Umbral

29 de agosto de 2024

El lucrativo negocio de propagar odio y/o hacer el ridículo

RAMON LUNA   No debe extrañar que la explotación del negocio del odio y la proliferación de adefesios en las redes sociales sea tan lucrativa y esté tan extendido. Ambas actividades podrían ser tan rentable como la venta de sustancias ilegales. La difusión de mensajes de odio y algunos de los contenidos que se propagan a través de las redes sociales debieran ser castigados de manera ejemplar. Como las drogas, esos contenidos, provocan dolor y muerte. Sin embargo, aunque la aparición de las redes sociales es un medio de difusión al alcance de todos y ha servido de lanzadera de estas prácticas asquerosas, el uso del odio como herramienta de ataque es tan antiguo como las religiones. Basta con mirar al pasado para descubrir cuan rentable han sido Satanás, la herejía, los impios y otras hierbas aromáticas. Posiblemente, Satanás es la primera y más rentable teoría de conspiración. Tener un enemigo es el argumento perfecto para propagar el odio y si ese enemigo no existe, como hacen Putin, Trump, Meloni y otros “lideres” políticos, hay que inventarlo. Los judíos, quienes sufrieron de lo lindo el odio ancestral de los hitlerianos, saben bien lo que el discurso del odio puede generar. Claro, por lo que han hecho después que los palestinos le tendieron la mano, es fácil concluir que terminaron siendo aventajados discípulos del nazismo. Todas las religiones han crecido sobre los mismos argumentos: la oferta de una vida eterna a un sujeto cuya existencia es más corta que una cucaracha en un gallinero, la venta de ciudadanía para ser parte del pueblo elegido y el desprecio, disfrazado de compasión, hacia quienes no actúan como manda mi señor. ¿Con qué se come que uno de los negocios de Trump sea la venta de biblias? Precisamente, biblias. ¿Sería debate el aborto si los hombres parieran? ¿Borramos de la faz de la tierra los aportes de Alejandro Magno, Cayo Julio César y Alan Turing por su preferencia homosexual? ¿Cuál es el problema de que cada cual se acueste con quien le de la gana? ¿No consiste en eso el libre albedrío? Los dueños de la verdad no se conforman con tener la libertad de ir por ahí vendiendo idioteces, ahora quieren imponernos, mediante sus instrumentos políticos y cuantiosos recursos digitales, su verdad y su agenda. No aceptan que la época donde la verdad era un patrimonio exclusivo de la iglesia es cosa del pasado. A quién se le ocurre llamar delincuentes a millones de seres humanos, en nombre de la libertad de expresión, ¿sin aportar ningún tipo de prueba? Pero es más desconcertante ver a miles de cristianos, biblia en mano, aplaudiendo como focas. Están mejor representados los evangelicuchos por un delincuente y mentiroso compulsivo, ¿qué por un inmigrante que cumple con sus obligaciones y se congrega los domingos? ¿Por qué en los Estados Unidos de América sólo son inmigrantes los hispanos, los musulmanes y los africanos? Los demás son italoamericanos, irlandeses y/o descendientes de la madre patria. Nadie llama extranjeras a las mujeres de Trump a pesar de que, dos de las tres con las que ha estado casado y sin contar a las que ha agarrado por su parte íntima por ser rico y famoso, no nacieron en los Estados Unidos. Eran más americanos el abuelo y la madre de Trump, quienes nacieron en Alemania y Escocia, que los padres de Kamala Harris, quienes nacieron en la India y Jamaica. Podrían esas valoraciones estar orientadas a capitalizar el complejo de inferioridad que arrastran millones de ciudadanos que, dice Trump, llegaron a Estados Unidos desde paìses de mierda. ¿Dónde dice la biblia que el estatus legal de una persona determina la posibilidad de ganarse la “vida eterna”? El discurso del odio ha sido abrazado por muchas personas a las que la consecusión de una ciudadanía extranjera les cambió el color de la piel, les borró ese pasado de miseria en el que fue determinante una mano solidaria y desapareció de sus cabezas el desprecio de aquellos a quienes defienden con devoción. La aporofobia, odio a los pobres, es uno de los combustibles de los mercaderes del odio. Un buen ejemplo son los patrioteros dominicanos que han convertido el tema haitiano en un burdo negocio. Muchos de los que repudian al pueblo haitiano, no tienen inconveniente con que los gringos nos invadieran dos veces. Por el contrario, darían lo que fuera por no perder sus permisos de residencia. Durante décadas la República Dominicana ha servido de refugio a pedófilos, traficantes y estafadores europeos cuyo color de piel le sirve de escaparate. Está en manos de nuestros gobernantes crear mecanismos que garanticen la integridad de todos, pero sabemos que todos no somos igual de vulnerables. Los que están haciendo caja con el discurso de odio han encontrado en las redes sociaKamales una caja de resonancia y actúan con total impunidad. Por eso, siempre ponen el foco en los mismos grupos: extranjeros, mujeres, homosexuales, gente con una creencia religiosa diferentes y pobres de todo tipo. Los algoritmos de las redes sociales confirman que el insulto, el despropósito, el mal gusto, el ridículo y la desvergüenza facturan más que la sensatez y el análisis riguroso. Que una anónima busque su minuto de gloria diciendo que se acuesta con su hijo, genera más reproducciones que una conferencia de Moisés Naín o un concierto de Joan Manuel Serrat. Así vamos. Es tan grande el despropósito, que cuando ocurre un hecho horrendo importa más la nacionalidad de los involucrados que el hecho en sí mismo. Incluso, cuando es necesario convierten a la víctima en victimario. “Si a ese dominicano/colombiano/boliviano/venezolano lo mataron fue porque se lo buscó”. ¿Cuántas veces hemos justificado una injusticia con esta frase? No hay dato que valga, ahora los referentes son el bulo, la desinformación, la noticia falsa y la manipulación. Todo, incluido el odio, vale en el nombre de Dios, de like y de view. Qué vaina!

