Por Ramón Luna
Los pronunciamientos del expresidente Leonel Fernández, de Don Omar Fernández, candidato a senador por la Fuerza del Pueblo en el Distrito Nacional, y de sus acólitos respecto a la participación del presidente Luís Abinader en la campaña política, es la mayor demostración de que este proceso terminó antes de que se cuenten los votos.
Es de imberbes pensar, que en unas elecciones presidenciales y congresuales el presidente y candidato del partido de gobierno se quedaría encerrado en su casa mientras la oposición difunde bulos y trata de desacreditar el proceso. También es una bobaliconada creer, que el Partido Revolucionario Moderno renunciaría a matar varios pajaros de un tiro y dejaría pasar la oportunidad de liquidar a un grupo de políticos que no tienen nada que ofrecer al pueblo dominicano.
La estrategía de sustentar la campaña de Omar contando con los votos de la militancia del Partido Revolucionario Moderno fue descabellada e infantil, pero es más descabellado pretender, que la maquinaria del partido y el presidente Abinader dejarían a Don Guillermo Moreno, candidato a senador por el PRM y aliados en el Distrito Nacional, solo.
Nuestra historia electoral está repleta de candidaturas locales que han sido asumidas y ganadas por el presidente y el partido de turno. Una muestra de ello es que muchos candidatos cuando se han presentado sin el respaldo del lider y otros activos del gobierno han sido derrotados sin paliativos. Cualquier relación que este comentario guarde con la figura de Don Nelson Guillén, exsindico y diputado por la Provincia de San Cristóbal, es pura coincidencia.
El mejor activo de muchos candidatos es que se lo dan todo hecho y recursos por un tubo y siete llaves. ¡Así es muy bueno!
En 1994 el doctor Joaquín Balaguer y el Partido Reformista Social Cristiano, quienes auparon la candidatura de Victor Hugo Hermández (Tito Hernández) a senador por la Provincia de San Cristóbal, aplastaron las aspiraciones de Don José Osvaldo Leger. Para el fenecido lider aquello fue un asunto personal y no descansó hasta que arruinó la carrera política del último sancristobalense que tuvo talante de presidente. Tampoco habrían sido posibles las estrafalarias victorias del Partido de la Liberación Dominicana, sin la total implicación del expresidente Fernández en las campañas de sus candidatos. La mayor expresión de dicha implicación fueron los resultados de las elecciones de 2012. Elecciones que fueron ganadas a papeletazos limpios y con el arbitro a favor.
Hay que recordar que el estado que aupó a Danilo Medina en el 2012, fue el mismo que lo humilló en el proceso interno del 2007.
Vainas que van
Vainas que vienen
Hoy si; mañana no
Depende de si convienen.
Margarita Cedeño, dicho por ella misma, no fue candidata “porque Leo no quiso”.
Donde ellos compraron, venden.
El peor enemigo de las aspiraciones de los candidatos de la oposición es la hemeroteca, basta con un click para que afloren todas las diabluras cometidas por estos señores en el pasado reciente y esto los invalida para hacer cualquier tipo de crítica a los candidatos oficialistas.
Don Omar Fernández, quien quiere borrar con mierda de gato el vínculo que lo une a su padre, lo había tenido muy fácil. Ahora hay que apechugar y es muy cuesta arriva cuando todo lo has conseguido dedocráticamente.
Para el Partido Revolucionario Moderno e incluso para el Partido de la Liberación Dominicana, la derrota de la “Promesa Fecunda” es más simbólica que práctica. Un senador más o un senador menos, en este caso, no tendrá ninguna incidencia en el control que el PRM tendrá del Poder Legislativo, pero mataría dos pajaro de un tiro. De esta forma, con movimientos friamente calculados, Danilo Medina jodió el pasado y el futuro del tres veces presidente y del único dominicano, a “sigún” su prepotencia, que sabe conceptualizar.
Lo positivo de esta catástrofe es que se abrirá una oportunidad de oro, para que surja una oposición renovada, con ideas nuevas y que pueda contribuir al fortalecimiento de la democracia dominicana.
Termino diciendo, que ya está bien de tanto lloriqueo. Lloriqueo cuyo único propósito es provocar lástima y justificar la contundente paliza que le propiciará el Partido Revolucionario Moderno en las elecciones del próximo 19 de mayo.