El coronel Francisco Alberto Caamaño Deño que enfrentó las tropas imperialistas estadounidense en abril de 1965.
Por Thiago Zorrilla Acosta
El 24 de abril de 1965 marcó un antes y un después en la historia de la República Dominicana. Hace exactamente 60 años, el heroico pueblo dominicano se lanzó a las calles en defensa de la constitucionalidad y la democracia, exigiendo la restitución del gobierno legítimo de Juan Bosch, interrumpido por un golpe de Estado unos meses antes.
Aquella rebelión popular, conocida como la Revolución de Abril, fue la expresión más clara del anhelo de un pueblo por recuperar sus derechos y libertades, y por restablecer un orden democrático que había sido violentamente quebrantado. Miles de dominicanos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, se alzaron en armas con valentía y determinación para enfrentar a las fuerzas golpistas y reclamar justicia.
Sin embargo, la esperanza de un pueblo se vio truncada ante la intervención directa de los Estados Unidos. Ante el avance de las fuerzas constitucionalistas, el gobierno estadounidense decidió intervenir militarmente por segunda vez en el siglo XX para proteger sus intereses en la región. El 28 de abril de 1965, unos 42 mil marines desembarcaron en suelo dominicano, sofocando con su poderío militar el movimiento libertario que buscaba devolver la legalidad al país.

La resistencia del pueblo dominicano, a pesar de su coraje y entrega, fue ahogada en sangre. Tras varios meses de conflicto bélico y tensiones, se alcanzó finalmente un acuerdo para poner fin a la guerra civil, que dejó profundas heridas en la sociedad dominicana.
Sesenta años después, el legado de aquella gesta heroica sigue vivo en la memoria colectiva. Aunque se han conquistado muchos derechos y avances sociales, la oligarquía criolla continúa manteniendo un dominio que limita el pleno ejercicio de las libertades y la justicia social. Muchas de las demandas y anhelos que impulsaron a aquel pueblo valiente en abril de 1965 aún permanecen pendientes.
La Revolución de Abril es un recordatorio constante de la lucha por la dignidad, la soberanía y la democracia. Es un llamado a no olvidar que el camino hacia un país más justo y libre requiere compromiso y perseverancia, inspirados en el heroísmo de quienes hace seis décadas se alzaron por un sueño que sigue vigente.