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Inorgánico: Democracia y Voluntad Popular

ROBERTO ACEVEDO   La República Dominicana se encuentra en una encrucijada. Un país con un rico legado cultural y una historia vibrante ahora enfrenta una disyuntiva crítica: avanzar hacia un futuro que sea auténtico y cohesionado, o sucumbir a una realidad “inorgánica,” marcada por desconexiones profundas y un progreso que, aunque visible, carece de alma y dirección. La Realidad Actual: Un Progreso Desconectado Hoy, la República Dominicana experimenta un crecimiento económico impresionante, impulsado por el turismo, las remesas y la construcción. Sin embargo, este progreso, en muchos casos, parece ser inorgánico. Es un crecimiento que a menudo no responde a las necesidades fundamentales de la población. Mientras que las cifras macroeconómicas pintan un cuadro positivo, la desigualdad, la corrupción y la falta de oportunidades siguen siendo realidades palpables para una gran parte de los dominicanos. El término “inorgánico” aquí no se refiere solo a la falta de sustancia natural, sino a una desconexión más profunda: entre las políticas y la gente, entre el crecimiento y el bienestar social, entre el presente y el futuro. La sociedad dominicana enfrenta una crisis de identidad, donde la modernización y el desarrollo no siempre reflejan un progreso equitativo y justo. El Futuro: Un País en Encrucijada El futuro de la República Dominicana se define por la manera en que enfrentará los desafíos actuales y las decisiones políticas que se tomen en los próximos años. A pesar del impresionante crecimiento económico impulsado por sectores como el turismo, las remesas y la construcción, este progreso muchas veces parece ser superficial, desconectado de las necesidades reales de la población. En lugar de generar un desarrollo equitativo, ha exacerbado las desigualdades y dejado al país vulnerable a crisis globales como la pandemia del COVID-19, que expuso las fragilidades estructurales de nuestra economía. Es en este contexto que el presidente ha propuesto una modificación constitucional, argumentando que su propósito es “blindar la democracia.” Sin embargo, esta iniciativa ha generado escepticismo, especialmente cuando se contrasta con acciones recientes, como la designación de funcionarios electos en cargos ministeriales, lo que plantea interrogantes sobre las verdaderas intenciones detrás de estas reformas. La reciente designación de Kelvin Cruz, alcalde de La Vega, como ministro de deportes es un ejemplo claro de cómo se puede desvirtuar la voluntad popular, poniendo en tela de juicio el compromiso real con la democracia. Si se pretende blindar la democracia y la voluntad popular, se debe empezar respetando precisamente eso. Nombrar a funcionarios electos en cargos ministeriales va en contra del principio de respeto a la voluntad de los votantes, quienes eligieron a esos individuos para que cumplieran funciones específicas en sus localidades. Además, cualquier modificación constitucional que se realice con el objetivo de fortalecer la democracia debe contemplar medidas concretas para evitar el abuso de poder. Una propuesta sensata sería que toda persona que renuncie a un cargo de elección popular no pueda presentarse como candidato al mismo nivel en el próximo periodo de elección siguiente, ni ocupar un cargo público, salvo