Por Rafael Chaljub Mejía
Lo mejor sería cerrar la ONU y sobre los escombros de esa vapuleada institución, fundar en su momento una nueva asociación de Estados. Creada en 1945, para suceder a la Sociedad de Naciones auspiciada por el Tratado de Versalles en 1919 y desaparecida en la Segunda Guerra Mundial, se dijo que la ONU serviría para salvaguardar la paz mundial y la cooperación entre los países miembros.
Eso nunca pasó del enunciado y siempre que la ONU ha tomado en sus manos algún conflicto, las naciones y los pueblos han sido los perdedores. Bajo la bandera de la ONU actuaron tropas norteamericanas y de otros países que en 1950 invadieron a Corea; en 1961 prestó su nombre para intervenir en la guerra de independencia del Congo. Resultado: el asesinato del líder Patrice Lumumba y el ascenso al poder del tirano Moisés TShombé; en 1965 intervino aquí sólo para legitimar la ocupación militar extranjera de nuestro territorio y al final imponer una solución a conveniencia de los norteamericanos y del bando antinacional, que conllevó finalmente, a la imposición de la dictadura balaguerista de los doce años.
Ni hablar de la ocupación de Haití en el 2000, para diez años después, dejar el país peor que como estaba cuando fue invadido. Simples ejemplos del papel disminuido y casi ridículo de esa institución, cuyas resoluciones cuando son provechosas para los pueblos no se cumplen. Como las incontables resoluciones para que cese el embargo a Cuba a las cuales Estados Unidos, miembro de la ONU, ni caso le hace.
Peor aún frente a Israel, que arrogantemente se le impone a una ONU que no puede siquiera contener la matanza en Gaza. Matanza en la cual el mismo personal de la ONU viene siendo víctima de las balas y las bombas del sionismo. La ONU acaba de aprobar por nueva vez la resolución que ordena la creación de un Estado palestino. Ya eso se ha estado decidiendo desde hace casi ochenta años, pero Israel tampoco le hace caso. Saludo y respaldo inequívocamente el voto favorable del Gobierno dominicano.
Se esperaba porque ya bajo el gobierno del doctor Leonel Fernández la Autoridad Nacional Palestina había sido reconocida como representante legítima del pueblo palestino. Pero fuera del valor testimonial, esa nueva resolución se quedará en el papel. Entonces, vamos cerrando una institución vencida por el poder de los agresores e incapaz de hacer valer sus propias resoluciones.