Por Ramón Luna
En su afán por no retirarse decentemente y aceptar que su incidencia en el país es cosa del pasado, la tripleta compuesta por Don Leonel Antonio Fernández Reina, Don Danilo Medina Sánchez y Don Miguel Vargas Maldonado está dispuesta a arrasarlo todo a su paso. Se han convertido en un símil de la azarosa estrategia de guerra de “tierra quemada”.
Lo de Miguel Vargas debe ser una materia en las facultades de Ciencias Políticas: como destruir el partido más poderoso de latinoamérica y convertirlo en un esperpento del tablero político dominicano.
Lo único que mueve al otrora casi presidente son los pesitos que reparte el estado a través de la Junta Central Electoral y seguir exprimiendo la figura de Don José Francisco Peña Gómez. Peña Gómez ha sido el muerto más rentable del quehacer político dominicano. Pila de gente vivió y sigue viviendo del simple hecho de haber tenido algún parentezco con el lider más grande que ha tenido la historia de nuestra incipiente democracia.
El llamado de Danilo Medina a su militancia, incitándola a una insurrección, es de una irresponsabilidad mayúscula. Y lo es por las siguientes razones:
El expresidente y propietario del Partido de la Liberación Dominicana carece de la más mínima condición moral para querer alterar la paz con la que hoy vive la sociedad dominicana.
Alguien debe decirle al Cacique de Bohechío que los tiempos del PEME y su lugarteniente, Luís Inchausti Rivera, son cosas de un pasado que al pueblo dominicano le provoca nausea.
Su silencio, en lo que tiene que ver con el lamentable comportamineto de sus hermanos y de quienes formaron parte del nucleo duro de su gobierno, lo descalifica para sugerir tamaña insensatez.
Debe recordar Don Medina Sánchez, de quien nos alegramos por su recuperación, que a él lo aplastó el estado que manejaba su gobierno. Debió llamar al pueblo para que se manifestara contra dicho abuso y reflexionar: ¿si me lo hacen a mi, hasta dónde podrían llegar con un ciudadano de a pie?
En esta trilogía que me trae a la memoria a figuras como Francis Ford Coppola y Marlon Brando, Leonel Antonio Férnandez Reina es la mamá, de la mamá, de la mamá.
El tres veces presidente fue por lana y salió trasquilao, pensó que el presidente Luís Rodolfo Abinader Corona recharía su propuesta de ir a un debate, pero le salió el tiro por la culata.
Lo del Doctor Fernández, el único dominicano quien en su soberbia y delirio de grandeza sabía conceptualizar, manda huevos. El cuadro es tan penoso, que Omar Fernández se quiere sacudir la imagen de su padre a como de lugar. Ha descubierto la promesa fecunda, que su carrera política se ha jodido en el punto de salida, pero a su padre, para quien después de él no hay nada más, que su hijo se joda le importa un pepino o haber perdido una postalita de Julio César Paula.
La República Dominicana merece una oposición que contribuya al fortalecimiento de la democracia y al de sus instituciones, una oposición rejuvenecida, una oposición que inyecte aire fresco y sangre nueva.
El Partido Revolucionario Moderno y cada ciudadado debe estar interesado en una oposición firme. Una oposición vigilante que obligue a cada funcionario del gobierno a dar lo mejor si.
El 20 mayo, una vez confirmada la paliza que recibirá la oposición, los militantes de esas entelequias políticas deben protestar frente a las sedes de sus partidos exigiendo que estas momias se larguen al sitio que les corresponde: el ostracismo.