en la docencia, durante los dos primeros años posteriores a su renuncia. Esto garantiza que la voluntad popular sea respetada y que los cargos públicos no sean utilizados como trampolín para otros intereses. Otra reforma crucial sería la elección del procurador general de la República por un Consejo Electoral Judicial, compuesto por el presidente del Tribunal Constitucional, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, el Defensor del Pueblo, el director de la Defensa Pública, un senador y un diputado de partidos diferentes al del presidente, y un representante de una organización de derechos humanos. Este cambio podría asegurar un mayor grado de independencia y neutralidad en el sistema de justicia, reforzando así la confianza pública en las instituciones. La Juventud: Esperanza o Desconexión La juventud dominicana es, sin duda, uno de los recursos más valiosos del país. Sin embargo, muchos jóvenes se sienten desconectados de un sistema que no responde a sus aspiraciones. El desempleo juvenil es alto, la migración sigue siendo una salida atractiva, y las oportunidades educativas, aunque mejoradas, no siempre se traducen en empleos de calidad. A pesar de estos desafíos, la juventud ha demostrado ser un agente de cambio. Movimientos recientes, liderados por jóvenes, han desafiado el statu quo, exigiendo mayor transparencia, justicia social y una verdadera representación. La juventud dominicana está en una posición única para liderar un renacimiento social y político, pero para ello necesita un entorno que le permita prosperar y ser escuchada. El Rol de la Izquierda: Renacimiento o Extinción Históricamente, la izquierda en la República Dominicana ha jugado un papel crucial en la lucha por la justicia social. Sin embargo, en las últimas décadas, su influencia ha disminuido, en parte debido a la fragmentación interna y a la incapacidad de adaptarse a los nuevos desafíos del país. El futuro de la izquierda dependerá de su capacidad para renovarse y conectar con las necesidades de la población. En un mundo cada vez más polarizado, la izquierda tiene la oportunidad de presentarse como una alternativa viable, enfocándose en la igualdad, los derechos humanos y la sostenibilidad. Pero para lograr esto, debe abandonar los dogmas del pasado y abrazar un enfoque más pragmático y orientado a resultados. Hacia un Futuro Orgánico El término “inorgánico” nos invita a reflexionar sobre la dirección que queremos para nuestro país. ¿Queremos un desarrollo que simplemente persigue cifras y estadísticas, o uno que realmente mejore la vida de todos los dominicanos? Un futuro “orgánico” implicaría un enfoque más equilibrado, donde la tecnología, la juventud y las ideologías políticas trabajen en armonía para crear una sociedad más justa y equitativa. El camino hacia un futuro orgánico no será fácil. Requiere de un compromiso colectivo, un liderazgo visionario y una ciudadanía activa que esté dispuesta a luchar por un país que refleje sus valores y aspiraciones más profundas. La República Dominicana tiene el potencial de ser un faro de justicia social y desarrollo sostenible en la región, pero solo si nos comprometemos a construir un futuro que sea auténtico, inclusivo y verdaderamente conectado con

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Hablemos con la verdad, que la verdad será siempre revolucionaria

