RAMON LUNA
Los disturbios ocurridos en el pasado reciente en Los Estados Unidos de América, La República de Brasil, La dictadura de Nicaragua y la dictadura de Venezuela, son una clara señal de la amenaza que el populismo representa para la democracia.
El populismo no tiene ideología, pero se sirve de ellas. Por tal razón, hay populistas de “izquierda” y populistas de “derecha”. Muchos ciudadanos de países desarrollados, en un gesto de arrogante superioridad, se refieren a las naciones subdesarrolladas con la peyorativa expresión de “República Bananera”. En este caso la palabra bananera, acuñada por el novelista William Sídney Porter en 1904, es sinónimo de dictadura, soborno, corrupción, pobreza y falta de institucionalidad. Nota: pila de come guineos, así llamamos a la banana en República Dominicana, ven con desprecio sus países de origen.
Si analizamos figuras como las de Hugo Rafael Chávez Frías, José Daniel Ortega Saavedra, Jair Messias Bolsonaro, Donald John Trump y muchos otros, todos tienen algo en común: sus discursos no resisten el dato y odian a los medios de comunicación. Tampoco tienen estos personajes ningún tipo de respeto por las instituciones y ven los recursos del estado como un botín de guerra con el que pueden hacer lo que les dé gana.
El desconocimiento de los resultados electorales en Venezuela es tan bananero como lo que ocurrió en los Estados Unidos de América el 6 de enero de 2021. Lo que hace Trump, Bolsonaro y Ortega es tan bananero como lo que está haciendo Nicolás Maduro en Venezuela. La diferencia es que, en Venezuela y Nicaragua no hay instituciones que puedan impedir que estos dictadores de pacotilla se salgan con la suya.
El grupo de fanáticos que controlan la Corte Suprema de los Estados Unidos y Donald Trump son uña y mugre, por eso es la primera vez, desde la Guerra de Secesión (1861/1865), que la democracia de los Estados Unidos está en un verdadero peligro. Debo señalar, que ser juez del Tribunal Supremo es el único cargo vitalicio en el país de las barras y las estrellas. Naturalmente, no es fácil deshacer en cuatro u ocho años un imperio que se ha construido en 200 años o más, pero se podrían sentar precedentes con consecuencias catastrófica.
Estos sujetos son el resultado de la Telerealidad en la que nos hemos sumergido. En algunos casos, como el de Nicolás Maduro, son el fruto de mafias y contubernios que convierten a una nación en la propiedad privada de un grupo de mangantes y, en el peor de los casos, son la consecuencia de décadas de explotación de la miseria más espantosa. “Los inmigrantes se están comiendo las mascotas de los ciudadanos americanos de Springfield, Ohio” Donald John Trump “Hay estados donde los recién nacidos pueden ser ejecutados” Donald John Trump. Yo soy más bonito, refiriéndose Kamala Harris, que ella” Donald John Trump.
Hacer un mitin para salir con semejante pendejá. “Esa gente viene de países de mierda” Donald John Trump. ¿Qué tal si inyectamos detergente para curar el COVID 19? Donald John Trump. “Chévez me habló en forma de pajarito” Nicolás Maduro Moros “A Jesucristo lo crucificaron los españoles” Nicolás Maduro Moros. No sé quién está más desquiciado, alguien capaz de decir estas sandeces o quienes le dan su apoyo a cal y canto. Ni en el peor guion de una comedia de Hollywood, podíamos imaginar un gobierno bananero en el Despacho Oval. Realidades que superan la ficción.