Nicolás Maduro y Luiz Inácio Lula da Silva dos representantes de gobiernos progresistas de Latinoamérica, antes aliados y hoy enfrentados.
Por Thiago Zorrilla Acosta
Santo Domingo, RD – La reciente decisión del Gobierno de Brasil de vetar la entrada de Venezuela al grupo de economías emergentes BRICS ha generado un nuevo capítulo en las ya tensas relaciones bilaterales entre ambos países. El Gobierno de Nicolás Maduro ha calificado esta acción como un “gesto hostil” y una “agresión” en un momento en que el país sudamericano había expresado su deseo de ser admitido en este bloque internacional.
En un comunicado emitido por la Cancillería venezolana, se condenó el veto como una manifestación de “odio, exclusión e intolerancia” que se alinea con las políticas de sanciones unilaterales de Estados Unidos y la Unión Europea. Este rechazo de Brasil se produce en un contexto de búsqueda constante de integración internacional por parte de Venezuela, que anhela posicionarse en foros alternativos al G7 de naciones desarrolladas.
El Ejecutivo de Maduro aseguró contar con el apoyo de otros países participantes en la cumbre de BRICS, celebrada entre el 22 y el 24 de octubre en Rusia, para formalizar su entrada. Sin embargo, el veto por parte de Brasil, que se remonta a la administración del expresidente Jair Bolsonaro, ha dejado a Caracas en una situación diplomática incómoda.
El excanciller brasileño Celso Amorín había anticipado que el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva no impulsaría la inclusión de Venezuela en el grupo, una decisión que refleja el distanciamiento entre ambos países desde las controvertidas elecciones del 28 de julio, donde Maduro fue proclamado ganador en medio de acusaciones de fraude. Este evento electoral ha sido una fuente de controversia internacional, incluyendo críticas por parte del nuevo Gobierno brasileño de Lula.
Un Mensaje Político Claro
El veto de Brasil se interpreta como un mensaje político contundente. Lula, aun sin asistir a la cumbre, dejó claro su descontento con el gobierno de Nicolas Maduro, que enfrenta acusaciones de violaciones a los derechos humanos y de manipulación electoral. Mientras tanto, líderes de potencias como China y Rusia, quienes han respaldado a Caracas, se encontraron en una situación incómoda al ver cómo un aliado tradicional en la región se distanció de Venezuela.
La respuesta de Maduro no se hizo esperar, manifestando que el pueblo venezolano siente “indignación y vergüenza” por esta “agresión inexplicable e inmoral” de Brasil. Sin embargo, la postura brasileña se apoya en una serie de demandas que Caracas ha ignorado, incluyendo la transparencia electoral y la liberación de opositores políticos.
La Inclusión de Otros Países
En contraste con la exclusión de Venezuela, Brasil ha favorecido la inclusión de otros países latinoamericanos como Cuba y Bolivia en el proceso de admisión a los BRICS. Esta decisión ha levantado suspicacias y críticas, especialmente en el contexto de las acusaciones de Tarek William Saab, fiscal general de Venezuela, quien ha señalado a Lula y al presidente chileno Gabriel Boric como “agentes de la CIA”.
Además, Brasil ha solicitado reiteradamente a Venezuela que permita la salida de seis opositores refugiados en la Embajada argentina en Caracas. Sin embargo, el gobierno de Maduro ha desestimado estas solicitudes, lo que ha complicado aún más las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Conclusión
El veto de Brasil a la entrada de Venezuela en los BRICS representa un obstáculo para los planes de integración de Caracas y pone de manifiesto que Lula se ha erigido en un enemigo declarado de Venezuela, con lo cual, se profundiza el deterioro de las relaciones bilaterales de ambos países en una creciente polarización política en América Latina. La comunidad internacional observará de cerca cómo esta tensión influirá en el futuro de la cooperación y la diplomacia en la región. Mientras tanto, Venezuela sigue buscando aliados en un mundo que se muestra cada vez más dividido.