Aunque puede ser tentador desviarse de la verdad en ciertas circunstancias, los beneficios de ser honestos superan con creces cualquier ventaja momentánea que pueda proporcionar una mentira. JULIO DISLA   La verdad es un valor fundamental. Actual con la verdad no solo fortalece las relaciones personales, sociales y políticas, sino que también establece una base sólida para la confianza, la integridad y credibilidad. En un contexto donde la desinformación y las falsas apariencias pueden prevalecer, la necesidad de ser autentico, sinceros y honesto nunca ha sido más crucial. La verdad como pilar revolucionaria La confianza es el cimiento de todas las relaciones significativas, ya sean personales, amorosas, políticas y hasta culturales. Cuando actuamos con la verdad, facilitamos que los demás nos conozcan tal y como somos, sin mascaras ni dobleces. Esto genera una confianza mutua que es difícil de quebrantar. La falta de la verdad, por otro lado, mina esta confianza, generando inseguridad y sospechas que pueden destruir incluso las relaciones más fuertes. “La verdad, junto a otros preceptos”, conforma el concepto de Revolución expuesto por Fidel Castro, y que tenía sus raíces en la concepción martiana de que “fuera de la verdad no hay salvación”; y de que “Manda el que dice a tiempo la verdad. La verdad bien dicha, dicha a tiempo, disipa, como si fuesen humo, a sus enemigos”. “Los revolucionarios nos sometemos al juicio de la opinión del pueblo, de los trabajadores, no tenemos nada que ocultar; que vean nuestras propias acciones. Que todo el mundo pueda ver quienes somos y porque luchamos”. Para el partido revolucionario, sobre todo, si es marxista leninista, la verdad hay que decirla para dentro y para fuera, hay que expresarla sin temor, aunque nos cueste enemigos y no solamente frente a los amigos, a los adversarios también hay que decírsela y hasta en su propia cara”. Con la mentira no se conquista la confianza de la gente, no se alcanza su participación en las luchas sociales ni en los procesos políticos. El dirigente revolucionario tiene una responsabilidad muy grande para con el pueblo y con el deber de decirle siempre la verdad. Integridad y autenticidad Actuar con la verdad refleja un alto grado de integridad. La integridad se define como la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Por eso la frase aquella martiana: “Hacer es mejor modo que decir”. Las personas integras se rigen por principios solidos y no se dejan llevar por conveniencias personales o temporales, tampoco por trampa engañosas. Ser veraz es, en última instancia, ser autentico, lo que permite vivir una vida en la que no se necesita recordar mentiras ni construir falsedades para mantener una fachada. Consecuencias de la mentira. Si bien puede parecer que decir una mentira tiene beneficios a corto plazo, las consecuencias a largo plazo suelen ser devastadoras. Las mentiras, por pequeñas que sean, tienden a acumularse y a enredarse, generando una cadena de engaños que es difícil de manejar. Además, la verdad tiende a salir a flote tarde o temprano, lo que puede llevar a la pérdida de credibilidad y respeto. La mentira no solo afecta a quienes nos rodean, sino que también erosiona nuestra autoestima y la percepción que tenemos de nosotros mismos. El poder liberador de la verdad La verdad tiene un poder liberador y autentica. Cuando somos honestos con nosotros mismos y con los demás, nos liberamos del peso de las mentiras y las falsedades. Vivir con la verdad nos permite enfrentar la vida con transparencia, sin miedo a ser descubiertos ni a tener que vivir con secretos. Esta liberación emocional y psicológica nos conduce a una vida plena, satisfactoria y en paz con nosotros mismos. La verdad es eficaz y hace mella cuando está acompañada de la acción revolucionaria. La verdad será siempre revolucionaria, decía el prócer José Martí. Actuar con la verdad es esencial para construir un mundo mejor, construir relaciones sólidas y mantener nuestra integridad y vivir una vida autentica y significativa. Aunque puede ser tentador desviarse de la verdad en ciertas circunstancias, los beneficios de ser honestos superan con creces cualquier ventaja momentánea que pueda proporcionar una mentira. Al final, la verdad no solo nos define como individuos, sino que también moldea el mundo que construiremos, haciéndolo un lugar más viable, justo y lleno de auténticas conexiones humanas.

