RAMON LUNA
Los sectores sensatos de la República Dominicana desean, que el modelo que el presidente Luís Rodolfo Abinader Corona está implementando haya venido para quedarse.
Desde el primer día, de su primer mandato, el presidente dejó claro que no iba de farol, por eso fue reelecto el pasado 19 de mayo. Yendo de farol, haciendo bulto en el lenguaje coloquial de la República Dominican, no se pueden acometer las transformaciones que el país necesita y dar respuestas a demandas que no han sido satisfechas por décadas.
Los problemas endémicos del país y la deuda social acumulada requieren todos los tipos de soluciones. No hay tiempo para paños tibios ni dilación para combatir los contubernios que han permitido el saqueo del erario. Porque a los tibios los vomitará el señor de su boca, Apocalipsis 3:15-17.
En este mandato los objetivos son claros e inaplazables: reforma fiscal, reforma constitucional, consolidación económica y reducción de la desigualdad. Estos cuatro ejes se comunican y no es posible que se consigan de manera aislada.
Cada activo del gobierno, desde el más pequeño hasta el más encumbrado, tiene que empujar en la dirección establecida por el presidente o se va para su casa a freír tusas.
El mensaje enviado durante el primer periodo de gobierno fue más que claro: el que desafina va pa’ fuera ipso facto.
¿Acaso no vimos cómo fueron enviados al ostracismo funcionarios que asumíamos como intocables? Si alguno tenía planes de ponerse en modo quipe, que no coje cabeza, que lo piense bien antes de ceder a la tentación de cometer alguna travesura.
Antes del 16 de agosto, en un afán por amarrar lo suyo y por buscar algún tipo de protagonismo, llegó al país gente desde todos los rincones del mundo. Aquello parecía el casting de una serie de Netflix. Cada cual con su lista debajo del brazo buscaba el favor de algún que otro funcionario o quería vender la imagen del “estoy pegao”. Luís no anda en esa y los funcionarios de su gobierno lo saben.
Se acabo lo del cuñadísimo, el hermanísimo, la tercera base y el cuarto bate. Sí, había pila de cuarto bate. Tampoco hay vacantes para el amiguísimo y menos para los oportunistas que nunca pelan y siempre chupan.
Las promesas desbocadas e irresponsables podrían traducirse en pérdida de votos en futuros torneos electorales. Por eso es una tarea pendiente, en el Partido Revolucionario Moderno, controlar a esos “dirigentes” que no entienden por dónde van los tiros y ofrecen cosas que no están a su alcance y para las que no tienen ningún tipo de facultad.
¿Si el presidente llegó al poder a lomos de la consigna del cambio, por qué hay sorprendidos de que se acabe la garata con puño?
La condición de empresario impone a Don Luís Rodolfo maximizar y fiscalizar cada centavo del presupuesto público. El reto de mejorar la educación, la salud, el déficit de viviendas y la seguridad ciudadana obliga a que no se dilapide un sólo chele.
El compañero Guido Gómez Mazara, buque insignia en la defensa de los compañeros de la base del partido, ha trazado el camino: que la oportunidad nos encuentre preparados y como señalo Don Ignacio Paliza: que nos encuentre trabajando.
La designación de lo compañeros en el tren gubernamental es un derecho ganado, pero no puede dicho compromiso atentar contra la productividad y la eficiencia. Tampoco debe el estado ser una competencia desleal contra el sector privado. Semejante desaguisado pondría en peligro la posibilidad de que los cambios se consoliden y de que dicho sector siga generando empleos y riqueza.
Lo mejor que le podía suceder al país ya comenzó, que la política se ejerza como una ciencia pura, digna y que genere rentabilidad.
No hay democracia sin estado de bienestar e instituciones sólida que garanticen la igualdad de todos ante la ley y la distribución de la riqueza.