Por Ángel F. Guzmán
Quito, 14 de abril de 2025. – Lo ocurrido ayer en Ecuador no fue una elección. Fue la puesta en escena de un régimen autoritario que ha perfeccionado el arte de violar la democracia mientras simula respetarla. El 13 de abril de 2025 quedará registrado no como un día de fiesta cívica, sino como el momento en que se consumó un golpe institucional bajo la máscara de las urnas.
Un fraude de manual
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sido clara: el fraude electoral no requiere únicamente de actas adulteradas. Basta con torcer sistemáticamente las reglas del juego. Y eso fue exactamente lo que hizo el gobierno de Daniel Noboa:
1. Uso ilegal del aparato estatal: El presidente-candidato nunca pidió licencia, convirtiendo ministerios y programas sociales en maquinaria proselitista.
2. Persecución judicial: Se inhabilitó al candidato que aparecía tercero en las encuestas (Fernando Villavicencio Jr.) bajo cargos fabricados, mientras otros opositores enfrentaban procesos acelerados.
3. Cambio de reglas en pleno juego: El CNE, controlado por el oficialismo, modificó el sistema de conteo rápido 72 horas antes de los comicios.
4. Estado de excepción estratégico: La militarización de Guayaquil y Quito un día antes de la votación alteró recintos clave.
Los números oficiales –que dan a Noboa una ventaja del 5.2% sobre Luisa González– chocan con las encuestas a boca de urna y los reportes paralelos de veedores. En 32% de las actas revisadas por la Misión de Observación de la OEA se reportan «incongruencias estadísticas significativas».
La ingeniería del odio
Este no fue un triunfo político: fue una victoria de la guerra sucia digital. Análisis de la Universidad Andina revelan que:
– El 68% de los trending topics sobre González en X (Twitter) fueron impulsados por cuentas bot.
– Se detectaron 4,200 audios deepfake atribuidos a correístas difundiendo mensajes violentos.
– Facebook permitió que el 89% de los anuncios oficialistas violaran sus propias políticas de verificación.
«Lo que vivimos fue un experimento de desdemocratización», advierte el sociólogo Felipe Burbano. «Cuando el miedo y la mentira reemplazan al debate, ya no hay elecciones: hay rituales de dominación».
La resistencia que viene
Mientras el gobierno celebra, las calles cuentan otra historia:
– En 9 provincias, organizaciones indígenas han convocado a asambleas permanentes.
– La UNE (Unión Nacional de Educadores) anuncia paro nacional si no se auditan las actas.
– La Fiscalía recibió 1,240 denuncias por coerción electoral en zonas rurales.
Luisa González, cuya campaña logró un histórico 45.8% pese a la asimetría, fue clara: «No reconoceremos un gobierno ilegítimo. El pueblo ecuatoriano merece la verdad, y la obtendrá».
¿Qué sigue?
Los próximos días definirán si Ecuador acepta esta farsa o escribe un nuevo capítulo de resistencia:
– 15/abril: La OEA publicará su informe preliminar.
– 17/abril: Marcha convocada por Frente Unitario hacia el CNE.
– 20/abril: Plazo legal para impugnación total.
Hoy, mientras escribo esto con las manos temblorosas de indignación, recuerdo las palabras de un viejo luchador: «Las dictaduras del siglo XXI ya no necesitan tanques en las plazas. Les basta con controlar los algoritmos y simular legalidad». Ecuador acaba de vivir esa distopía. La pregunta es: ¿lo permitiremos?
Este texto no es neutral. No pretende serlo. Fue escrito desde las entrañas de un país que clama justicia.
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Datos clave para contextualizar:
– Participación: 81.3% (récord histórico)
– Votos nulos: 4.7% (vs 2.1% en 2023)
– Brecha digital: 23% de recintos rurales sin transmisión de resultados en tiempo real
– Mercados reaccionan: Riesgo país sube 348 puntos en 12 horas