Por Julio Guzmán Acosta
Quito, 13 de abril de 2025. — Este domingo 13 de abril, 13.7 millones de ecuatorianos decidirán en las urnas si el país continuará bajo el liderazgo del conservador Daniel Noboa o si dará un giro hacia el correísmo con Luisa González, en una segunda vuelta que refleja dos proyectos antagónicos para enfrentar la crisis económica, la inseguridad y la fractura social.
El escenario: empate técnico y alianzas clave
Tras una primera vuelta ajustada el pasado 9 de febrero —donde ambos candidatos empataron con 44% de los votos—, el balotaje se convirtió en una pulseada por captar el apoyo de los votantes de las fuerzas eliminadas. La gran sorpresa fue el respaldo del movimiento indígena, liderado por Leónidas Iza (5.25% en febrero), a González tras firmar un acuerdo programático el 31 de marzo. El pacto incluye la defensa de los derechos colectivos, el rechazo a la minería a cielo abierto y la protección de la educación intercultural, consolidando a la candidata de Revolución Ciudadana como favorita en las encuestas.
Noboa, por su parte, sumó el respaldo de Andrea González (Sociedad Patriótica, 2.69%) y mantuvo el de Jan Topić —quien en 2023 lo apoyó pero ahora, inhabilitado para estas elecciones, sorprendió al volcarse hacia González—. Sin embargo, el oficialismo no logró capitalizar su ventaja inicial: su gestión, marcada por apagones, inseguridad y recesión, pesa en el electorado.
Campaña: discursos en contraste
Los cierres de campaña en Quito y Guayaquil resumieron las estrategias. González, rodeada de aliados, prometió «unidad contra el neoliberalismo», políticas públicas para mujeres y reactivación productiva. Noboa, con actos más austeros, insistió en el «peligro del retorno correísta». El debate del CNE, visto por 10.7 millones de personas, no alteró las tendencias: la candidata apeló a la esperanza; el presidente, al miedo.
Lo que está en juego
El próximo mandatario asumirá el 24 de mayo en un Ecuador con una economía frágil y una ciudadanía exigente. González representa la sombra de Rafael Correa y su modelo de intervención estatal; Noboa, la continuidad de un gobierno que no cumplió expectativas. Con el fantasma de la polarización sobre la mesa, el voto indígena y el descontento urbano podrían inclinar la balanza.
La pregunta final: ¿Ecuador optará por el cambio o dará una segunda oportunidad al oficialismo? La respuesta, hoy en las urnas.