Umbral

¿Cómo participar en la democracia representativa?

BATEANDO A LA IZQUIERDA

La democracia representativa es democracia burguesa, para que no aleguen ignorancia alguna. Su esencia de clase descansa en la propiedad privada de los medios de producción y el libre mercado: precios e intercambiar bienes y servicios. Y la celebración periódica de elecciones para elegir a sus autoridades. Es el lugar hacia donde se dirigen los revolucionarios, respetando las reglas del juego al aceptar participar en su sistema democrático.

Pareciera ser una irreverencia incursionar en ese contexto en el que se exalta y proteja la explotación de los seres humanos y las desigualdades. Y no es así. En la lucha política, el camino no es en línea recta para alcanzar los objetivos programados, son los resultados de condiciones objetivas y subjetivas de la realidad. Y las circunstancias que rodean a las fuerzas revolucionarias no son favorables para el enfrentamiento frontal y directo con los enemigos de clase. De ninguna manera convoco a la deslealtad y conciliación de clase, sino de adecuar y aprovechar un escenario coyuntural impuesto por situaciones materiales.

Participar en democracia conlleva tener entidades políticas debidamente registradas en el órgano rector que administra y supervisa las actividades de los ciudadanos, los partidos y movimientos políticos. Ese organismo es la Junta Central Electoral (JCE). Sus resoluciones tienen que estar apegadas a lo establecido en la Constitución de la República y en las disposiciones legales emanadas de sus organismos. El Tribunal Constitucional puede variar sus decisiones cuando se violente lo referente en la Carta Magna.

Alcanzar el poder apegado a lo que establece la Constitución de la República obliga la celebración de elecciones nacionales, congresuales y municipales. Se escogen por votaciones a las autoridades que van a dirigir e integrar los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Existen procedimientos para elegir a los principales jueces de la Justicia y JCE: entramados constitucionales que garantizan la dominación ideológica y política de la burguesía y la consolidación del sistema capitalista.

Escenarios legales ignorados por la falta de conciencia política, saber echar el pleito en cualquier lugar y defender los intereses de la población y los trabajadores. No olviden: esta democracia solo favorece a los ricos, burgueses, la oligarquía y a los objetivos del imperialismo. Se aíslan de los debates públicos y en las instancias institucionales correspondientes para, última hora, previas a las elecciones, salir disvariando para justificar su abstención electoral y votaciones irrisorias obtenidas. El capitalismo no es un juego. En su incursión y alternancia por el poder, los revolucionarios pueden perder la vergüenza, su tradición de lucha y la credibilidad.

El movimiento revolucionario de la región, y en particular el nuestro, tiene un retraso histórico muy marcado para entrar en la democracia. Al mantener durante un largo tiempo una táctica política, divorciada de la realidad, de lucha armada para alcanzar el poder. Ahora esa tardanza perjudica a los afanes electorales de la izquierda, beneficiando a la derecha y a la ultraderecha. Su ignorancia de la etapa democrática del capitalismo, el temor y la incredulidad ante los nuevos tiempos, les imposibilitan identificar con acierto a los amigos y a los enemigos. Tampoco tienen definido ¿qué buscar en democracia? Y lo más grave, desconocen la dinámica electoral del sistema, tomando en consideración que la ausencia del proletariado consciente eleva de manera exponencial la presencia de la pequeña burguesía que se mueve como un pez en el agua.

Estamos delante de un capitalismo atípico que revela una desigual proporción en las clases sociales fundamentales del sistema, por el lento y deformado desarrollo de las relaciones de producción y de sus fuerzas productivas. En los países del tercer mundo, donde el imperialismo consigue imponer su voluntad, obstaculiza la evolución natural, fruto de la imposición y explotación insaciables de sus recursos, del curso de la historia de nuestros pueblos.

América Latina y el Caribe, regiones de pequeños burgueses. ¡Impulsemos la proletarización!

Con la breve descripción presentada se requiere participar en la democracia con un programa de gobierno, como consecuencia del estudio riguroso de la sociedad, de la realidad objetiva y de un proyecto de nación que corresponda, sin inventos ni copias, a las necesidades reales de la República Dominicana. Que sea un reflejo de sus fuerzas políticas, económicas y sociales interesadas en profundizar el proceso democrático y mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la gente. Su arteria principal debe ser, dentro del capitalismo, un programa de gobierno inclusivo y participativo que impulse el desarrollo y crecimiento de la economía en sus áreas fundamentales de producir bienes y servicios.

Solo así, al tener un Proyecto de Nación, los revolucionarios pueden aprovechar su paso por el capitalismo y su democracia representativa. Dominar los puntos cardinales del programa de gobierno para que el discurso y la práctica diaria correspondan con la táctica coyuntural, acuerdos y maniobras, del momento. Su coherencia es la clave para ganar el corazón y la voluntad de la población y los trabajadores para la construcción de una nueva sociedad.

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