En el balance sobre el proceso recién finalizado, la posición que sobre estos valores asuman los partidos y las individualidades se juega el futuro de esta nación y además, lo que le dejará esta nueva mayoría…
Por César Pérez
Al pasar balance de todo proceso o experiencia la objetividad es básica, una obviedad de simple sentido común que, en sentido general, parece no serlo en el mundo de ciertos políticos y de cierta política. Terminado un proceso electoral, en general, se tiende a magnificar el desempeño de quienes se consideran ganadores y a minimizar el de quienes se consideran perdedores. Y es que, en la política, el peso de las emociones y de las pasiones es particularmente importante antes y después de los procesos electorales. Inmediatamente termina uno, comienza otro, reactivándose los proyectos grupales y/o personales con prisas, emociones y pasiones. Por esa circunstancia los análisis sobre los desempeños electorales suelen no ser objetivos.
A pesar de que las direcciones de las fuerzas políticas que participaron en los recién pasados comicios no han pasado un recuento final/oficial sobre su participación en ellos, algunos sectores dentro y fuera de esas colectividades han avanzado algunas opiniones al respecto, además de algunas iniciativas de cara a los comicios del 28. A comenzar por el partido ganador, el PRM, su triunfo ha sido ostensiblemente arrollador. Nada que objetar al relativo a la presidencia de la república; en lo que respecta al congresual si bien ese partido tiene un Congreso prácticamente monocolor, muchos se preguntan sobre la correspondencia entre cantidad-calidad de sus integrantes. El punto más controversial y, quizás de lamentar de parte de muchos, fue que perdieron la plaza política más importante en términos simbólicos y político: el Distrito Nacional.
Sobre esa circunstancia, ese partido debe reflexionar seriamente por varias razones. Entre otras, por la manera en que discurrió el proceso de escogencia de la candidatura a esa plaza, las polémicas generadas en torno a ella, el largo tiempo que se tomó en materializarla y sobre todo, las razones que la motivaron. Pienso que en esa decisión se mezclaron factores que bien pudieron ser decantados. Al acoso de sectores del conservadurismo político/eclesial a la Faride Raful, senadora, de alguna manera se unieron sectores que dentro y fuera del partido le adversaron no sólo por cuestiones de ideas, sino por cálculos políticos de estrecha mira. Igualmente, el mito de la segunda vuelta caló seriamente en sectores del PRM y calibraron erróneamente supuestos “números” de las encuestas.
Por razones que deberían discutirse en otros espacios, los decepcionantes resultados de la escogencia de la candidatura de Guillermo Moreno indicarían que esta fue firmemente objetada dentro y fuera de ese partido. Muchos hemos oído testimonios de gente que dicen haber votado por el adversario de aquel, al tiempo de hacerlo entusiasta y decididamente por Abinader. Haber perdido la apuesta de candidatura en el DN podría contribuir a que el FP tenga un más significativo proceso de recolocación en los sistemas político y de partido del país. El miedo al chantaje del conservadurismo eclesial y político conduce irremediablemente al fracaso de cualquier iniciativa o proyecto político. Morir asumiendo las ideas del adversario es morir dos veces. Como fue el caso.
En cuanto al FP, su desempeño en términos de porcentaje y cantidad de votos no es desdeñable. Obtuvo un resultado global significativamente mejor de lo que las encuestas y observadores le dábamos, amén de que, como se consigna más arriba, se alzó con la simbólica plaza de la ciudad capital con votos potencialmente del caladero del PRM. Pero hay que consignar que el porcentaje obtenido a nivel nacional 29.34 ha sido posible por el 56%, del DN, un resultado donde el rechazo a la principal candidatura que le adversaba pudo haber sido en última instancia determinante. El desempeño de la FP debe analizarse objetivamente, no sobrestimarlo, como tampoco subestimarlo. En el terreno de la política el menosprecio al adversario suele ser letal. No subestimar un partido que obtuvo 1,164,045 votos.
Para el PLD, estos resultados no podían ser peores. En términos jerárquicos, sus dos principales dirigentes anuncian que dejan sus puestos, la deserción en todos los niveles de esa colectividad “sigue su agitado curso” y la sangría hacía la FP no logran yugularla, no se descarta que la única forma de hacerlo es buscar un arreglo con este partido. El tema de la sucesión, de darse en la FP, sería el factor que condicionaría o detendría ese arreglo, por el momento. Pero son de la misma familia, conservadores los dos, uno más que otro (el FP). En cuanto los partidos pequeños, su desempeño fue el previsto: decepcionante. El incalificable que los superó en votos ha terminado en envuelto en graves acusaciones y contracusaciones rayanas en la abyección.
