El presidente ecuatoriano Daniel Noboa, dijo que su país ha trabajado para sacar adelante la XXIX Cumbre Iberoamericana, pero sus esfuerzos no han logrado la asistencia de los principales presidentes de la región.
Por Servicios Umbral.com.do
La XXIX Cumbre Iberoamericana, que se inauguró este viernes en Cuenca, Ecuador, se presenta como un evento marcado por la notable ausencia de líderes latinoamericanos, un hecho sin precedentes en la historia de este foro que comenzó en 1991. Con el lema “Innovación, inclusión y sostenibilidad”, la cumbre se desarrolla en un contexto de tensiones políticas y sociales que han llevado a la falta de representación de varios países clave en la región.
El anfitrión, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa, es el único mandatario latinoamericano presente en la cumbre, mientras que las sillas de México, Nicaragua, Venezuela, Brasil y Argentina permanecen vacías, simbolizando las relaciones rotas con Ecuador. Esta situación plantea interrogantes sobre la efectividad y el futuro de un foro que, en teoría, busca fomentar la cooperación y el diálogo entre las naciones iberoamericanas.
La escasa asistencia de líderes ha sido un tema recurrente en las conversaciones de los delegados, quienes trabajan para adoptar una declaración que recoja los acuerdos alcanzados en las reuniones preparatorias. Sin embargo, las negociaciones se ven obstaculizadas por la resistencia de algunos países a aceptar políticas de género y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La disconformidad de Cuba con la propuesta de Argentina de eliminar una condena al bloqueo estadounidense añade otra capa de complejidad a las discusiones.
El secretario general iberoamericano, Andrés Allamand, reconoció la difícil situación que enfrenta la región, señalando que “sería absurdo ignorar que la región vive tiempos convulsos”. Su llamado a la cohesión y al multilateralismo resulta complejo en un momento en que la fragmentación y la polarización parecen dominar el panorama político. Allamand enfatizó la importancia de alcanzar consensos en un momento donde los conflictos y las injusticias son cada vez más evidentes.
La ausencia de los más importantes líderes de la región en la cumbre no solo refleja las tensiones políticas actuales, sino que también plantea la pregunta de qué futuro le espera a Iberoamérica. La falta de representación de países como México, un actor clave en la región, y la ausencia de otros líderes influyentes, como los presidentes de Brasil y Argentina, deja un vacío que podría dificultar la capacidad del foro para abordar los desafíos que enfrenta la región.
A pesar de estos obstáculos, Noboa se mostró optimista y comprometido con la idea de que la cumbre puede ser un espacio para generar soluciones innovadoras. En su discurso inaugural, destacó la necesidad de abordar problemas como el crimen organizado, el cambio climático y la inclusión laboral de los jóvenes. Su llamado a la colaboración entre el sector empresarial y el gobierno para fomentar la empleabilidad y la educación es un paso en la dirección correcta, pero queda por ver si estas propuestas encontrarán eco en un contexto donde la falta de consenso es palpable.
La cumbre continuará con sesiones plenarias en las que se espera que los delegados discutan temas cruciales para el futuro de la región. Sin embargo, la falta de liderazgo y la fragmentación política plantean serias dudas sobre la capacidad de Iberoamérica para unirse en torno a objetivos comunes. En un momento en que el mundo necesita más cooperación y solidaridad, la XXIX Cumbre Iberoamericana se enfrenta al desafío de demostrar que, a pesar de las ausencias, puede ser un catalizador para el cambio y la unidad en la región.
La historia de la cumbre está marcada por la búsqueda de consensos y la promoción de la inclusión, pero la realidad actual sugiere que el camino hacia la cohesión será arduo. La ausencia de líderes clave no solo es un reflejo de las tensiones políticas, sino también un indicativo de que el futuro de Iberoamérica depende de la capacidad de sus naciones para superar diferencias y trabajar juntas en la construcción de un futuro más próspero y equitativo. La XXIX Cumbre Iberoamericana, aunque marcada por la ausencia, podría ser la oportunidad para reivindicar la importancia de la cooperación en un mundo cada vez más dividido.