El Santiago Bernabéu, normalmente un fortín de ilusiones y esperanzas, se convirtió en un escenario de desilusión y desánimo para los aficionados del Real Madrid. La noche que resultó ser el último partido de la Champions League para el equipo merengue, dejó una huella amarga en la historia del club, con el actual campeón de Europa cayendo eliminado de forma estrepitosa frente al Arsenal inglés . El equipo, que la temporada pasada se alzó con el trofeo más codiciado del viejo continente, ha dejado de ser el coloso que una vez fue, y se presentó en el campo como una sombra de sí mismo.
Los 90 minutos de juego fueron un desfile de errores y desconexiones. Los jugadores, que en su día mostraron una cohesión y una calidad indiscutibles, parecieron deambular por el terreno de juego, incapaces de crear jugadas que pusieran en jaque al equipo Inglés . La afición, que había mantenido la esperanza desde la dolorosa derrota en Londres por 3-0, se conjuró para una remontada épica que nunca llegó. La pasión de los hinchas contrastó con la apatía de los jugadores, quienes parecieron dejar en la grada la garra y la determinación que los caracterizaba. K. Mbappé fue una sombra del jugador por el que suspiró por varios años el Real Madrid. En su primer temporada en el equipo blanco, en ninguno de los partidos importantes ha aparecido.
Los egos individuales se alzaron como obstáculos insalvables, y la falta de un juego en equipo se convirtió en la condena definitiva del equipo blanco. Mientras por otro lado, el FC Barcelona, rival eterno, sufría para avanzar a las semifinales, el Madrid dejó claro que en esta temporada les falta fútbol. La diferencia se notó en la cancha; el dominio de los azulgranas en sus en los últimos enfrentamientos directos fue contundente, con goleadas que dejaron a la hinchada merengue preguntándose qué había pasado con su equipo.
El entrenador, Carlo Ancelotti, ya estaba sentenciado. La crítica se intensifica, y las dudas sobre su capacidad para recuperar al equipo se han convertido en un clamor en las gradas y en los medios. Su estilo de juego, que antes deslumbraba, parece haber caído en la mediocridad. Los aficionados se preguntan, con una mezcla de resignación y angustia, cuántos goles podría recibir su equipo en la final de la Copa del Rey contra el FC Barcelona, un encuentro que se dibuja como un nuevo descalabro en la temporada.
Las estadísticas son elocuentes: en sus enfrentamientos directos, los azulgranas han infligido derrotas dolorosas, con marcadores que han alcanzado los cuatro y cinco goles. La pregunta que resuena en cada rincón del Bernabéu es clara: ¿será esta la temporada en la que el Real Madrid se rinda ante su eterno rival?
La respuesta está por verse en Sevilla, donde se disputará la final de la Copa del Rey. Mientras tanto, la afición blanca aguarda con el corazón en un puño, temiendo que el sueño de recuperar la grandeza se convierta en una pesadilla. El Real Madrid, el gigante de Europa, enfrenta un momento crucial: el tiempo de las respuestas llegó, y el futuro del club pende de un hilo en un escenario que, por ahora, solo refleja sombras.