Umbral

La Antigua Orden y el silencio cómplice del Gobierno: una amenaza para la democracia dominicana

En los últimos años, un fenómeno preocupante ha ido tomando fuerza en la República Dominicana: la irrupción de grupos extremistas como la llamada Antigua Orden (AO), que bajo un discurso nacionalista violento, promueven el odio, la intolerancia y la exclusión, especialmente contra la comunidad haitiana y sus descendientes. Lo más alarmante es que, hasta la fecha, el gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha optado por mirar para otra parte, permitiendo que estos grupos operen con impunidad y, en muchos casos, reciban apoyo ideológico y financiero de sectores nostálgicos del régimen de Trujillo y de los doce años sangrientos de Joaquín Balaguer.

Estos “carajos”, como se les podría llamar en el lenguaje popular, no solo desconocen la compleja realidad histórica y social del país, sino que ni siquiera saben escribir correctamente el nombre de la República Dominicana. Pero, más allá de sus errores formales, lo grave es que pretenden usurpar el discurso patriótico para dividir y enfrentar a dominicanos y haitianos, sembrando miedo y violencia.

La izquierda y el movimiento social: pilares de la democracia imperfecta

Es fundamental recordar que la democracia dominicana, con todas sus imperfecciones, no apareció por generación espontánea ni cayó del cielo. Fue conquistada a pulso por la izquierda, los movimientos sociales, sindicales y populares que, a lo largo de décadas, enfrentaron dictaduras, represión y exclusión. Desde la heroica expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, hasta la Revolución de Abril de 1965 y la resistencia durante los doce años de Balaguer, estos sectores dejaron sangre, sudor y lágrimas para que hoy podamos disfrutar de derechos y libertades que algunos pretenden tirar por la borda con discursos de odio.

Despreciar esa historia, desconocer ese sacrificio y descalificar el papel de la izquierda y los movimientos sociales es un acto de ingratitud y de ignorancia. Pero es, además, una peligrosa señal de que el país puede estar retrocediendo hacia épocas oscuras, donde la intolerancia y el autoritarismo reinaban.

La provocación de la Antigua Orden y la complacencia estatal

La AO no solo se limita a vociferar en redes sociales; han protagonizado actos de violencia, agresiones contra periodistas, activistas y ciudadanos que conmemoran fechas históricas, por último, en sus discursos y arengas públicas, han lanzado mensajes anticomunistas y contra la izquierda revolucionaria dominicana. Todo eso coronado con mensajes en espacios públicos con consignas que exaltan a Trujillo y a Pedro Santana, en el país, y en extranjero a ultraderechistas como Trump o Javier Milei, símbolos de intolerancia.

Lo peor es que estos actos no han provocado una respuesta firme del gobierno del PRM, que parece más preocupado por mantener una frágil estabilidad política que por defender la democracia y la convivencia pacífica. Esta mirada hacia otro lado se interpreta como un permiso tácito para que estas agrupaciones sigan ganando terreno, alimentando un caldo de cultivo que puede terminar en enfrentamientos sociales.

El caso Julio Manuel Rodríguez Grullón: víctimas de la intolerancia

La actitud provocadora de la AO se refleja también en la reciente destitución del doctor Julio Manuel Rodríguez Grullón, exdirector del Instituto Duartiano, por expresar una verdad elemental y sensata: que dominicanos y haitianos deben convivir con respeto y diálogo. Su remoción, en un organismo dedicado a preservar la memoria de Juan Pablo Duarte, es una muestra clara de la intolerancia que domina ciertos sectores, empeñados en convertir la historia en un arma para dividir y no para unir.

Rodríguez Grullón no traicionó a la patria; simplemente recordó el pensamiento real de Duarte, un hombre que luchó por la independencia sin odiar ni deshumanizar a los haitianos, reconoció su valentía y buscó la cooperación política cuando fue posible. Su pecado fue enfrentarse a los discursos de odio y exclusión, que hoy están siendo promovidos por grupos como la Antigua Orden y sus aliados trujillistas.

Un llamado urgente a la unidad y la acción

Este país no puede permitirse que un puñado de extremistas, apoyados por viejos sectores autoritarios, siga atacando los cimientos de nuestra democracia. Es hora de que todos los dominicanos, sin importar su ideología, se unan para detener a estos “bichos raros” que amenazan la paz social y el respeto mutuo.

El gobierno del PRM debe dejar de lado la complacencia y actuar con firmeza contra la violencia y el discurso de odio. La sociedad civil, los partidos políticos, los medios de comunicación y los intelectuales tienen la responsabilidad histórica de denunciar y aislar estas expresiones retrógradas.

La República Dominicana es un país diverso, con una historia compleja y un futuro que debe construirse sobre la base de la verdad, la justicia y el respeto a todos sus habitantes, sean dominicanos o haitianos. Solo así lograremos consolidar una democracia genuina y duradera.

No permitamos que la intolerancia y la provocación destruyan lo que tantos han construido con sacrificio. ¡Basta de impunidad para la Antigua Orden! ¡Por una República Dominicana unida, justa y democrática!

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