Umbral

Inteligencia emocional en comunicadores

Bernardo Rodriguez
La inteligencia emocional en la comunicación es aprender a conocer los estados emocionales internos de otros; autorregularse controlando los impulsos; motivar internamente los logros y realizaciones alcanzadas, hacer empatía con las emociones ajenas; comprender la habilidad social que se traduzca en capacidad de lograr conductas deseables por los demás sin violencia.
Por Bernardo Rodríguez Vidal

Los sistemas de comunicación, en la población de hoy, no es únicamente cuestión de los seres humanos. Otras especies del reino animal se comunican usando símbolos, expresiones y lenguajes corporales característicos del entorno donde se desarrollan.

Los sentimientos y emociones humanas se expresan igual en todas partes del mundo. La tristeza, el enojo y la alegría son emociones que, por lo regular, se comunican de la misma manera. 

En los sistemas de comunicación tenemos medios que usamos para comunicar lo que deseamos expresar. Están la radio, televisión, redes sociales, periódicos y revistas; en fin, en la actualidad existen un sinfín de medios y canales en los cuales los comunicadores se apoyan para transmitir sus ideas, pensamientos y opiniones. 

En el proceso de comunicación las emociones juegan un papel vital, ellas pueden hacer que triunfes o que fracases; aunque es preciso indicar que para los analfabetos emocionales el fracasar en la vida poco importa… 

Tenemos que insistir en el llamado de pensar en la trascendencia de las emociones, de lo que ellas pueden hacer: construir o destruir socialmente. Es un llamado a cuidar las formas de dirigirse a los demás a través de los medios haciendo uso pleno de la inteligencia emocional.  

He observado, con preocupación, las palabras y símbolos descompuestos empleados por algunos comunicadores que tiran a la luz una serie de expresiones vulgares y problemas que evidencian la falta de inteligencia emocional de los trabajadores de la radio, la televisión y redes sociales (“influencer”).

Concluyó mediante un análisis clínico de que muchas de esas personas padecen de coprolalia, una tendencia patológica basada en impulsos hacia las verbalizaciones de palabras obscenas, malsonantes y despectivas. Están enfermos los que vulgarizan las expresiones a través de la radio, televisión y redes sociales sin ningún tipo de control y freno. 

En los años noventa un programa radial dominicano instaló en los oídos de la población las obscenidades como algo normal. Expresiones vulgares transmitidas desde una cabina de radio cada mañana. En ese instante, los propietarios de medios descubrieron que esa forma de hacer radio aumentaba el Rating y, de ahí en adelante, empezaron las réplicas de ese tipo de programas con una cantidad de personas expulsando todo tipo de insultos. 

Desde entonces, se han perdido las formas éticas de comunicar. Las normas que deben guiar un buen comportamiento moral durante la transmisión de información ha caído en el irrespeto a la audiencia receptora y hasta los invitados que entrevistan. 

Los invitados a los programas, y que deberían ser respetado, son insultados. Y en la distancia, cuando se refieren a algunas figuras de gobierno y Estado; por ejemplo, a presidentes o funcionarios, es común tutearles, insultarlos, descalificarles y hasta maldecirlos. Todo eso se ampara en el supuesto argumento de que nuestras sociedades viven en un “Estado de Derecho” y “Democracia” teóricamente única.  

Los «coños” y “malas palabras” son normales en los medios; expresiones consideradas incorrectas, inapropiadas y ofensivas resaltan.  El maldecirle la madre a alguien es un “pan con café” en las mañanas y un “té con galletas” por las tardes en la radio, televisión y redes sociales.

Comentar sobre algún tema del momento y estar de acuerdo o no con quién ha hecho el comentario no lo hacen merecedor de insultos.  Expresiones soeces (términos crudos, lenguajes groseros) que salen de las entrañas como si se tratase de enfrentar al peor de los enemigos. 

Los que comentan sin controlar sus emociones sufrirán de algún tipo de enfermedad relacionadas con úlceras, cáncer, infartos o derrames cerebrales. La inteligencia emocional en los comunicadores de hoy anda por el suelo, el daño psicológico que dejarán a nuestra sociedad se reflejará en las generaciones que vienen subiendo.    

Les están enseñando a las generaciones futuras que es normal vociferar, maldecir, insultar, violentar a las personas cuando no se está de acuerdo con lo que ellas dicen; hasta trifulcas en estudios y cabinas se han visto.  Ya nos es como antes, la decencia, tranquilidad y respeto desde los medios se ha perdido. 

Una entrevista que debería transcurrir en armonía casi siempre termina en violencia y humillaciones. Las colerizaciones en comunicadores que transmiten en vivo nos dicen que hay que cambiar de canal, cambiar del dial o de las redes. La audiencia no se merecen esas descargas de palabras descompuestas que solo conducen a ser violentos.

La inteligencia emocional, de la mano con lo ético moral, en los distintos medios de comunicación, debería ser la clave… 

Bruce Lee dijo: “seguirás sufriendo si tienes una reacción emocional a todo lo que te dicen, hay que ver las cosas con lógica”. Si las palabras te controlan, entonces habrá muchas personas que traten de controlarte… 

No escuchemos a comunicadores que para obtener rating insultan y dicen vulgaridades. 

La inteligencia emocional en la comunicación es aprender a conocer los estados emocionales internos de otros; autorregularse controlando los impulsos; motivar internamente los logros y realizaciones alcanzadas, hacer empatía con las emociones ajenas; comprender la habilidad social que se traduzca en capacidad de lograr conductas deseables por los demás sin violencia.   

El comunicador puede decir lo que quiera, pero debe hacerlo con decencia y respeto, considerando los buenos valores de la sociedad. La mayoría de ciudadanos no merecemos tanto irrespeto. ¡Cambien! Piensen en sus hijos, hijas, familiares y sociedad.  

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