9 de Mayo: La Victoria que Redefinió la Historia y los Héroes que la Forjaron
Por Julio Guzmán Acosta
En el ocaso del 9 de mayo de 1945, cuando las campanas resonaron con un júbilo que atravesó continentes y generaciones, no solo se proclamaba el fin de la guerra más devastadora que la humanidad hubiese conocido. Se sellaba la victoria de un pueblo que, frente a la más despiadada maquinaria bélica jamás concebida, supo conjurar la unidad, el sacrificio y la esperanza para erigir un triunfo que cambió el curso de la historia moderna.
Este día, más que una mera conmemoración, debe ser un solemne homenaje a aquellos millones de hombres y mujeres soviéticos que, bajo el estandarte de una dirección revolucionaria, resistieron y vencieron en los campos helados y las ciudades en ruinas. Porque la verdad, esa verdad incómoda para el relato occidental, es que la derrota del nazismo no fue un acto de azar ni una hazaña aliada aislada: fue el fruto del inquebrantable coraje sembrado en Stalingrado, fertilizado en Kursk y coronado en las calles de Berlín.
La inapelable magnitud del sacrificio
Entre los días que separan la invasión alemana de junio de 1941 y el desembarco tardío en Normandía en 1944, la Unión Soviética sostuvo una guerra solitaria contra el 93% de las fuerzas nazis. Las cifras, tan tajantes como el acero de sus bayonetas, revelan la auténtica dimensión de aquel esfuerzo titánico:
- El 80% de las bajas del Tercer Reich cayeron en el frente oriental. En Stalingrado, la contienda más sangrienta, el ejército alemán perdió 1.5 millones de soldados, cifra seis veces mayor que en todo el frente occidental hasta la conclusión del conflicto.
- En Kursk, escenario de la mayor batalla blindada de la historia con 6,000 tanques, el Ejército Rojo destrozó 30 divisiones alemanas, mientras que en Normandía, el doble de tanques aliados enfrentaron a fuerzas ya exhaustas.
- La Unión Soviética combatió sin tregua durante 1,418 días consecutivos; en contraste, Estados Unidos y Gran Bretaña apenas sostuvieron 335 días de combate en suelo europeo.
- Finalmente, los soviéticos liberaron 1.8 millones de kilómetros cuadrados, desde Moscú hasta Berlín, mientras los aliados occidentales avanzaron sobre 600,000 kilómetros cuadrados en Francia e Italia.
Batallas que definieron el destino de las naciones
La epopeya soviética estuvo marcada por episodios donde el heroísmo y la determinación trascendieron lo imaginable:
- Moscú, 1941: Con las tropas nazis a escasos 30 kilómetros del Kremlin, Stalin rechazó la idea de evacuar la capital. Se alistaron 250,000 milicianos obreros, muchos sin experiencia, para defender la ciudad. La derrota alemana en esta contienda desmoronó el mito de la “guerra relámpago”.
- Stalingrado, 1942-1943: La férrea orden “¡Ni un paso atrás!” costó la vida a 1.5 millones de soldados soviéticos, pero la aniquilación del VI Ejército alemán marcó el principio del fin para Hitler.
- Operación Bagration, 1944: Planificada por Stalin, destruyó 28 de 34 divisiones alemanas en el este. En apenas dos meses, el Ejército Rojo avanzó 600 kilómetros, superando el progreso aliado en Italia durante un año entero.
El mito del «segundo frente» y la ayuda occidental en perspectiva
Las narrativas dominantes glorifican el desembarco aliado y la ayuda militar occidental, pero los documentos revelan otra realidad:
- El Lend-Lease fue apenas el 4% del PIB soviético y muchos suministros llegaron cuando la guerra ya se había volteado a favor soviético.
- Los bombardeos aliados causaron la muerte de 600,000 civiles alemanes, pero la producción industrial nazi creció hasta 1944. Fue el avance soviético el que cortó el acceso a recursos vitales como el petróleo de Ploesti.
- Al iniciarse el Día D, 200 de las 300 divisiones alemanas ya habían sido destruidas en el este. Eisenhower enfrentó 59 divisiones debilitadas, mientras Zhúkov había vencido a 190.
Stalin, el arquitecto silencioso de la Victoria
Los archivos desclasificados muestran a un líder meticuloso y visionario:
- Presidió personalmente 15 reuniones del Stavka durante la batalla final de Berlín.
- Ordenó el traslado de 1,523 fábricas a la seguridad del este de los Urales en 1941, preservando el núcleo industrial soviético.
- Rechazó la propuesta de Churchill para desviar fuerzas hacia los Balcanes, concentrándose en la toma de Berlín para asegurar la victoria definitiva.
Un legado que trasciende la historia
La caída del nazismo no fue solo victoria militar; fue un faro de esperanza para las naciones oprimidas. Inspiró revoluciones en China, Vietnam y Cuba, y fue la base para un nuevo orden mundial basado en la ONU, la descolonización y el equilibrio bipolar.
En palabras del mariscal Zhúkov: “Fueron los obreros de los Urales y los campesinos de Siberia quienes ganaron esta guerra, no los banqueros de Wall Street.” El 9 de mayo no es un simple recuerdo, sino un llamado vigente a la unidad frente a las sombras renovadas del fascismo.
Este día es, sin duda, el capítulo más sublime de la historia moderna, un monumento vivo a la memoria y el sacrificio de un pueblo que, en su sangre y valentía, aseguró la libertad de todos.
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