“Bebió de las enseñanzas de Tatico Henríquez y Bartolo Alvarado, pero logró desarrollar un estilo propio que mantuvo siempre vivo y magistral, sin perder el patrón rítmico del merengue tradicional”.
Por Julio Guzmán Acosta
El mundo de la música típica dominicana se encuentra de luto tras el fallecimiento de Ramón Rafael Ramos, conocido artísticamente como Rafaelito Román. Este venerado músico, compositor, arreglista y profesor dejó una huella indeleble en la cultura musical del país, reconociéndosele como “el más completo” por su versatilidad y maestría en múltiples instrumentos. Su partida, ocurrida el pasado viernes 6 de diciembre de 2024 a los 71 años, deja un vacío profundo entre sus seguidores y colegas.
Rafaelito nació el 15 de noviembre de 1953 en Imbert, Puerto Plata, en el seno de una familia dedicada a la música. Su padre, Ramón Román (Monguito), era conocido por su habilidad para reparar acordeones y por su talento en el merengue, mientras que su madre, María Cabrera, conocida como Gavina, tocaba güira. Desde muy joven, la música fluyó por sus venas, y a los cinco años ya había comenzado a aprender a tocar el acordeón de su padre. A los ocho años, Rafaelito ya deslumbraba con su habilidad, y en 1968 formó su primer trío musical, tocando en su primera fiesta y recibiendo un modesto pago de 20 pesos por su entusiasmo.
Durante más de cinco décadas, Rafaelito Román se destacó como uno de los grandes maestros de la música típica, dejando un legado que abarca desde la interpretación hasta la composición. Sus primeras grabaciones, “La cañada” y “El negro feliz”, en 1970, fueron solo el inicio de una carrera que lo llevaría a colaborar con figuras legendarias como Tavito Vásquez en el aclamado merengue “El guabá”. A lo largo de su trayectoria, compuso temas icónicos como “La aldaba”, “La mecedora” y “El pocotiao”, que se han convertido en clásicos del género.
El político, intelectual, estudioso y difusor de la historia de la música típica dominicana, Rafael Chaljub Mejía subrayó la importancia de Rafaelito en el rescate de merengues antiguos, resaltando su capacidad para revivir canciones históricas que habían caído en el olvido. “Su talento musical rescató merengues con carácter histórico, lo que es un mérito adicional”, comentó Chaljub Mejía, quien también destacó su habilidad para tocar una variedad de instrumentos, incluyendo acordeón, saxofón, bandoneón, guitarra, piano, güira, bajo y tambora. “Bebió de las enseñanzas de Tatico Henríquez y Bartolo Alvarado, pero logró desarrollar un estilo propio que mantuvo siempre vivo y magistral, sin perder el patrón rítmico del merengue tradicional”.
La influencia de Rafaelito se extiende a su familia, donde sus hijos, Raúl y Nixon Román, también continuaron el legado musical como talentosos acordeonistas. Además de su labor como músico, Rafaelito dedicó gran parte de su vida a la enseñanza, fundando una escuela de formación musical que ha permitido a nuevas generaciones aprender a tocar diversos instrumentos tradicionales, asegurando así la continuidad de la música típica dominicana.
El pasado domingo, cientos de personas se congregaron en el Cementerio Cristo Vivo, en Santiago Oeste, para rendir homenaje a este maestro. La despedida estuvo marcada por la interpretación de “La cruz de oro”, una de sus canciones más emblemáticas. Durante las honras fúnebres, muchos expresaron su dolor por la pérdida. “Rafaelito fue un gran maestro que sabía enseñar y aprender”, dijo el comunicador Nelson Javier, mientras que Krency García, conocido como El Prodigio, afirmó que la música típica estaba de luto por la pérdida de un gran acordeonista.
La merenguera Fefita La Grande, quien fue una de las primeras en dar a conocer la noticia de su fallecimiento, expresó su tristeza, reconociendo a Rafaelito como un excepcional ser humano. La India Canela también se unió a las condolencias, agradeciendo el legado musical que dejó a través de su enseñanza.
El Ministerio de Cultura de la República Dominicana emitió un comunicado lamentando la pérdida de este ícono de la música típica, destacando su compromiso por preservar las raíces culturales del país. “Su pasión no solo se reflejó en los escenarios, sino también en su dedicación a formar a los jóvenes en la interpretación de instrumentos tradicionales, sembrando en ellos el amor por el merengue y el respeto por nuestras tradiciones”, se lee en el comunicado.
Rafaelito Román no solo fue un músico destacado, sino un verdadero pilar de la música típica dominicana, cuya influencia perdurará en el tiempo a través de sus composiciones y el legado que dejó en sus alumnos y su familia. Con su partida, República Dominicana pierde a un maestro, pero su música continuará resonando en los corazones de quienes lo conocieron y admiraron.