Aunque puede ser tentador desviarse de la verdad en ciertas circunstancias, los beneficios de ser honestos superan con creces cualquier ventaja momentánea que pueda proporcionar una mentira.
JULIO DISLA
La verdad es un valor fundamental. Actual con la verdad no solo fortalece las relaciones personales, sociales y políticas, sino que también establece una base sólida para la confianza, la integridad y credibilidad. En un contexto donde la desinformación y las falsas apariencias pueden prevalecer, la necesidad de ser autentico, sinceros y honesto nunca ha sido más crucial.
La verdad como pilar revolucionaria
La confianza es el cimiento de todas las relaciones significativas, ya sean personales, amorosas, políticas y hasta culturales. Cuando actuamos con la verdad, facilitamos que los demás nos conozcan tal y como somos, sin mascaras ni dobleces. Esto genera una confianza mutua que es difícil de quebrantar. La falta de la verdad, por otro lado, mina esta confianza, generando inseguridad y sospechas que pueden destruir incluso las relaciones más fuertes.
“La verdad, junto a otros preceptos”, conforma el concepto de Revolución expuesto por Fidel Castro, y que tenía sus raíces en la concepción martiana de que “fuera de la verdad no hay salvación”; y de que “Manda el que dice a tiempo la verdad. La verdad bien dicha, dicha a tiempo, disipa, como si fuesen humo, a sus enemigos”. “Los revolucionarios nos sometemos al juicio de la opinión del pueblo, de los trabajadores, no tenemos nada que ocultar; que vean nuestras propias acciones. Que todo el mundo pueda ver quienes somos y porque luchamos”. Para el partido revolucionario, sobre todo, si es marxista leninista, la verdad hay que decirla para dentro y para fuera, hay que expresarla sin temor, aunque nos cueste enemigos y no solamente frente a los amigos, a los adversarios también hay que decírsela y hasta en su propia cara”.
Con la mentira no se conquista la confianza de la gente, no se alcanza su participación en las luchas sociales ni en los procesos políticos. El dirigente revolucionario tiene una responsabilidad muy grande para con el pueblo y con el deber de decirle siempre la verdad.
Integridad y autenticidad
Actuar con la verdad refleja un alto grado de integridad. La integridad se define como la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Por eso la frase aquella martiana: “Hacer es mejor modo que decir”. Las personas integras se rigen por principios solidos y no se dejan llevar por conveniencias personales o temporales, tampoco por trampa engañosas.
Ser veraz es, en última instancia, ser autentico, lo que permite vivir una vida en la que no se necesita recordar mentiras ni construir falsedades para mantener una fachada.
Consecuencias de la mentira.
Si bien puede parecer que decir una mentira tiene beneficios a corto plazo, las consecuencias a largo plazo suelen ser devastadoras. Las mentiras, por pequeñas que sean, tienden a acumularse y a enredarse, generando una cadena de engaños que es difícil de manejar. Además, la verdad tiende a salir a flote tarde o temprano, lo que puede llevar a la pérdida de credibilidad y respeto. La mentira no solo afecta a quienes nos rodean, sino que también erosiona nuestra autoestima y la percepción que tenemos de nosotros mismos.
El poder liberador de la verdad
La verdad tiene un poder liberador y autentica. Cuando somos honestos con nosotros mismos y con los demás, nos liberamos del peso de las mentiras y las falsedades. Vivir con la verdad nos permite enfrentar la vida con transparencia, sin miedo a ser descubiertos ni a tener que vivir con secretos. Esta liberación emocional y psicológica nos conduce a una vida plena, satisfactoria y en paz con nosotros mismos. La verdad es eficaz y hace mella cuando está acompañada de la acción revolucionaria. La verdad será siempre revolucionaria, decía el prócer José Martí.
Actuar con la verdad es esencial para construir un mundo mejor, construir relaciones sólidas y mantener nuestra integridad y vivir una vida autentica y significativa. Aunque puede ser tentador desviarse de la verdad en ciertas circunstancias, los beneficios de ser honestos superan con creces cualquier ventaja momentánea que pueda proporcionar una mentira. Al final, la verdad no solo nos define como individuos, sino que también moldea el mundo que construiremos, haciéndolo un lugar más viable, justo y lleno de auténticas conexiones humanas.