no envejecer en el círculo de espera, lo que no sospechabamos era que algunos terminarían tirando todo por la borda por no controlar sus ambiciones de poder.
Mi temor es que estén tan desquisiados que terminen imitando a la lacra de Zousa, no es descabellado que algunos lleguen a provocar incidentes lamentables con el sólo proposito de desacreditar el proceso. Parafraseando al fenecido cantante Don Tony Seval, figura icónica de nuestro merengue: a nadie le conviene que le salga un muerto.
La escena provocada en San Juan de la Maguana por Lucía Medina, las amenazas proferidas por Rubén Maldonado y la solicitud de que el encargado de la seguridad del proceso electoral sea reemplazado no son fortuitas. En mi opinión, son movimientos friamente calculados.
Hay que estar atentos, andan buscando un muerto y sería lamentable que lo consigan.
Nuestra democracia es sólida y tenemos tres décadas realizando procesos electorales ejemplares. Debemos, como un compromiso sagrado, defenderla al precio que sea. Sí, al precio que sea.