Con la frase que encabeza este modesto artículo, hace muchos años, describió un prominente abogado la lapidaria maldición que ha relegada a la provincia de San Cristóbal al ostracismo y a un imperdonable estado de abandono.
Desde la época de Don Adriano Uribe Silva-Nano Uribe-hasta nuestros días, San Cristóbal ha tenido hombres y familias enteras que han ocupado cargos de primerísimo nivel en todos los estamentos de poder y en todos los gobiernos.
En este listado tuvimos presidentes del Senado, Gobernadores del Banco Central, ministros de Planificación y Desarrollo, directores de la Autoridad Portuaria, ministros de Educación, ministros de Deportes, embajadores y un largo etcétera de cargos de segundo nivel.
Las inversiones de los gobiernos centrales nunca se han correspondido con el peso electoral de la Ciudad Benemérita ni con el aporte que sus áreas de producción hacen al presupuesto de la nación.
Los sancristobalenses no merecemos que nos traten como a un barrio satélite de Santo Domingo, capital de la república. La identidad de nuestra provincia y los aportes a la construcción de la nación, desde sus orígenes, no tiene discusión.
El presidente Luís Rodolfo Abinader Corono se vio obligado a modificar/aplazar, fruto del imprevisto que ha tenido que afrontar durante su primer mandato, los ambiciosos planes que tenía para San Cristóbal. Esto ha obligado a que su promesa de una Ciudad Sanitaria y de un Servicio de Metro tuvieran que esperar. Afrontar la pandemia, mantener en niveles razonable la tasa de inflación y garantizar el abastecimiento de la población eran las prioridades de todas las economías del planeta. También hubo que dar respuestas a fenómenos naturales que golpearon sin misericordia a los más necesitados.
No obstante, el gobierno dominicano ha hecho grandes inversiones y ha sembrado de obras toda la geografía de la provincia, pero es tan grande la deuda acumulada que todo parece poco.
A través de la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana-EGEHID-Don Ángel Rafael Salazar Rodríguez ha hecho en toda la geografía nacional cientos de obras, cuyo impacto es de vital importancia para las comunidades beneficiarias. Muchas de estas se han construidos en los diferentes municipios de un San Cristóbal que lo agradece.
Aparte de ministro, Rafael Chacón, como algunos íntimos llaman al ingeniero Salazar es amigo del presidente, cargo reservado a unos pocos.
No dudamos que el período 2024/2028 continuará dando respuestas a un estado de abandono que se prolongó por décadas. Desde la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina-Chapita-hemos asistidos a unos niveles de indiferencia, en materia de infraestructuras, insultantes e imperdonables.
Quienes habían tenido el privilegio de administrar lo que es de todos, no estuvieron a la altura de las circunstancias. En la mayoría de los casos manejaron dichos recursos como si se trataba de un patrimonio privado/familiar. El comportamiento de estos indolentes se correspondía más con el de los caciques de la segunda mitad del siglo XIX, que con el de un político bien preparado y con una sincera vocación de servicio.
Lo descrito en los párrafos anteriores es extrapolable a la mayoría de las provincias, municipios y parajes del país. En algunos lugares los niveles de pobreza son tan dramáticos, que lo dicho de San Cristóbal sería idílico.
¡Llego la hora de saldar esa deuda social!
¡Llegó la hora de que San Cristóbal ocupe el sitial que se merece en el tablero político y económico de la República Dominicana!
¡Sí, llegó la hora!
No puede ser un capítulo más ocho años de gobierno del PRM y Don Luís Abinader. Un gobierno que los sancristobalenses esperábamos como agua de mayo y cuyos proyectos deben trascender a la figura y gestión del presidente.
El binomio de dirigentes experimentados y una generación de políticos jóvenes cargados de ilusiones y compromisos no puede fallar.
Don Rafael Salazar, Don Nelson de la Rosa, Don Gustavo Lara Salazar, Doña Monserrat Santana y el resto de los dirigentes provinciales tienen un compromiso mayúsculo con sus conciudadanos y aunque desde sus respectivas posiciones han trabajado sin desmayar, tienen el compromiso de ir a por más.
No podemos caer en la mezquindad de no agradecer lo que se ha venido haciendo y agracemos por adelantado que nos legarán un futuro promisorio.
*Ramón Luna es Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales de la Universidad Central del Este y Especialista en Gestión Cultural por la misma universidad.