CARLOS LARA
La decisión del presidente actual del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Danilo Medina Sánchez y su secretario general Charles Mariotti de no repostularse en sus cargos de dirección, envían un mensaje inequívoco a la dirigencia alta, media y baja de esta organización política de que los cambios en los próximos meses serán radicales y definitivos dada la coyuntura actual.
Al analizar la situación del PLD luego de la estrepitosa caída en las elecciones presidenciales y congresuales el pasado 19 de mayo en donde solo obtuvo un pírrico 10.73% de los votos emitidos a nivel nacional nos recuerda al poeta y narrador italiano Alessandro Manzoni quien afirmaba que “Los pueblos aprenden más de una derrota que los reyes de la victoria”.
Totalmente de acuerdo con estas palabras de Manzoni, pues la vergonzosa participación del PLD en el proceso recién finalizado obliga a toda su dirigencia a moverse y salir de la zona de confort y más que eso a actuar rápido y con precisión por la permanencia de esta institución en el accionar político dominicano. Es lamentable observar al PLD a la puerta de la desaparición, luego de ser protagonista en los últimos 20 años de las grandes transformaciones sociales, económicas y educativas en la República Dominicana.
El principio del fin para el PLD inició en el año 2020, cuando producto a una división interna y el desgaste propio de 16 años de gobierno de forma ininterrumpida obtuvo un 37.46% en las elecciones, para las municipales del año 2024, decayó a un 23.7% y por último, el 10.73% en las presidenciales de ese mismo año.
Estos resultados han provocado un movimiento que ha nacido desde las entrañas del propio partido morado: «Las Bases», recordemos el lema del PLD: “Servir al Partido para Servir al Pueblo”. Los hombres y mujeres que representan a esta organización reclaman, fuerte y claro:” ¡Renovación, Renovación!
En este punto de nuestra reflexión se hace imperioso hacer un recordatorio a las autoridades actuales y a la comisión que será dirigida por Cristina Lizardo para la realización del próximo Congreso. Permitan que las personas humildes, sin abolengo y linaje, pero bien formadas, capacitadas y con experiencia política, tengan la oportunidad de formar parte de las nuevas direcciones políticas, alta y media del PLD, sean protagonistas de un proceso democrático, limpio y diáfano por el bien y el futuro de esta organización política.
El PLD necesita un congreso transformador, pero, además, más que eso, los militantes exigen, necesitan que los responsables de la derrota deshonrosa y humillante del pasado 19 de mayo salgan del Comité Político y Central, de las presidencias municipales y provinciales a nivel nacional. Para nadie es un secreto que la mayoría de ellos irresponsablemente no apoyaron a su candidato Abel Martínez. Si se aspira a un PLD nuevo, esto debe tener consecuencias para que en el futuro jamás se vuelva a repetir. Este partido político, en lo adelante, debe apartarse de la vieja, odiosa y excluyente práctica de los grupitos, acuerdos de aposento y el familiarísimo político, mismo que ha incentivado la división y holgazanería de muchos dirigentes en la geografía nacional.
Hoy esa organización se juega su existencia para las próximas elecciones, su dirección política actual y la comisión que organizará el próximo Congreso deben tener consciencia de que las decisiones a tomar en los próximos meses serán definitivas para el PLD. Agregar, como un elemento positivo, la actitud de algunos dirigentes altos de levantar su voz y hacer un llamado a producir cambios estatutarios, incluso pedir la renuncia de los actuales miembros del Comité Político y de otros organismos de dirección.
Al parecer la sensatez permeó su entendimiento y han hecho consciencia de la situación difícil y complicada en la que se encuentra uno de los principales partidos del sistema democrático de la República Dominicana. “Más claro no canta un gallo”. Hoy las bases del PLD imploran y se aferran a la idea de que pronto rodarán cabezas en esta organización, los peledeistas de a pie, reclaman a un PLD agresivo, luchador, tenaz, ellos exigen una organización política que acompañe al pueblo en sus reclamos por la dignificación social, más empleo, oportunidades para los jóvenes, mayor seguridad, una educación de calidad y un sistema de salud digno y humano.
Sus miembros exigen un PLD que conecte con la nueva realidad política y social dominicana. El PLD tiene cuatro años para reflexionar, reorganizar y relanzarse, se puede con entusiasmo, energía, apartando a los dirigentes egoístas y lleno de odio compuesto por los mismos grupos antagónicos que por décadas han gravitado en esta organización provocando que hoy se encuentre al borde del abismo. “Más claro no canta un gallo”.
Un consejo a las autoridades actuales, escuchen las bases, escuchen a la sociedad y hagan una ¡Renovación real y plena, no olviden un solo instante las palabras del político Británico Winston Churchill quien dijo!: “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo”. Solo así el PLD evitaría la extinción definitiva.