Umbral

Intervención armada de Estados Unidos a República Dominicana de 1965: 60 años despúes

Epígrafe:

A sesenta años de la intervención militar de Estados Unidos en República Dominicana, la historia no se silencia: revive con memoria, dignidad y reclamo de justicia.

Nota del autor:

Al momento de cerrar este artículo, escuché el testimonio de un expresidente del Consejo Científico de la Fundación Charles de Gaulle, en el que se refiere al documento mediante el cual el entonces presidente francés expresó su crítica al intervencionismo norteamericano y su apoyo firme a la autodeterminación de los pueblos, y también expresa su solidaridad una inesperada solidaridad con el Pueblo Dominicano.

No solo poetas, artistas y escritores de República Dominicana repudiaron y enfrentaron la grosera y oprobiosa intervención yanki iniciada el 28 de abril de 1965. También escritores del mundo alzaron su voz con firmeza. Pablo Neruda (poeta, político y escritor chileno) y Jacques Viau Renaud (poeta haitiano, combatiente en la guerra de abril) son solo dos ejemplos de una humanidad que se posicionó a favor de la libertad y la soberanía, en contra de la arrogancia imperialista de Estados Unidos.

2. Objetivos de la intervención de EE. UU.

La intervención del imperio, tercera en el siglo XX y segunda de carácter armado, frustró las ansias de libertad e independencia absoluta del pueblo dominicano. El funesto embajador W. Tapley Bennett Jr. solicitó la invasión para “proteger” a unos 30 funcionarios de su embajada y a 2,500 ciudadanos estadounidenses presentes en la isla. Lo encontraron temblando bajo su escritorio, pidiendo más tropas para frenar lo que calificó como una “revolución comunista”.

Cinco días después de iniciada la invasión, ya había más de 42,000 marines desplegados, junto a soldados de la 82.ª División Aerotransportada y más de 2,000 mercenarios enviados por la OEA para legalizar lo ilegítimo. El presidente Lyndon B. Johnson envió una flota de 41 buques, fuerzas especiales y decenas de miles de soldados. Todo esto, según ellos, para proteger a unos pocos ciudadanos. ¡Qué ridículo y grotesco!

3. La OEA: actitud indignante

La actitud de la Organización de Estados Americanos (OEA) fue servil y criminal. No solo legitimó la invasión, sino que participó con tropas propias en la masacre del pueblo dominicano. Más de 10,000 dominicanos y dominicanas —en su mayoría civiles indefensos— fueron asesinados por tropas estadounidenses y contingentes enviados por regímenes dictatoriales aliados: Brasil, Honduras, Paraguay, Nicaragua, Costa Rica y El Salvador.

Su “resolución de desagravio” en 2016 fue un gesto simbólico que no compensa su complicidad sangrienta. La OEA fue, es y sigue siendo una entidad funesta al servicio del imperio.

4. Los generales funestos

Los generales Elías Wessin y Wessin, Antonio Imbert Barrera y el coronel Pedro Bartolomé Benoit traicionaron la patria. Fueron títeres del imperio, enemigos de la República y responsables del sufrimiento de su pueblo. ¡Qué vergüenza histórica!

5. La solidaridad internacional

Gobiernos, poetas, escritores, pueblos de América, Asia y Europa alzaron su voz en defensa del pueblo dominicano. Pablo Neruda condenó la invasión en su poderoso poema “Versainograma a Santo Domingo”.

Francia, bajo el liderazgo de Charles de Gaulle, criticó con firmeza la acción estadounidense.

La República Popular China, con Mao Zedong, manifestó apoyo incondicional a la lucha dominicana.

La prensa internacional también denunció la intervención. Fue un repudio casi unánime. Solo los cómplices del imperio permanecieron en silencio.

6. Militares, civiles y extranjeros: ¡La llamada al honor!

Muchos asumieron con valentía la defensa de la patria: militares, civiles, mujeres, jóvenes, combatientes extranjeros. Bajo el mando del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, resistieron con coraje, dignidad y esperanza.

¡Honor eterno a Gregorio Urbano Gilbert, Caamaño, Fernández Domínguez, Aniana Vargas, Montes Arache, Illio Capocci, Pichirilo Mejía, Jacques Viau, Yolanda Guzmán, Piki Lora, Juan Miguel Román, el Comando Haitiano y a todos los combatientes de abril!

¡A ellas y ellos la gloria eterna… y el paraíso de los justos!

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