Por Arturo F. Guzmán
La Semana Santa ha sido, a lo largo de generaciones, una de las festividades religiosas más arraigadas en la cultura dominicana. Un tiempo de reflexión, recogimiento espiritual y unión familiar. Sin embargo, en los últimos años, esta celebración ha cambiado drásticamente. Hoy, muchos dominicanos experimentan la Semana Santa de una manera muy distinta, donde la fe se ha visto eclipsada por la búsqueda de descanso y diversión.
Un Tiempo de Reflexión
Antiguamente, la Semana Santa era un período de profundo respeto y espiritualidad. Eduardo Luna Vilorio, de 45 años, recuerda cómo en su infancia «ni siquiera se iba a la playa esos días, porque se creía que podrían ocurrir catástrofes si se iba en contra de lo que decían las Sagradas Escrituras». Para él, esos días eran sagrados: «No se realizaba ninguna actividad, absolutamente ninguna. Ni se cortaba leña, ni se hablaba».
Carmen Guzmán Acosta, de 76 años, comparte una experiencia similar: «Se mantenía un respeto profundo por lo que representa este período. No había playas ni bebidas alcohólicas. Todo se centraba en la espiritualidad». La Semana Santa era un tiempo dedicado a la oración, la meditación y la comunidad.
Transformación de la Celebración0
Sin embargo, el informe del Latinobarómetro 2024 revela un cambio significativo en la afiliación religiosa en la República Dominicana. En 2010, el 65% de la población se identificaba como católica; en 2024, esa cifra ha descendido al 43%. Al mismo tiempo, el número de personas que se identifican como evangélicas ha crecido del 18% al 28%.
Hoy, muchos jóvenes ven la Semana Santa de una manera diferente. Para Ángel Feliu , de 35 años, es un «feriado largo»: «Vamos a la playa a disfrutar con mi familia y amigos, sin pensar demasiado en el significado religioso». Brendali Cuevas, de 27 años, coincide: «Espero esta época para planificar un viaje con amigos o familiares, pero no voy a la iglesia, ni en esos días ni en otro momento».
No obstante, no todos los jóvenes comparten esta desconexión espiritual. Angel Morla, de 18 años, asiste a la Parroquia San Vicente de Paúl y siente que su fe se fortalece en esta época: «No me pierdo ninguna de las actividades».
Un Contexto Sociocultural Cambiante
El Antropólogo Aquiles Castro analiza estos cambios y los relaciona con la evolución de la sociedad dominicana. Según él, el «destape dominicano» tras la muerte del dictador Rafael L. Trujillo ha permitido que la sociedad se libere de las estrictas restricciones del pasado, afectando tradiciones como la celebración de la Semana Santa. «Ahora mismo es más secular que sagrada», afirma.
Castro destaca que la globalización ha influido en este cambio, transformando la Semana Santa en un evento comercial más que espiritual. «Estamos pendientes de ella por lo que significa vacaciones, descanso y turismo, que por lo que podría ser dedicar tiempo al espíritu», concluye.
Reflexiones Finales
La Semana Santa en la República Dominicana es un reflejo de cómo la sociedad ha evolucionado en sus valores y percepciones. Lo que antes era un tiempo de devoción y recogimiento, hoy se ha convertido en una oportunidad para el disfrute colectivo. La desconexión de los aspectos espirituales de esta celebración plantea preguntas sobre el futuro de las tradiciones en un mundo cada vez más influenciado por el turismo y la cultura del ocio.
Así, la Semana Santa se encuentra en un cruce entre la fe y la diversión, un momento que invita a la reflexión sobre el verdadero significado de esta festividad en el contexto contemporáneo.