El presidente electo nombra a Kevin Marino Cabrera como embajador en el país latinoamericano, que promete “defender su audaz enfoque de la diplomacia internacional”
Por Julio Guzmán Acosta
La reciente declaración del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sobre retomar el control del Canal de Panamá ha desencadenado una ola de rechazo en toda América Latina, reavivando debates sobre la soberanía y la historia de la región. Desde México hasta Chile, líderes políticos y ciudadanos han expresado su solidaridad con Panamá y reafirmado su compromiso con el respeto a la soberanía de las naciones latinoamericanas.
En un giro inesperado que ha centrado la atención de la comunidad internacional, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha reabierto el debate sobre el Canal de Panamá justo al inicio de las festividades navideñas. Su propuesta de retomar el control de esta crucial vía interoceánica provocó una rápida y contundente respuesta de diversos líderes políticos y gobiernos de América Latina, quienes se unieron en un mensaje claro: “la vía interoceánica pertenece a los panameños”.
La controversia comenzó con un mensaje publicado por Trump en su red social Truth, donde cuestionó la gestión del canal, un tema que, hasta ese momento, no estaba en el horizonte político. Al día siguiente, durante un mitin en Phoenix, Arizona, frente a miles de seguidores, Trump intensificó sus comentarios, exigiendo a Panamá que redujera las tarifas de cruce para los barcos estadounidenses o que devolviera la gestión del canal a Estados Unidos. «Esta estafa total a nuestro país cesará de inmediato», prometió, señalando que este asunto sería una de sus prioridades al asumir la presidencia el próximo 20 de enero.
La respuesta inmediata de Panamá llegó de la voz de su presidente, José Raúl Mulino, quien rechazó rotundamente las insinuaciones de Trump. Enérgico y claro, Mulino reafirmó que “cada metro cuadrado del Canal de Panamá y sus zonas adyacentes es de Panamá y lo seguirá siendo”. Este mensaje fue acompañado por un respaldo casi unánime de líderes de la región. La mandataria mexicana, Claudia Sheinbaum, el presidente colombiano, Gustavo Petro, así como los gobiernos de Chile, Bolivia y Venezuela, se manifestaron en defensa de la soberanía panameña y exigieron el cumplimiento de los acuerdos históricos de 1977 que llevaron a la entrega del canal a Panamá.
En la medida que las tensiones aumentaban por la bravuconada del reelecto presidente de EE. UU., Trump no se detuvo. En un post de Navidad, alegó que el canal estaba siendo operado «ilegalmente» por China, una afirmación infundada que provocó indignación en la comunidad internacional y que fue desmentida por expertos. La gestión del canal no está bajo control chino, sino que es administrada por Panamá, con la colaboración de empresas que gestionan puertos, pero sin que esto comprometa la soberanía panameña.
Historiadores y analistas han señalado que las afirmaciones de Trump sobre la construcción del canal y su historia son también erróneas. La profesora Julie Greene, experta en el tema, destacó que las cifras de muertes durante la construcción fueron muy menores a las que Trump sugiere y que la soberanía panameña fue restaurada tras décadas de colonialismo estadounidense. Greene subrayó que las negociaciones que llevaron a los Tratados Carter-Torrijos en 1977 fueron un paso crucial hacia la descolonización y el respeto por la independencia de Panamá.
Mientras la retórica de Trump se intensificaba, el presidente panameño ofreció colaboración a Estados Unidos en cuestiones de seguridad, como la migración y el narcotráfico, dejando claro que el canal no está bajo el control de ninguna potencia extranjera. Sin embargo, las amenazas de Trump han reavivado un sentimiento de orgullo nacional en Panamá y en otros países latinoamericanos, donde se está produciendo un fuerte rechazo a cualquier intento de recolonización.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, incluso utilizó la ocasión para enfatizar la necesidad de una política de respeto y colaboración entre Estados Unidos y América Latina. “Si el nuevo Gobierno de Estados Unidos quiere hablar de negocios, hablaremos de negocios, de tú a tú, y en beneficio de nuestros pueblos, pero jamás se negociará la dignidad”, afirmó Petro en un mensaje que publicó a través de las redes sociales.
La situación actual pone de manifiesto la fragilidad de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, y cómo un solo comentario puede desatar un movimiento de defensa de la soberanía que trasciende fronteras. En misma medida que se aproxima la toma de posesión de Trump, se prevé que esta disputa retórica sobre el Canal de Panamá sea solo uno de los muchos frentes abiertos en su relación con la región.
La historia del Canal de Panamá es un recordatorio de las complejas dinámicas de poder entre Estados Unidos y América Latina, y la reciente controversia pone de relieve la importancia de la soberanía nacional en un contexto global. La respuesta unánime de la región ante las amenazas de Trump refleja un deseo de unidad y un compromiso con la independencia, en un momento en que las tensiones geopolíticas parecen estar en aumento. La defensa del canal no solo es una cuestión panameña; es un símbolo de la soberanía y el respeto que América Latina busca en sus relaciones con el mundo y en especial con Estados Unidos.