Para los grupos progresistas y de izquierda, este ha sido el más lastimoso de cuanto proceso electorales han enfrentado. Si continúan haciendo análisis de este tiempo con simple manifestación de voluntarismo y con las mismas ideas de tiempos irremediablemente pasados, de la irrelevancia política en que están inmersos podrían pasar a la condición de desaparecidos. Pero, la desaparición de esos grupos, recordando a François Furet, no elimina la pertinencia de la exigencia de una sociedad sustentada en los valores fundamentales de la democracia. En el balance sobre el proceso recién finalizado, la posición que sobre estos valores asuman los partidos y las individualidades se juega el futuro de esta nación y además, lo que le dejará esta nueva mayoría…
Al pasar balance de todo proceso o experiencia la objetividad es básica, una obviedad de simple sentido común que, en sentido general, parece no serlo en el mundo de ciertos políticos y de cierta política. Terminado un proceso electoral, en general, se tiende a magnificar el desempeño de quienes se consideran ganadores y a minimizar el de quienes se consideran perdedores. Y es que, en la política, el peso de las emociones y de las pasiones es particularmente importante antes y después de los procesos electorales. Inmediatamente termina uno, comienza otro, reactivándose los proyectos grupales y/o personales con prisas, emociones y pasiones. Por esa circunstancia los análisis sobre los desempeños electorales suelen no ser objetivos.
A pesar de que las direcciones de las fuerzas políticas que participaron en los recién pasados comicios no han pasado un recuento final/oficial sobre su participación en ellos, algunos sectores dentro y fuera de esas colectividades han avanzado algunas opiniones al respecto, además de algunas iniciativas de cara a los comicios del 28. A comenzar por el partido ganador, el PRM, su triunfo ha sido ostensiblemente arrollador. Nada que objetar al relativo a la presidencia de la república; en lo que respecta al congresual si bien ese partido tiene un Congreso prácticamente monocolor, muchos se preguntan sobre la correspondencia entre cantidad-calidad de sus integrantes. El punto más controversial y, quizás de lamentar de parte de muchos, fue que perdieron la plaza política más importante en términos simbólicos y político: el Distrito Nacional.
Sobre esa circunstancia, ese partido debe reflexionar seriamente por varias razones. Entre otras, por la manera en que discurrió el proceso de escogencia de la candidatura a esa plaza, las polémicas generadas en torno a ella, el largo tiempo que se tomó en materializarla y sobre todo, las razones que la motivaron. Pienso que en esa decisión se mezclaron factores que bien pudieron ser decantados. Al acoso de sectores del conservadurismo político/eclesial a la Faride Raful, senadora, de alguna manera se unieron sectores que dentro y fuera del partido le adversaron no sólo por cuestiones de ideas, sino por cálculos políticos de estrecha mira. Igualmente, el mito de la segunda vuelta caló seriamente en sectores del PRM y calibraron erróneamente supuestos “números” de las encuestas.
Por razones que deberían discutirse en otros espacios, los decepcionantes resultados de la escogencia de la candidatura de Guillermo Moreno indicarían que esta fue firmemente objetada dentro y fuera de ese partido. Muchos hemos oído testimonios de gente que dicen haber votado por el adversario de aquel, al tiempo de hacerlo entusiasta y decididamente por Abinader. Haber perdido la apuesta de candidatura en el DN podría contribuir a que el FP tenga un más significativo proceso de recolocación en los sistemas político y de partido del país. El miedo al chantaje del conservadurismo eclesial y político conduce irremediablemente al fracaso de cualquier iniciativa o proyecto político. Morir asumiendo las ideas del adversario es morir dos veces. Como fue el caso.
En cuanto al FP, su desempeño en términos de porcentaje y cantidad de votos no es desdeñable. Obtuvo un resultado global significativamente mejor de lo que las encuestas y observadores le dábamos, amén de que, como se consigna más arriba, se alzó con la simbólica plaza de la ciudad capital con votos potencialmente del caladero del PRM. Pero hay que consignar que el porcentaje obtenido a nivel nacional 29.34 ha sido posible por el 56%, del DN, un resultado donde el rechazo a la principal candidatura que le adversaba pudo haber sido en última instancia determinante. El desempeño de la FP debe analizarse objetivamente, no sobrestimarlo, como tampoco subestimarlo. En el terreno de la política el menosprecio al adversario suele ser letal. No subestimar un partido que obtuvo 1,164,045 votos.
Para el PLD, estos resultados no podían ser peores. En términos jerárquicos, sus dos principales dirigentes anuncian que dejan sus puestos, la deserción en todos los niveles de esa colectividad “sigue su agitado curso” y la sangría hacía la FP no logran yugularla, no se descarta que la única forma de hacerlo es buscar un arreglo con este partido. El tema de la sucesión, de darse en la FP, sería el factor que condicionaría o detendría ese arreglo, por el momento. Pero son de la misma familia, conservadores los dos, uno más que otro (el FP). En cuanto los partidos pequeños, su desempeño fue el previsto: decepcionante. El incalificable que los superó en votos ha terminado en envuelto en graves acusaciones y contracusaciones rayanas en la abyección.
Para los grupos progresistas y de izquierda, este ha sido el más lastimoso de cuanto proceso electorales han enfrentado. Si continúan haciendo análisis de este tiempo con simple manifestación de voluntarismo y con las mismas ideas de tiempos irremediablemente pasados, de la irrelevancia política en que están inmersos podrían pasar a la condición de desaparecidos. Pero, la desaparición de esos grupos, recordando a François Furet, no elimina la pertinencia de la exigencia de una sociedad sustentada en los valores fundamentales de la democracia. En el balance sobre el proceso recién finalizado, la posición que sobre estos valores asuman los partidos y las individualidades se juega el futuro de esta nación y además, lo que le dejará esta nueva mayoría…