Parte I
Por Ramón Luna
Es oportuno este período de reflexión para escribir respecto a dos fenómenos sociales que transformaron los hábitos de consumo de la sociedad dominicana en los años 80s y 90s: la figura del cadenú/dominican york y el otrora Circuito Independencia, hoy Telemicro Canal 5.
La aparición de estos personajes y de la planta televisora marcaron un antes y un después en la historia de la República Dominicana. Esto implicó la desaparición de decenas de productos y servicios que hasta ese momento eran de consumo masivo. Al mismo tiempo se produjo una transculturación que dio paso a la desbocada llegada de marcas y artículos importados, mayoritariamente, desde los Estados Unidos de América.
Incluso el vocabulario criollo incorporó un grupo de anglicismos, giros o modos propios de hablar de la lengua inglesa, que eran de poquísimo o ningún uso en el suelo patrio. What’s up man?, fuck you, ¿are you crazzy? Estas fueron expresiones que se empezaron a utilizar con una frecuencia inusual, eran sinónimo de estar en la onda.
Se denominó cadenú o dominican york a esos dominicanos que, en las referidas décadas, viajaban de vacaciones a la República Dominicana desde los Estados Unidos de América repletos de prendas y vistiendo atuendos que estaban de moda en el país de las barras y las estrellas.
Aunque la gente los asociaba con actividades ilícitas, como el tráfico de drogas y el sicariato por encargo, no siempre era así. Muchos dominicanos que vivían de trabajos honrados alquilaban prendas y las exhibían en Santo Domingo como que eran de su propiedad.
El afán de no quedarse atrás empujaba, a quienes no tenían los huevos de entrar en el negocio de arriesgar el pellejo por fortuna rápido, a tomar préstamos que luego tenían que pagar a largo plazo o a romperse el lomo en dos y hasta tres jornadas laborales. Todo por regresar al país a buscar a papeletasos una aceptación social o un amor que le fue negado en el pasado.
Justificar lo que exhibían los dominican york se convirtió en una tarea titánica para sus parientes y aunque era un secreto a voces el origen de tanto dinero, decían que trabajaban en una cosa y la otra.
Para muchas personas tratar con un dominican york era un dilema. Por un lado, su puritanismo los hacía sentir desprecio, por el otro, no se podían resistir a las prebendas que estos podían prodigar.
Eran gestos cotidianos de esto serviciales señores costear los medicamentos de vecinos, patrocinar bodas, cumpleaños, graduaciones y equipar el inmueble de las juntas de vecinos.
También se pueden citar entre las contribuciones de los cadenuses, dicho en un incorrecto plural, las siguientes:
-Costeaban actividades deportivas.
-Regalaban ropas y útiles escolares.
-Pagaban deudas de amigos, conocidos y no tan conocidos.
-Financiaban proyectos
-Concertaban matrimonios.
-Reparaban y construían viviendas para personas de escasos recursos.
-Daban cuarto que no lo saltaba un chivo.
La muerte violenta de un cadenú desencadenaba especulaciones y expectativas que convertían su velatorio en un espectáculo. “La Cuna Blanca” y “Nadie es eterno en el mundo” eran los temas con los que los dominican york recibían cristiana sepultura y sus féretros eran obras de arte. Muchos cayeron en suelo norteamericano víctima de la traición y otros fueron ejecutados en el país por sicarios pagados, quienes viajaban desde los Estados Unidos para cobrar tumbes y deudas que no habían sido saldadas.
Con el paso de los años los cadenuses que sobrevivieron evolucionaron cambiando las cadenas por una corbata. Algunos se convirtieron en empresarios, políticos y/o banqueros.
El segundo fenómeno fue igual de impactante: El Circuito Independencia, Canal 6. Esta plataforma revolucionó la televisión dominicana. La llegada a la televisión de Don Juan Ramón Gómez Díaz hizo que este medio dejara de ser un recurso al alcance de unos pocos.
Como el Conservatorio Nacional de Música, la televisión no reflejaba la pluralidad, el fenotipo ni el sincretismo cultural del hombre dominicano.
El Canal 6, hoy Telemicro Canal 5, fue un receptáculo de talentos que procedían de toda la geografía nacional. ¡Por fin! ¡Sí, por fin! Ahora los descamisaos podían ser protagonistas en la pantalla chica.
La mejor representación de cuán difícil fue para los negros, en un país de negro, ganar un espacio en la televisión dominicana, fue Don Rafael Corporán de los Santos.
Contra el empresario radiar, los dueños del léxico profirieron todo tipo de epítetos, descalificaciones y burlas. No obstante, no pudieron con su maratoniana producción de doce horas y “el sábado terminó siendo de Corporán”.
Otro revolucionario, quien tuvo que soportar ser acusado de usar sustancias prohibidas, fue Domingo Peralta Bautista. Domingo arrasó ese estilo plano y aburrido que perduró por décadas. Su estilo estridente, colorido y desafiante le granjeó muchas críticas injustas y desproporcionadas. Sin embargo, a Domingo le corresponde un asiento en el Salón de la Fama de aquellos que han revolucionado los medios de comunicación de la República Dominicana.
También es un mérito del señor Peralta haberles puesto rostros a emblemáticos locutores de la época y fusionar la radio con la televisión.
Pero Telemicro se erigió como la mamá de la mamá. Casi cuarenta años después sigue siendo el referente de la televisión del país. Quienes se iniciaron, hace cuarenta años en el canal cuyo repetidor estaba en el Mogote, Provincia Espaillat, brillan con luz propia después de haber roto todos los vaticinios.
Para muchos “cronistas” estos hijos de Machepa tenían los días contados. Sigan contando.
Los procesos de cambios de una sociedad no se producen por decreto.