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Conjura poselectoral contra el proceso democrático en Venezuela

Es motivo de justificada indignación de parte de los nacionales de un país como el dominicano, ver a su gobierno involucrado en una conjura propiciada por el mismo imperio que en otras tantas ocasiones nos ha agredido. RAMON A. (NEGRO) VERAS   1.- En Venezuela, los partidos políticos que participaron en el proceso electoral que culminó el 28 de julio próximo pasado, 2024, todos, sin excepción, aceptaron como árbitro al Consejo Nacional Electoral. 2.- Ningún candidato se opuso a que el CNE procediera libremente a tomar determinación, a decir, quién resultó ser el ganador. 3.- Una vez el tribunal electoral emitió resolución declarando ganador a Nicolás Maduro, entonces vinieron las impugnaciones por parte de la oposición interna que había intervenido en los comicios, así como por el Departamento de Estado, la OEA,  la Unión Europea y gobiernos de la región subordinados a la política exterior de los Estados Unidos. 4.- Luego de lo decidido por el Consejo Nacional Electoral, el Gobierno Central de Venezuela, presidido por Nicolás Maduro, apoderó al Tribunal Supremo de Justicia, de un recurso contencioso electoral, el cual concluyó con un fallo ratificando lo que había decidido el CNE. 5.- Lo aprobado por el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela ha sido rechazado de manera conjunta por once (11) países de América Latina, incluyendo, como es natural, a los Estados Unidos. 6.-  La desaprobación a lo juzgado por las legítimas instituciones de Venezuela, con relación a los comicios presidenciales del 28 de julio, se ha convertido en una conspiración con la argumentación de desmentir lo legalmente juzgado. 7.- Para quien cree en la autodeterminación, en el derecho de cada nación a decidir por sí misma su destino, no debe participar haciendo la función de tomar parte en un asunto que no es de su competencia. 8.- Lo que se está comprobando es que la ultraderecha venezolana, e indirectamente los Estados Unidos, participaron con cartas marcadas, con fines ocultos, en el proceso electoral venezolano. 9.- La derecha y el imperio sabían por anticipado que Nicolás Maduro, resultaría ganador, pero participaron para ahora gritar ¡fraude! 10.- Lo grave de todo esto es que aceptar las impugnaciones que ahora se le hace a lo decidido por las legítimas instituciones de Venezuela, es abrir un espacio para ilegitimar cualquier proceso electoral que no sea conveniente a los intereses de la minoría nativa y a los Estados Unidos. 11.- Debe ser rechazada de manera firme la intromisión que los Estados Unidos y sus gobiernos subordinados están haciendo contra lo establecido por las legítimas organizaciones del Estado de Venezuela. 12.- No reconocer la validez de lo juzgado por la jurisdicción idónea de Venezuela, es degradar la independencia del órgano de un gobierno que ejerce la autoridad legítima de una nación independiente. 13.- Es motivo de justificada indignación de parte de los nacionales de un país como el dominicano, ver a su gobierno involucrado en una conjura propiciada por el mismo imperio que en otras tantas ocasiones nos ha agredido. 14.- Se ve feo prestarse a echar por el suelo el principio de la no intervención para hacerle el juego a las pretensiones de Estados Unidos de volver a poseer el dominio sobre el petróleo, el oro, el gas y otros recursos naturales del pueblo venezolano. 15.- Las ciudadanas y los ciudadanos venezolanos que participaron en el proceso electoral que culminó el pasado 28 de julio, son los únicos con calidad, por órgano de sus partidos y representantes legales, a impugnar lo decidido por el Consejo Nacional Electoral. Aquellos que en el plano internacional se mueven gritando fraude, no hacen otra cosa que formar parte de una conspiración urdida por la ultraderecha venezolana y el imperio. 16.- Es atentar contra la independencia nacional de Venezuela, y el ejercicio de su soberanía sin limitaciones, querer intervenir en lo que deciden sus instituciones en los marcos de la vigente Constitución política.

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