Por Brendalis Reyes
Quito, 8 de febrero de 2025 – A tan solo un día de las elecciones generales en Ecuador, el presidente Daniel Noboa se prepara para buscar su reelección con la promesa de un “nuevo Ecuador”, a pesar de los desafíos significativos que ha enfrentado durante su mandato, incluyendo crisis en seguridad, economía y energía.
Nacido en Miami y proveniente de una de las familias más adineradas del país, Noboa asumió la presidencia en 2023, cuando su candidatura parecía poco probable. Ahora, tras 15 meses de gobierno, se postula para un nuevo período de cuatro años (2025-2029) y ocupa uno de los primeros lugares en las intenciones de voto, según las encuestas.
Estos comicios se presentan como un plebiscito sobre su gestión, que ha estado marcada por la militarización y la declaración de un conflicto armado interno contra el crimen organizado. Estas medidas, que han incluido estados de excepción, han sido objeto de críticas y denuncias por violaciones de derechos humanos.
Ecuador cerró 2024 como el segundo año más violento de su historia, con más de 700 homicidios registrados solo en enero. A pesar de este sombrío panorama, figuras de cartón del presidente adornan los balcones de sus simpatizantes, simbolizando el apoyo que aún conserva.
Uno de los episodios más controversiales de su administración fue el asalto a la embajada de México en abril de 2024, cuando Noboa ordenó a las fuerzas del orden ingresar por la fuerza para arrestar al exvicepresidente Jorge Glas, lo que generó una fuerte condena internacional.
En su cierre de campaña, un representante del movimiento Acción Democrática Nacional (ADN) defendió su gestión, afirmando: “Ecuador ya cambió y quiere seguir cambiando”. Sin embargo, varios de los cambios implementados durante su mandato, como el aumento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 12% al 15% y la eliminación de subsidios a combustibles, han incrementado el costo de vida en el país, en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La crisis eléctrica, que provocó apagones de hasta 14 horas diarias durante tres meses, dejó pérdidas millonarias y aumentó el desempleo y la informalidad, enfrentando a Noboa con un creciente descontento popular. Además, la muerte de cuatro menores en Guayaquil durante una operación militar afectó aún más su imagen.
La relación de Noboa con su vicepresidenta, Verónica Abad, ha estado marcada por tensiones que han desembocado en escándalos políticos y cuestionamientos sobre su estilo de gobernanza, caracterizado por algunos como autoritario. Sus rivales afirman que Noboa ha burlado controles legales e institucionales, desarrollando su campaña con el respaldo de funcionarios estatales y medios de comunicación afines.
A pesar de las dificultades, Noboa se mantiene en la contienda electoral, apoyado por un discurso centrado en el “anticorreísmo”. Esta estrategia ha polarizado aún más el ambiente político, a pesar de que en su discurso inaugural en 2023 se comprometió a no seguir corrientes extremas.
El historiador Juan Paz y Miño ha calificado el enfoque de Noboa como un “neoliberalismo-libertarianismo” respaldado por un bloque de poder oligárquico y mediático, lo que añade un contexto de crítica y escepticismo hacia su candidatura en las próximas elecciones.
Las elecciones del 9 de febrero se perfilan como un momento crucial para la democracia ecuatoriana y el futuro político de Daniel Noboa.